No me entusiasma mucho la senda que están tomando las Plastiscines, esas francesitas que me sedujeron como a un tonto con las canciones de su primer álbum. Vale, vale, puede que su pinta también tuviese algo que ver en eso de la fascinación, pero les prometo que aquel disco me habría gustado igual en el improbable caso de que detrás hubiese habido cuatro gañanes bigotudos. En este tiempo, las muchachas se han convertido en las niñas mimadas de la revista estadounidense de tendencias Nylon, hasta el punto de que la publicación ha creado un sello discográfico para editar su segundo álbum, About Love. Sólo lo he escuchado por encima, pero –al igual que me pasó con el EP de adelanto, Barcelona– me parece que por el camino se ha perdido buena parte de lo que a mí más me gustaba de estas chicas. Y no me refiero a la pinta, desde luego, porque eso está claro que lo mantienen.
Digamos que ahora suenan menos espontáneas y menos rockeras, por mucho que su single se titule Bitch (vamos, puta, perra o similar) y que dediquen buena parte de la canción a decir la palabrita con todas sus letras. Otra cosa es que, por supuesto, esto debería triunfar.