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Un tal John Osbourne

El bueno de Ozzy Osbourne publica estos días en el Reino Unido su autobiografía, I Am Ozzy. Supongo que lo de auto será un decir, porque no me imagino a Ozzy sentándose disciplinadamente ante el ordenador para redactar su historia por capítulos, ni siquiera me lo imagino sentándose disciplinadamente para aprender las normas básicas de la sintaxis. Pero el hecho es que el libro se publica y la presentación en tres párrafos que ha colgado en su web resulta más atractiva que las vidas completas de la mayoría de los músicos. Un extracto: “Han dicho algunas locuras sobre mí a lo largo de los años. Quiero decir, de acuerdo: ‘Arrancó la cabeza a un murciélago de un mordisco’. Sí. ‘Arrancó la cabeza a una paloma de un mordisco’. Sí. Pero luego escuchas cosas como: ‘Ozzy fue al concierto anoche, pero se negó a actuar a menos que matase quince perritos’. ¿Yo, matar quince perritos? Me encantan los perritos. Tengo dieciocho de esas putas cosas en casa (…). Estas locuras me persiguen. Cada día de mi vida ha sido un acontecimiento. Tomé combinaciones letales de alcohol y drogas durante treinta putos años. Sobreviví al impacto directo de un avión, a sobredosis suicidas, a enfermedades de transmisión sexual. He estado acusado de intento de asesinato. Y, después, casi me mato al pasar con el quad por un bache a dos putas millas por hora”.

“Siempre me ha atraído el lado oscuro. Pero no soy el diablo. Soy sólo John Osbourne: un chaval de clase obrera de Aston que dejó su empleo en la fábrica e intentó pasarlo bien”. Rindamos tributo a John con esta obra maestra de hace –mes más, mes menos– cuarenta añitos.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


septiembre 2009
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