A los monos les resulta indiferente nuestra música. Iba a decir que la oyen como quien oye llover, pero seguro que un sonoro chaparrón les inspira muchísimo más interés que las absurdas melodías del homo sapiens. O, al menos, esa es la conclusión a la que ha llegado uno de esos estudios marcianos con los que algunos científicos ocupan su tiempo, rellenan su currículum y entretienen a las masas: según informa Wired, un psicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison se ha aliado con un chelista y compositor para pincharles a catorce monos tamarinos el adagio de Samuel Barber y unos temitas de Nine Inch Nails, Tool y Metallica. Los monos han soportado los tres primeros con sorda indiferencia y sólo les ha hecho efecto el Of Wolf And Man de Metallica, que les ha “tranquilizado ligeramente”. La verdad es que yo también suelo escuchar a NIN y Tool con indiferencia, así que a lo mejor soy un poco tamarino, y me imagino que una de las posibles explicaciones para esa relajación post-Metallica puede ser simplemente que el ruido cansa, sobre todo si estás acostumbrado a vivir en la naturaleza. Pero ojo, que también puede ser que la aparente impasibilidad encubra una suprema concentración melómana, como de crítico de ópera.
El compositor en cuestión, David Teie, ha ido un poco más allá y ha grabado unas piezas basadas en los sonidos que emiten los tamarinos. Y –lógicamente, diría yo–, los animalitos sí han reaccionado a esas músicas: por ejemplo, orinándose cuando sonaba la obra inspirada en sus propios gritos de alarma, los pobrecitos. Ah, ¿he dicho ya que este hombre tiene una empresa llamada Music For Cats que vende precisamente eso, música para gatos? Se trata de una especie de ambient extraño que, por lo menos, suena bastante más interesante que la música para perros que comentamos por aquí el año pasado, que más bien parecía para perros idiotas.
Les dejo con Melt-Banana y su versión de Monkey Man, que es la canción que yo les habría puesto a los sufridos monitos. Espero que no se orine nadie al oírla.