Antes de venir a trabajar hoy, he hecho dos cosas: he intentado comprar una entrada para el concierto de AC/DC a través de la web de Tick Tack Ticket y he echado un boleto para el Euromillones de mañana. Y, ya de partida, tenía la sensación de que la probabilidad de tener suerte en lo segundo era mucho más alta. El proceso de venta telemática (así la llaman, ¿no?) ha generado un exasperante ritual previo a los megaconciertos, que tiene entre sus consecuencias más indeseables el hecho de que muchos fans fatales se queden sin ver a sus ídolos mientras buena parte de la sala se llena de indiferentes atraídos por el momento histórico y la cita social. Pero supongo que eso es pura democracia, qué le vamos a hacer: tampoco van a organizar un concurso-oposición para asignar las entradas, aunque lo de dar acceso preferente a los clubes de fans tiene algo de eso. Otra cosa es que la opacidad del proceso alimenta las dudas sobre si realmente todo el mundo juega en igualdad de condiciones, y en las colas formadas esta mañana –vivo muy cerca del Foto Ikatz de Santutxu y me he pasado por allí, por simple curiosidad– ya se escuchaban ironías sobre supuestos privilegiados que se saltan todo el proceso. Nunca sé si son rabietas ante la fortuna desfavorable o críticas con fundamento.
En el fondo, mi intento de comprar entradas forma parte del problema: me gustan AC/DC, llevo escuchándolos casi toda mi vida, pero también me da relativamente igual no verlos en directo, así que podría haberme abstenido de saturar aún más el sistema. Los eventos con más de cuatro mil personas me dan mucha pereza, implican un montón de incomodidades y de servidumbres que tienen poco que ver con lo que a mí me atrae del rock, y lo de ver un concierto en una pantalla gigante me parece uno de los mayores despropósitos de esta industria. Así que, nada, pásenlo muy bien los que hayan tenido suerte. Los demás, firmen en los comentarios: si me toca el bote de Euromillones, a lo mejor organizo un concierto privado de AC/DC sólo para mí y para ustedes, y que rabien los demás.
Actualizado: no ha habido suerte, señores. Cero números, cero estrellas. Busquen al tipo austriaco que nos ha robado los 28 millones y el concierto.