Con esto de que Bilbao se ha convertido en sede de festivales multitudinarios para gente añosa, hemos perdido un poco de vista la programación musical de la Aste Nagusia, que solía convertirse en preocupación y pasatiempo de los aficionados desde finales de la primavera. ¡Cómo nos entreteníamos con la ya tradicional cadena de rumores, confirmaciones y cancelaciones, sin saber si al final vendría David Bowie o David Bisbal, y el ejemplo es un decir! En cambio, este año se ha publicado un cartel que parece definitivo y no ha suscitado demasiadas repercusiones, ni emoción, ni indignadas discrepancias públicas. Si no están al tanto, pinchen aquí y lean, que les cedo el espacio de los comentarios para desbarrar cuanto quieran.
A mí me parece una buena programación, como siempre. Entiéndanme: creo que no me apetece mucho ver a ninguno de los artistas que actúan en los grandes escenarios (supongo que iré a los Teenagers, en la foto, y quizá a Amaral, o tal vez a alguna cosita más seria de la Plaza Nueva), pero es que nunca he pretendido que los señores del Ayuntamiento traigan música de la que me gusta a mí, y veo como una simple cuestión de suerte que en la selección caigan más o menos grupos que me interesen. Me parece muy difícil organizar un cartel de fiestas que atraiga a la cantidad exigible de público y contente de algún modo a las minorías mayoritarias (ya saben, los kalimotxeros, los raperos, los heavies, los modernos, los del reggae, los que quieren ver a Oskorri por cuadragésima vez…), así que retiro lo dicho: mejor que desbarrar, utilicen los comentarios para plantear propuestas alternativas con ocho conciertos en cada uno de los tres escenarios principales, a ver qué se les ocurre.
Eso sí, mi mayor alegría ha sido ver que han trasladado la muestra de rock local (ésa es la minoría a la que pertenezco, supongo) a un lugar menos insensato que el del año pasado. Nunca recuperaremos el placer sensual de abrevar en el Muga entre concierto y concierto, como cuando se celebraba en la plaza de Unamuno, pero al menos la calle Bailén parece una ubicación con cierto fuste y nobleza rockera.