El cerebro tiene túneles oscuros, húmedos y peligrosos, a través de los que se establecen conexiones inesperadas y, a menudo, indeseadas. A mí, por ejemplo, cada vez que escucho algún rapeado chusco-humorístico –desde El Chiki-Chiki hasta Vivo con tu madre, por citar dos casos recurrentes–, me da por acordarme de La abuela, aquel tema de los 80 que supuso el primer exitazo crossover del hip hop en español… ¿Se acuerdan? El portorriqueño criado en Nueva York pasaba unas vacaciones de pesadilla en casa de su abuela porque la vieja le hacía trabajar y no le ponía hamburgers ni hot dogs –“lo que como todos los días”– sino el menú nacional de la isla, arroz con habichuelas. Para colmo, le dejaba “coquipelao”, al más puro estilo de Paco Martínez Soria con sus nietos hippies de las películas, y le soltaba un sopapo por querer ligarse a la vecinita “bien buena”. Pero, de vuelta en casa, el díscolo chaval recapacitaba y llegaba a la conclusión de que su abuela también era “bien buena” por querer reconducirle hacia la senda correcta. ¡Qué distinto habría sido un desenlace gangsta rap, con la mujer acribillada a ráfagas de subfusil por alguna mara latina!
Lo curioso es que, hasta hoy, no me había enterado de que La abuela también era una parodia televisiva, así que realmente es un precedente lejano de los ejemplos que les mencionaba. Wilfred, aquel intérprete rellenito que yo suponía un rapero buenrollista, era en realidad un popular showman que hacía mofilla del hip hop en español y, supongo, de su lírica urbana y supuestamente rebelde. Honremos a aquel pionero chikilicuatre…