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Evadidos

Soplando la ola

En inglés se suele llamar hype a la promoción desmesurada que la prensa brinda a algunos artistas. Los críticos británicos, en concreto, siempre se han mostrado muy propensos a encumbrar a grupos que sólo han dado tres conciertos y, con suerte, han grabado un single. Casos señeros son los de Strokes o los Horrors, pero muchos otros quedaron finalmente como curiosidades de hemeroteca. Con el florecimiento de Internet, muchos pensaron que declinaba la época de los hypes, porque un ejército de aficionados bien pertrechados de blogs iba a contrarrestar la tiranía caprichosa de los cuatro plumillas que pontificaban desde los medios más influyentes.

Pues bien, me parece que está sucediendo justo lo contrario, en parte porque esa tendencia tan clara en el Reino Unido y EE UU no era sólo culpa de los críticos: el voraz consumo musical de ambos países obliga a buscar constantes novedades y next big things que satisfagan la demanda, alimenten las listas y mantengan la ilusión. Y eso no ha cambiado, porque ahora uno se harta de encontrarse los mismos grupos en todos los blogs, que se contagian unos a otros y van formando una gran ola con tres o cuatro bandas en la cresta. Ni sé cuántos posts voy leyendo ya –bueno, a partir de cierto momento, lo de leerlos es un decir– sobre Hercules And Love Affair, los resucitadores de la música disco apadrinados por Antony, o sobre Foals, la penúltima revelación del neopostpunk, o sobre Vampire Weekend y su pop de influencias africanas y antillanas. Y, como ha ocurrido casi siempre con los hypes, uno tiene la sensación de que la cosa está bien pero no es para tanto: quizá no te den gato por liebre, pero sí te cuelan producto de piscifactoría como lubina salvaje.

Dicho esto, cómo me gusta el disco de Vampire Weekend…

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


abril 2008
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