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Evadidos

¡Por la gloria de los dioses oscuros!

 

 

Las biografías de la mayor parte de los grupos de rock son un previsible rollete: que si graban un disco, que si hacen gira, que si echan a un miembro, que si fichan a otro, que si se drogan, que si se desintoxican… Los suecos Dissection –igual que el noruego Burzum– constituyen una excepción, porque su historia se puede leer como una animada crónica negra y convierte las transgresiones de otras bandas en veniales pecadillos de ursulina: «Prácticas ocultas, años en prisión, rumores, violencia, muerte, caos», así resumen ellos mismos su vida en común. El episodio más recordado es el asesinato de un homosexual argelino, por el que el cantante, guitarrista y líder Jon Nödtveidt pasó unas cuantas temporadas a la sombra. Al salir reformó su banda, una de las más influyentes del metal contemporáneo, y se hizo a la carretera con excelentes resultados artísticos, que no morales. Dos evadidos vimos su concierto en el Azkena y salimos muy contentos y felizmente ilesos.

El último episodio del ajetreado recorrido de Dissection ha sido el suicidio de su líder. El resto de la banda lo hace público en su web con un estilo alucinado, embebido de novela gótica y manual de nigromancia, que hace justicia a la embrollada ideología del difunto. Les copio y pego la traducción que se está difundiendo en los mentideros heavies: «Hace un par de dias, Jon Nödtveidt decidió finalizar su vida con sus propias manos. Como un verdadero satanista, llevó la vida de la forma en que quiso hacerlo y la finalizó cuando sintió que había completado su destino autocreado (…). Es nuestra entera creencia que dejó este mundo de mentiras con una irónica risa, sabiendo que había completado todo lo que se había propuesto como metas. El espacio vacío que deja atras será llenado con la oscura esencia que manifestó durante su vida y su trabajo necromántico. Su legado y Fuego Luciferino vivirán en aquellos pocos que realmente lo conocían y apreciaban su trabajo por lo que realmente era y aún es. Como la intención de nuestro hermano, tanto en vida como en muerte, nunca fue ‘descansar en paz’, le desearemos victoria en todas las batallas que vendrán, hasta que el Destino Acósmico sea completo. ¡Por la gloria de los Dioses Oscuros y el Caos Iracundo!». Pues, aunque sólo sea por fastidiar, que Dios lo acoja en su regazo.

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


agosto 2006
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