Que usas ropa interior… está claro. Bien braguitas, sujetadores, tangas, bodys… si eres mujer, o, slips o tangas o boxers, camisetas interiores o no… si eres hombre. ¿Pero ya le dedicas algo de tiempo a la elección de dichas prendas? ¿O, como no te las van a ver los de la calle pasas?

La lencería es algo más que tapar zonas íntimas, puede resaltar esas zonas, embellecerlas, adornar tu cuerpo y hacer incluso que te sientas deseable con lo que  tu seguridad aumenta, y ¿no solemos decir que es más excitante aquello que se insinúa que aquello que se ve directamente? Y¿no es también cierto que si nos sentimos sexys o guap@s nos mostramos más segur@s? Y a lo mejor, ¿tenemos ganas de lucirnos o exhibirnos? Y entonces… ¿no hace que busquemos más fácilmente a nuestra pareja?  Y por otro lado, ¿no consigue despertar el deseo en el otro?

Vivimos en el mundo de la imagen, “una imagen vale más que mil palabras”. Pues apliquémonos el cuento. No debemos olvidar la importancia de la vista en la erótica, el estímulo visual es tan importante…

Y cuando vivimos juntos, la situación empeora. A veces en la consulta y a veces en nuestra propia vida nos preguntamos por qué nos compramos esa ropita interior tan sexy  si la mayoría de la veces por no decir siempre ni nos la ven. Llegamos a casa, nos desnudamos y nos quitamos todo para ponernos la ropa de estar en casa, la convivencia hace que perdamos en muchas ocasiones el placer de desnudar al otro. Os hemos dicho muchas veces que os citéis, que quedéis en un bar, o en la calle, regreséis juntos a casa…

Al igual que nos puede servir un juguete, una película, una lectura,… para estimularnos, la lencería es una herramienta más a tener en cuenta. Ésta nos llena de sensualidad y erotismo. Y es que sabernos atractiv@s es algo muy, pero muy poderoso, no solo para atraer al otro, sino también para favorecer nuestro deseo.

A cuidarse, por fuera…. y por dentro.