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En buena lógica

Darwin, Dawkins y Dios

Darwin está de moda y Richard Dawkins, divulgador del darwinismo y activista ateo mundialmente conocido, también. Hace poco Dawkins era portada en El Mundo con una provocadora afirmación que vertía en una entrevista: “Dios tiene igual de posibilidad de existir que un unicornio”. Este tono categórico no es una virtud en un científico de talla. La falta de evidencias sobre esta cuestión aconseja una actitud más prudente: el agnosticismo. Sin embargo, Dawkins ha optado por convertirse en un provocador, desde una postura legítima, auque extrema. Me pregunto si un científico debe entrometerse en las creencias religiosas y promulgar el ateísmo en busca de un mundo mejor, y hacerlo en nombre de la ciencia.

Acabo de leer con mucho placer el libro de Dawkins “El espejismo de Dios” que es tan ameno como visceral, pretencioso y hostil a toda religión. No me extraña que se haya creado tantos enemigos, porque su actitud contiene un dogmático ensañamiento contra los dogmáticos del pensamiento opuesto al suyo. En su libro argumenta la falsedad de Dios desde los postulados de la ciencia (y es obvio que hay cierto desencuentro entre ciencia y religión), pero comete un craso error de lógica, al afirmar que Dios no existe porque no se han encontrado pruebas de su existencia. En realidad, la ausencia de prueba no es prueba de ausencia. Ni tampoco, claro, de presencia.

Le guste o no a Dawkins, Dios sigue siendo científicamente posible y compatible con el universo. Owen Gingerich, gran historiador de la astronomía y autor del libro “El universo de Dios”, defiende la existencia de un Dios creador como explicación a la complejidad del universo, cuyas leyes, y las constantes de la física –de las que también habla Dawkins, sin lograr refutarlas- están tan bien afinadas que no pueden ser fruto del azar. Este universo que ha hecho posible la emergencia de la vida y la conciencia es un hecho tan absolutamente improbable y singular que Dios sigue siendo una posible explicación, aunque no una explicación necesaria.

Muchos creyentes ven absurdo que trate de analizar a Dios desde la lógica, la física o las neurociencias, y afirman que Él sólo se manifiesta en la experiencia personal o espiritual. A mí, en cambio, me parece muy interesante el enfoque racionalista, que no se conforma con el argumento “es cuestión de fe”. Pero ante todo, Dios es y será para la ciencia una pregunta sin respuesta. No se aparecerá en el laboratorio. Y, Wittgenstein mediante, “de lo que no se puede hablar debemos callar”.

Por Ignacio García-Valiño

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marzo 2009
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