A fuerza de repetir que una gran vuelta no se gana con un plato de lentejas y un buen filete, el mundo del ciclismo se ha acostumbrado a mirar hacia otro lado. Los directores, los ciclistas, ponían a parir a los vampiros que les hacían análisis de sangre por sorpresa. Todo el mundo ponía cara de no haber roto nunca un plato. Parece lógico que un ciclista se fíe de su médico, pero ¿cómo ha dejado el ciclismo que se llegue hasta donde estamos?
Deberíamos estar hablando del Giro de Italia y, sin embargo, debemos hacernos eco de la mayor vergüenza que ha vivido este deporte prácticamente en toda su historia.
La figura de Eufemiano Fuentes es bien conocida en el mundo del ciclismo, hasta el punto de que se ha llegado a decir que él ha decidido en alguna ocasión el ganador de la Vuelta. Se dice que en 2001 él hizo ganador a Ángel Casero, del que era médico personal. A la vez, también era médico del equipo Kelme, donde corría el otro posible ganador, Óscar Sevilla. Al parecer, proporcionó a Casero “la fuerza” necesaria para superar a Sevilla en la contrarreloj final de Madrid. En Kelme quedarían contentos.
A Fuentes le llegaron a pillar. El diario Meta2Mil cazó un mensaje telefónico del doctor a Ángel Casero. En él decía: “Mañana es el día, hay que sufrir como un perro. Te tendré listo lo que tú ya sabes por si hace falta”. En entrevista en la Cadena Ser, Eufemiano Fuentes aseguró que “lo que tú ya sabes” eran unas bielas para la bicicleta. Yo, desde luego, no me lo creo, pero Eufemiano se fue de rositas.
Nos podemos extender contando más y más casos como éste, pero todo se puede resumir en pocas palabras. Hoy por hoy el ciclismo se ha convertido en un deporte para “doctores”, con la anuencia de los directores. Devolvamos el ciclismo a los ciclistas en los que, repito, yo sigo creyendo. Si no es así, vamos a matar al ciclismo.