Estábamos todavía en Pozas, recién salidos de San Mamés, cuando comenzaron los rumores de que la directiva del Athletic quería proponer a la Federación un cambio de estadio. En Bilbao, todos apostamos por el Bernabéu porque el club recibiría en torno a 25.000 entradas. Por supuesto se quedarían muy cortas pero más cerca de cumplir con las expectivas de los más de 30.000 socios y los innumerables aficionados. Mestalla sólo nos garantiza unas 17.000. Para el cambio de estadio, el Athletic cuenta con el apoyo del Barcelona y la frontal oposición de las instituciones y hosteleros valencianos. A la vera del Turia saben bien la caja que les espera. La Federación tampoco está por la labor y, seguramente, el propio Villar tema que un cambio de sede alimente el fuego de las voraces críticas que recibe por su pasado y afición rojiblanca. Así que -me temo- habrá que conformarse con Mestalla.
El enquistado debate está a punto de comenzar. Macua tiene sobre la mesa una de las decisiones más difíciles. ¿Cómo repartir esas entradas? La prioridad de los socios, de quienes sostenemos el club cada año, debe estar clara. La propia esencia del Athletic, que toda Vizcaya hace tan suyo, como hemos visto en los últimos días, obliga a intentar contentar a los aficionados. Quizá el gesto a la afición debería tener en cuenta a esos cinco mil aficionados que pagaron una pequeña cantidad como muestra de su interés por hacerse con un carné. No es un plato agradable. Decida lo que decida, serán miles los que queden insatisfechos.