Predicar y dar trigo. Una máxima que no debe aplicar nadie y menos un político que quiera hacer carrera. Y eso es lo que ha debido pensar el presidente de las Nuevas Generaciones del PP que, tras haber sido cazado in fraganti con una tasa de alcohol importante al volante de su automóvil, ha decidido cesar como vocal de la comisión de Seguridad Vial del Congreso. Más que nada para que nadie se cebe en su caso y acabe afectando a su partido, como suele suceder normalmente con estos casos en este país que nos ha tocado en suerte.
Al parecer Ignacio Uriarte dio positivo en una prueba de alcoholemia tras colisionar el coche que conducía con otro vehículo en el centro de Madrid. El caso ha trascendido porque el diputado debía
declarar en un juicio rápido, al que no se citó al conductor del otro vehículo, por lo que ahora será un juzgado ordinario quien se encargue del conflicto.
El diputado del PP, en cualquier caso, ha acudido esta mañana al Juzgado y se ha mostrado dispuesto a colaborar con la Justicia, tal y como ya había hecho ante la Policía, a la que indicó que quería ser tratado como un ciudadano más, renunciando a su fuero como parlamentario. Al parecer la tramitación fallida se debe a un error de la Policía, que podía haber tramitado el asunto como si Uriarte hubiera sido sorprendido en un control de alcoholemia, en cuyo caso -y al no haber perjudicados- el juicio rápido se hubiera celebrado con su sola presencia.
Claro que el asunto podía haber pasado completamente desapercibido y quedar en la estricta intimidad de los afectados. Solo la casualidad provocó que hiciera su aparición en la zona del accidente una patrulla de la Policía cuando estaban realizando los papeles del seguro los conductores implicados. Fue entonces cuando sometieron a ambos a un control de alcoholemia que en el caso del político popular dio como resultado una tasa de 0,52 miligramos de alcohol, el doble de la permitida.
Uriarte, que preside Nuevas Generaciones del Partido Popular y es diputado en el Congreso de los Diputados, ha presentado su dimisión como vocal de Tráfico, pero sigue mantiene sus responsabilidades en sus otros cargos. Porque lo uno no está reñido con lo otro y, al final, considera que el precio que ha pagado ya es suficiente para la falta que ha cometido. Así que seguirá cobrando del erario público. Y no penen ustedes por la suerte del cazador cazado que ha reconocido “como un error humano” este suceso y ya “ha asumido su responsabilidad”. Pero no piensa conceder nada más.