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Ángel Lázaro

El cascarrabias

La reforma y el fracaso

Hasta hace bien poco cuando se hablaba de ‘la reforma’ uno se refería al proceso de “cambio, profundo y generalizado, del siglo XVI en los usos y costumbres de la Iglesia Católica en la Europa Occidental, con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad” (es copia de la wikipedia; que luego nadie me saque los colores). De reforma también se habla para referir los cambios que introdujo Santa Teresa de Jesús sobre la orden de las carmelitas descalzas y la vuelta a “la regla primitiva sin mitigaciones”. Es decir, la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza, como la de los primeros eremitas del Monte Carmelo (esto no es de la wiki, pero sí de los libros de texto, que uno no lo puede saber todo). Pero a partir de ya, cuando se cite la palabra reforma, todo el mundo sabrá que la referencia se hace carne en la regulación del mercado laboral. ¡Tela!

Un fracaso. Sin concesiones. Tres años y pico de negociaciones entre los agentes sindicales y no se ha llegado a nada. Tan es así que el Gobierno aprobará la reforma laboral por decreto y en el último minuto del partido el 16 de junio. Justo la víspera de acudir a Bruselas donde se celebrará la última cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la UE bajo presidencia española. Zapatero acudirá al escenario donde se le forzó a recortar el presupuesto, que tanto ha cambiado el escenario de la negociación.

Fracaso del Gobierno. En este plazo ha sido incapaz de engrasar a empresarios y sindicatos para llevar a buen puerto la reforma laboral. Ni en tiempos de bonanza ni en la crisis más dura ha encontrado argumentos que convenzan a la partes de que un acuerdo de todos es el menos malo de todos los acuerdos.

Fracaso del empresariado. Empecinado en bajar los salarios como sea y las indemnizaciones por despido, se ha mantenido inamovible en sus posiciones consciente de que el decreto no les puede perjudicar, sino todo lo contrario. Lastrados además por la asistencia a las negociaciones de un presidente más pendiente de sus problemas económicos y la pérdida de sus empresas que del futuro del país.

Fracaso de los sindicatos. El maridaje del último lustro con el Gobierno de Zapatero se ha roto tras las renuncias del Ejecutivo a mantener a toda costa el estado del bienestar. Una renuncia que ha cortado el crédito del presidente con los sindicatos, pero que hace insostenible también la rigidez de las peticiones de los trabajadores. Conscientes además de que en un acuerdo por decreto tienen mucho que perder y abocados a la convocatoria de una huelga general.

Un país que asiste incrédulo al fracaso de los agentes sociales y del Gobierno, pero que tampoco parece asumir que no son tiempos para la lírica y, sin embargo, se prepara para las vacaciones de verano como si éstas ofrecieran un paréntesis económico. Y mientras la deuda se dispara.

Pero qué se puede esperar cuando sospechosamente se adelanta la celebración de ese consejo de la reforma al miércoles 16, precisamente el día que España debuta en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Como si una previsible goleada sobre Suiza, amortiguara las decisiones que se tomen ese día.

Por Ángel Lázaro

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