En dos días, Luis Roldán, el ex director de la Guardia Civil firmará su libertad después de pasar quince años en la cárcel. Pese al tiempo pasado, el recuerdo aún está fresco y la duda sigue cerniéndose sobre la figura del otrora todoperoso militante socialista que protagonizó uno de los episodios más vergonzoso de la democracia.
Hay cosas que la gente no olvida, y no perdona; una de ellas es que se meta la mano en el cajón de los fondos públicos. Y aún se entiende mucho menos que sea un político de izquierda (parece como menos grave que lo haga alguien de la derecha) quien se lucra con el dinero ajeno. Y quizá ese episodio fuera el desencadenante de que el PSOE perdiera las elecciones y dejara el gobierno en manos de José María Aznar.
Roldán estará en la calle el viernes. Y según unas declaraciones publicadas en el ‘Heraldo de Aragón’ morirá en Zaragoza, ciudad que no podrá abandonar porque se encuentra sin un euro. Una declaración que el común de los mortales se toma a chirigota y que nadie se cree. Porque en el seno popular ha calado la sensación de que el ex director de la Guardia Civil sacó parte de su botín fuera de España y que aún sigue ocutlo a los ojos y las manos del fisco. Ya se sabe que contra el sentimiento, no se puede luchar.
La cuestión es que en la entrevista que publica el citado diario, Roldán insiste en que no sabe “nada” de la fortuna que logró cobrando comisiones ilegales y que nunca devolvió.”Hay una sentencia que confirma que yo no me llevé ni una peseta de los huérfanos de la Guardia Civil y pese a todo siguen diciendo lo de los 75 millones. En una declaración judicial se aclara que el dinero lo tenía Francisco Paesa y sin embargo continúan diciendo que lo tengo escondido… es inútil”, apunta. “No puedo irme (de Zaragoza) porque no tengo dinero”, añade Roldán, quien asegura también que las explicaciones que ha dado “mil veces” no sirven de nada”.
.
Roldán fue detenido en 1995 y condenado en 1999 a 31 años de prisión por cohecho, falsedad en documento mercantil, malversación de caudales públicos, estafa y delito contra la Hacienda Pública. Después de pasar diez años en la cárcel de mujeres de Brieva (Ávila), hace cinco fue trasladado a su ciudad natal, Zaragoza, donde durante el día trabajaba, hasta su jubilación, en una agencia de seguros, para ir, por la noche, a dormir al Centro de Inserción Social (CIS) Las Trece Rosas de la capital aragonesa.