La fiesta nacional. Las corridas de toros están en el punto de mira de todas las fuerzas políticas. No tanto por el reglamento en sí, la legislación por la que debe regirse o las normas que deben cumplir los actores de la fiesta para organizar este tipo de festejos. Ahora resulta que lo importante no es ya regular el funcionamiento de las plazas de toros, si no discutir sobre si forma parte de nuestro acervo y cultura. Vamos si responde a un hecho diferencial que nos distinga como nacionales.
La discusión en el Parlamento catalán sobre las corridas de toros y su posible prohibición en Cataluña ha abierto un amplio debate sobre la defensa de las esencias nacionales. Y a la tímida advertencia de los catalanes sobre la desaparición de estos festejos, salen en tromba las comunidades en manos del PP para defender la esencia patria que, al parecer, representa la fiesta nacional. Símbolos e iconos. Ya se sabe: el toro distingue a España; y el burro, a Cataluña (la oveja, supongo que latxa, a Euskadi)
Ni más ni menos que entramos en el terreno de la política. Nada de cultura, no nos engañemos. El PP cree que los nacionalistas (aún nadie ha dicho que se vaya a prohibir la fiesta en Cataluña) ponen en peligro una vez más las esencias de esta España (quieren que se rompa, advertían hace no mucho) y, como si se rasgaran las vestiduras ante tamaña afrenta, deciden declarar de interés cultural la fiesta de los toros. La fiesta nacional.
Si ayer la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, declaraba los toros ‘Bien de Interés Cultural’, hoy le ha tocado el turno a Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, y al murciano de Ramón Valcárcel, quienes han seguido los pasos de su homóloga madrileña. El toro (España) debe salvarse de las iras de los nacionalistas que solo persiguen romper la unidad de la nación.
¿Qué quieren que les diga? La reacción me parece desproporcionada porque por mucho que alguien prohíba esos festejos, en el resto del país no parece que exista esa intención ¿O quizá temen que se extienda como una mala hierba? ¿o como un virus?
También me parece exagerado el debate abierto por el Parlamento catalán. Porque mira que tienen cosas para discutir sus señorías (y arreglar) como para que se enreden en esta lucha sobre si las corridas de toros son arte o puro maltrato animal (con odiosas comparaciones como la de la ablación). Con lo fácil que es dejar las cosas como están y que el quiera (como sucede ahora) se pague su entrada (cara) para acudir a un festejo de estos y, al que no le guste, pues que no vaya.
Y no me salgan ahora con que los animales sufren, cosa cierta, pero reconozcan que son criaturas que tienen una vida regalada durante toda su existencia, salvo ese cuarto de hora en el albero. Y puestos a pensar en especies que sufren mejor no se acuerden ustedes de los pollos de granja, los conejos, las terneras y vacas o cualquier otro animal destinado al consumo humano.
Tampoco voy a recurrir al fácil argumento de que los artistas se han inspirado en ese mundo y han sabido reflejar las esencias de la cultura española. Y aún menos apoyar mi argumento en las palabras de Ortega y Gasset que aseguraba que era impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de los toros. La ley de la oferta y la demanda acabará por zanjar la discusión. Y el día en que deje de ser un negocio, seguro que se acaba por dejarla morir por muy nacional que sea. Por cierto, ¿saben que Canarias decidió prohibir los festejos taurinos en 1991?