El drama de Haití no ha hecho más que empezar. Una semana después del terremoto que sacudió principalmente a la capital, la situación en el país sigue siendo terrible y los equipos de rescate se encuentran al borde del final de su misión. Solo con algún milagro es posible rescatar con vida a algunos de los desaparecidos bajo los escombros de los edificios de Puerto Príncipe. Y las posibilidades son cada vez más escasas.
Mientras, los supervivientes tratan de subsistir como pueden, ya que la ayuda internacional aún no llega en las condiciones necesarias, pese a los esfuerzos de los voluntarios y de los marines. El caos sigue imperando en la zona más afectada por el seísmo y los marines tratan de poner orden en un país donde han desaparecido los gobernantes locales. Los hospitales siguen ocupados las 24 horas del día en atender a las víctimas y la población sigue haciendo vida en las calles. Calles donde deambulan cientos y cientos de niños que han perdido a sus padres y que no tienen quien vele por ellos.
Naciones Unidas estima que entre los dos millones de víctimas del seísmo el 48% tienen menos de 18 años. Nadie se atreve a aventurar una cifra aproximada, pero la situación es preocupante “porque hemos visto a muchos niños errando por las calles, perdidos y hambrientos que necesitan urgentemente asistencia y apoyo psicológico”, explican los responsables internacionales. El futuro se hace más incierto para esos niños que, pese a su situación, son la gran esperanza para el futuro del país, si es que aún es posible pensar en el futuro.
Aunque son muchas las personas que se han interesado por los menores, al menos en España es imposible su adopción. Las leyes no permiten la acogida para niños originarios de países en guerra o que han sufrido una catástrofe. Pero además, según los expertos, tampoco puede permitirse la salida masiva de niños a otros países porque eso cercenaría las posibilidades del país. La esperanza de mantener un pueblo como el haitiano reside precisamente en ellos.
En Haití sólo la mitad de los niños tenía acceso a la enseñanza primaria y la mayoría abandonaban sus estudios. Muchos de ellos se refugiaban en la prostitución para poder subsistir. Los expertos aseguran que es necesario crear cuanto antes un contexto de normalidad porque es la población más vulnerable, que sufre de malnutrición crónica y apenas tiene medios para salir adelante. Por eso muchos de los organismos internacionales creen que es el momento de pensar en esos menores y ofrecerles una oportunidad.
Sabemos que numerosas familias de todo el mundo, probablemente también españolas, han manifestado su interés para adoptar a niños de Haití pero nosotros privilegiamos, en el caso de una urgencia como la que se vive allí, la reunificación de las familias o la posibilidad de que los menores puedan crecer con un pariente cercano”. Esta es la enorme tarea pendiente en las próximas semanas en Haití. Una tarea en la que todos podemos contribuir para paliar, en parte, esta gran tragedia que afecta, sobre todo, a los más vulnerables. No son más que niños.