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Ángel Lázaro

El cascarrabias

Arzalluz y los enemigos del pueblo

¿Es cosa de la edad? ¿Afán de notoriedad? ¿Nostalgia del pasado? Reconozco que en alguna ocasión he pensado en una de las tres cosas cuando me he enterado del último exabrupto de Xabier Arzalluz. Y no crean que me extralimito con el término porque me atengo fielmente a lo que dice la academia sobre el mismo: “Salida de tono, como dicho o ademán inconveniente e inesperado, manifestado con viveza”.

El jubilado jeltzale (¿ )aprovechó su presencia en unas jornadas de la ‘Fundación Uzturre’ en Tolosa para dirigir duras críticas a los responsables de Interior en los gobiernos central y vasco, donde aseguró que Rodolfo Ares y Alfredo Pérez Rubalcaba «son el enemigo directo de este pueblo». Arzalluz salía así a replicar unas recientes palabras del consejero vasco en las que pedía a los peneuvistas que no se dejaran engañar por las propuestas de la antigua Batasuna.

De verdad que pensaba que ese tipo de aseveraciones sólo podían salir de la boca de un hombre resentido como Xabier Arzalluz que abandonó la política por la puerta de atrás, más bien empujado por sus propios compañeros de partido. Sé que algunos van a decir que estoy manipulando la historia, pero les invito a que repasen las hemerotecas y vean cómo y en qué condiciones se produjo esa salida de Sabin Etxea. Aunque tampoco va a ser la primera vez que aseguren que estoy equivocado, aunque en conciencia sepan que no me aparto para nada de los hechos. Da igual.

La cuestión es que esa opinión sobre los dirigentes socialistas no es exclusiva de Arzalluz, ni mucho menos. Y aún hay jeltzales que consideran que el PSE es el verdadero enemigo, como el veterano político reconoció en el acto de Tolosa. Sin ir más lejos, Joseba Egibar (ese mozarrón al que siempre ha defendido y aupado el ex jesuita vasco y otrora voz todopoderosa en EAJ-PNV) tampoco guarda demasiadas simpatías por los socialistas y no tiene ningún empacho en demostrarlo. Por eso, creo que no tuvo ningún reparo en evitar el consenso en el Parlamento y firmar un acuerdo unitario contra ETA, como proponía el Gobierno para respaldar la sentencia de Estrasburgo que considera que tanto la Ley de Partidos como la ilegalización de formaciones políticas que no condenan a ETA son medios necesarios para defender la democracia.

El PNV ha interiorizado en su conjunto el convencimiento de que la lLey de Partidos se creó no en contra de ETA y Batasuna, sino del PNV, para dar a los constitucionalistas, mediante la exclusión de la izquierda abertzale, la mayoría que no lograron en 2001 y desalojar así al nacionalismo del Gobierno. Así lo expresó Egibar y antes Arzalluz en su charla de Tolosa. “Así es como el PSE y el PP han logrado la mayoría en el Parlamento vasco, con trampas”.

Me hago la misma pregunta que hizo el portavoz socialista en la Cámara vasca. “¿Cuántas sentencias, y de qué tribunales, necesitan en el PNV para reconocer que se han equivocado?”, con la Ley de Partidos. Aunque Joseba Egibar también lo dejó bien claro en la misma sesión: “El PNV respeta y acata” el pronunciamiento de Estrasburgo, pero nada más. “No tenemos por qué comulgar con la estrategia del Pacto Antiterrorista”.

No voy a ser yo quien determine qué debe o no pensar el PNV, pero es evidente que siguen sin digerir la salida del Gobierno en el que han permanecido treinta años. Y con declaraciones como las de Arzalluz (“Eso es lo que se da hoy: un continuo estado de excepción en el que nos están arrinconando a todos los nacionalistas con el pretexto de que todos somos iguales») se hace difícil pensar en que puedan volver a gobernar en Euskadi. Pero Arzalluz ya ha marcado el camino que hay que tomar, como defendió en su día la estrategia que condujo al pacto de Lizarra y que parece añorar: “sumar esfuerzos entre fuerzas nacionalistas para «dar pasos» encaminados a que «Euskadi sea un Estado», pero «sin mentiras y sin insultos». Menos mal que pone condiciones a esa unidad, entre ellas que ETA desaparezca. “Hay que clarificar las cosas» y decidir si se dejan o no las armas, porque con éstas siempre vamos a perder». Algo es algo.

Por Ángel Lázaro

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