Una fiesta. Multitudinaria, colorista, alegre, lúdica y llena de entusiasmo con consignas en contra del Gobierno y a favor de la vida. Así ha sido la manifestación de protesta contra la ampliación de la Ley del Aborto que se está tramitando en el Parlamento y que esta tarde ha concentrado a decenas de miles de personas que han desfilado por las avenidas céntricas de Madrid para expresar su rechazo. La manifestación estuvo convocada por 42 organizaciones sociales antiabortistas, ‘pro vida’ y defensoras de la familia tradicional, que intentaron, desde el inicio de los preparativos, que la protesta se convirtiera en una expresión de la ‘sociedad civil’ contra la nueva ley del aborto, por lo que ningún partido político figuraba como promotor. Sorprendente ese tono festivo cuando los convocantes aseguran defender la vida de los nonatos y evitar el asesinato de los mismos. ¿A qué viene entonces ese jolgorio?
La marcha contó con una nutrida y selecta representación del PP (hasta cien diputados y senadores) y aunque no asistió su líder Mariano Rajoy, animó hace varias semanas a participar en ella, a título personal, a dirigentes, militantes y simpatizantes. Por su parte, la Conferencia Episcopal respaldó abiertamente la iniciativa de protesta y también instó a sus fieles a sumarse a una iniciativa que consideraba “legítima y conveniente”.
Quién si acudió, como hizo público previamente, fue el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, a quien se vio acompañado de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Lo hicieron, no obstante, a título personal, según declararon cansinamente en numerosas ocasiones responsables de prensa del partido, por si alguien seguía equivocado respecto a la presencia de los dirigentes populares. José María Aznar ha explicado su presencia como gesto de rechazo a una reforma que “pasa todos los límites” y que además es un proyecto “retrógrado” del Gobierno socialista. El ex presidente del Gobierno, continuamente aclamado por los manifestantes que insistían en saludarle y hablar con él, ha dicho a los periodistas que para él era un “deber de conciencia y de ciudadano” acudir a la protesta.
Obvió comentar, al contrario que días antes, que en sus ocho años de Gobierno la ley del aborto siguió vigente en este país, pese a que él y su partido pudieron haberla cambiado, considerando que los últimos cuatro años en el poder tuvieron mayoría absoluta. Como obvian quienes apoyan el rechazo a la ley y braman contra el cambio que ahora pretenden introducir los socialistas que se trata de un derecho de las ciudadanas y no un deber. Que a nadie se le obliga a abortar, pro sí proteger a quien lo hace (sin entrar en detalles de por qué lo hace) y evitar la desprotección ante la ley.
Por eso se hace inexplicable el rechazo que existe en este momento ante el proyecto gubernamental, aunque es evidente que se han explicado muy mal los cambios y por qué se introducen ahora esas medidas correctoras. Y se ha confundido, además, a la población con pobres explicaciones sobre si las jóvenes de 16 años pueden ocultar a sus padres que pretenden abortar. Pero la ley del aborto tiene en este país una vigencia superior a los veinte años. Que nadie se confunda.