No soy ningún oportunista, ni pretendo sumarme (ahora que todo parece más claro) al carro del vencedor; porque aunque parezca lo contrario en esta historia hay claros vencedores (y también vencidos), pese a que algunos se empeñen en no querer ver la realidad. He tardado en escribir sobre este tema porque mis obligaciones laborables me han tenido muy ocupado en las últimas 72 horas y apenas si he podido teclear nada en el ordenador.

Ahora que ya me encuentro algo más desocupado (aunque aún me queda por delante una semana bastante dura), me voy a explayar a gusto. Mi carácter de cascarrabias, me obliga además a defender a los más débiles, frente a aquellos que se arrogran la prerrogativa de defender a capa y espada lo que a todas luces ha sido una auténtica mamarrachada.

Sí, no encuentro un calificativo más amable (de los otros todos los que quieran). Pero esa huelga salvaje que han protagonizado los trabajadores de Euskotren es, además de brutal, carente de toda lógica. Y es evidente que así lo han entendió los sufridos usuarios que son quienes realmente han pagado el pato y se han visto perjudicados por la acción desmesurada, brutal, incontrolable, montaraz y agreste de esta gente que dice estar al servicio de los trabajadores. Evidentemente quienes más culpa tienen son los sindicatos y a la cabeza de todos, no solo ELAy LAB, sino también UGT, donde estaba afiliado el maquinista fallecido en el accidente de Lezama.

Resulta meridianamente claro que detrás de este paro se esconden intereses oscuros que solo pretenden castigar a quien ocupa ahora el sillón de Ajuria Enea. Porque no se atisba, de momento, ninguna causa que permita justificar la huelga, convocada a última hora de la noche, con la que se pretende protestar por la seguridad laboral. Y si el último objetivo es, en todo caso, fustigar a López y su gobierno, pueden hacerlo convocando la pertinente convocatoria con tiempo y trasparencia para no castigar con esa medida a quien menos culpa tiene: los usuarios. Flaco favor se han hecho esos trabajadores que, más pronto que tarde, reclamarán de los usuarios el apoyo a sus reivindicaciones salariales. Y mucho menos haciendo coincidir el duelo por la muerte de José María Colillo con un salvaje e inexplicable chantaje social.