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Ángel Lázaro

El cascarrabias

¿Alguien cree ya al asesino confeso de Marta del Castillo?

Sinceramente. Siento asco. Ver la imagen del principal imputado por el asesinato y desaparición de Marta del Castillo, Miguel Carcaño, me produce náuseas. Y no me vengan con la presunción de inocencia y el sistema judicial. Hay alimañas que no pueden seguir sueltas y a las que no se les debe tratar con guante blanco. Son asesinos sin alma y sin entrañas que ni tan siquiera son capaces de enfrentarse como hombres ante un hecho tan execrable como el que han cometido. Han matado a una joven y además siguen mareando a la Policía sobre el destino que le dieron al cuerpo de su víctima. Una actitud que hace aún más condenable su acción.

Saben que un jurado popular juzgará a los asesinos del Marta del Castilllo. Parece evidente que ningún ciudadano puede entender la actitud de estos desalmados. Sí, deben pasar por el banquillo de los acusados en audiencia pública y oír la condena. ¿Acaso alguien confía a estas alturas en su inocencia? Y esto no es un prejuicio vengativo, aunque habrá alguien que invoque el derecho a la presunción de inocencia que se merece todo procesado. Pero a tenor de lo conocido hasta el momento, sólo espero el día del juicio para que ese jurado aplique la condena más dura y un juez lo ratifique, porque es de ley.

Miguel Carcaño vuelve ahora sobre su primera versión (se ha dicho y desdicho en tantas ocasiones), pero dudo mucho de que alguien pueda creer algo de lo que suelta por esa boca. En su nueva declaración ante el juez, el acusado ha relatado que mató a Marta del Castillo en la noche del pasado 24 de enero al golpearla con un cenicero, después de mantener una discusión con ella. Posteriormente, ha negado que violara a la adolescente y ha exculpado de los hechos al menor de edad, apodado ‘El Cuco’. El asesino confeso de Marta del Castillo ha asegurado que cambió la primera versión de los hechos para evitar ser juzgado por un tribunal popular, tal como ha decretado el juez de Instrucción número 4 de Sevilla, Francisco de Asís Molina. De su anterior declaración, Carcaño sólo mantiene que arrojó el cuerpo de Marta a un contenedor, y no al río, por lo que el cadáver debería encontrarse en el vertedero de Alcalá de Guadaíra.

Recuerden que la Policía peinó escrupulosamente el vertedero y no encontró rastro alguno de la joven. Los investigadores saben que el acusado (y sus cómplices) miente, pero no saben ya cuál es la versión y dónde investigar. Lo cierto es que el cuerpo de Marta del Castillo sigue sin aparecer y, por tanto, el duelo de sus padres es aún más doloroso. Cada vez que uno de estos procesados cambia su versión sobre lo sucedido, en el domicilio de la joven se vuelve a revivir la pesadilla. Pero lo peor de todo, es que Marta sigue sin encontrar el descanso que se merece.

Por Ángel Lázaro

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