La cosa comienza a calentarse. Ya se hacía difícil que durara durante tanto tiempo el ‘consenso’ en la actuación de las fuerzas de seguridad vasca que dirige el socialista Rodolfo Ares. La polémica ha llegado a su punto álgido tras los incidentes del pasado domingo en Gernika, inmersa en sus fiestas patronales. Alrededor de las 21.00 horas, agentes de la Ertzaintza se vieron obligados a disolver un acto en favor de los presos que había sido prohibido por la Audiencia Nacional. La actuación policial derivó en algaradas que se saldaron con cuatro personas detenidas -puestas en libertad ayer bajo acusaciones de enaltecimiento del terrorismo-, con nueve policías contusionados y con varios contenedores incendiados.
Tanto el PNV como EA han tratado de diatanciarse de esta actuación y se han desmarcado de los planes de la consejería. Mientras Urkullu instaba a gestionar la campaña con prudencia, el alcalde de Gernika. José María Gorroño (EA), tildó de «excesivas» algunas de las actuaciones de la Policía autónoma y acusó al Gobierno vasco de generar «alarma social» y poner «en riesgo» a ciudadanos pacíficos.
La estrategia del Gobierno vasco es clara: no dejar «espacios de impunidad a los terroristas». Pero, lo que en un primer momento parecía haber despertado un atisbo de aceptación entre buena parte de las formaciones políticas, se ha convertido finalmente en un nuevo motivo de enfrentamiento. Las críticas más duras hacia la línea de actuación marcada por el Ejecutivo de Vitoria las protagonizó ayer el alcalde de Gernika. José María Gorroño, de EA, tildó la intervención del domingo de la Ertzaintza de «excesiva» y «sin justificación» alguna. «Siempre hemos defendido una Policía bien dirigida, pero no con actuaciones desproporcionadas. Las fuerzas de seguridad son de orden y no de desconcierto general», expresó.
El consejero, sin embargo, y como no podía ser menos, lo tiene claro . “La Ertzaintza lo que hace es velar por el cumplimiento de la ley”. Y no puede ser de otra forma. Fiel al compromiso que adoptó cuando tomó posesión del cargo, su intención era defender a capa y espada la legalidad y, por tanto, impedir que camparan a sus anchas los violentos y sus defensores. Pero hay quienes todavía no acaban de creerse que esta conducta es la que debe imperar en el comportamiento de la Ertzaintza.
Todo ello, además, cuando la izquierda radical trata de tensar la cuerda con el Gobierno vasco en relación con la colocación de numerosas fotos de presos en las fiestas de Bilbao. Como ya ocurriera en Ondarroa, las calles de la capital vizcaína, en plena Aste Nagusia, permanecen desde el sábado plagadas de carteles y pintadas en favor de ETA, algunos colocados minutos después del lanzamiento del txupin. Fuentes de Interior han asegurado a este periódico que el departamento tiene previsto retirar todos estos símbolos de las calles de Bilbao, aunque aún sopesa la mejor fórmula para evitar cualquier clase de altercados. Y es que no puede ser de otra forma, por mucho que algunos aún les pese. Fuera los espacios de impunidad.