Reivindicativo, como en los viejos tiempos y como debe ser. Ante todo, defensa de los trabajadores. Ese es el sentir de este 1 de mayo. Los secretarios generales de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, y UGT, Cándido Méndez, emplazaron a Zapatero a que en el próximo debate del estado de la Nación envíe un mensaje claro de rechazo a cualquier iniciativa que suponga abaratar el despido o recortar salarios, protección social o pensiones.
Según Fernández Toxo, Zapatero tiene el próximo 12 de mayo una oportunidad de “oro” para decir a los ciudadanos que los cambios en su Gabinete no han sido una “operación de pura cosmética”, sino que suponen un cambio de políticas para combatir la crisis. Es necesario, explicó, un plan de choque para atender a las personas que se están quedando sin trabajo, para lo que hay que mover los recursos públicos disponibles, gravar las rentas más altas y que el dinero que se ha dado a las entidades financieras fluya a la economía real.
Las manifestaciones de ste 1 de mayo parece que han llevado más gente que en los últimos años, pero menos de lo que sería de desear para que el mensaje llegue nítido a los empresarios: los trabajadores no deben ser los únicos que paguen la crisis. Una cosa es ser solidarios y comprensivos (congelación salarial, productividad, etc) y otra que los empresarios aprovechen para soltar lastre amparados en las dificultades económicas.
Por eso los dos dirigentes sindicales advirtieron al Parlamento de que no deben “sacar las castañas del fuego” a la CEOE y aprobar sus demandas de recorte, ya que si no habrá conflictividad con el movimiento sindical. Mientras que Toxo avisó de que “por ahí se llega a la conflictividad” y a la “huelga”, Méndez dijo que puede generar un “enfrentamiento entre las decisiones del Parlamento y los objetivos del sindicato”.
La crisis afecta a todos, menos a los bancos que siguen declarando grandes beneficios, evidentemente menos que en ejercicios anteriores, pero que aún tiene un colchón considerable. Y, sin embargo, siguen sin soltar el dinero a las pequeñas empresas, de forma que puedan paliar las penurias a las que deben enfrentarse y, sostener, los puestos de trabajo de miles de empleados en esta país. Cuatro millones de parados son demasiados