El Gobierno que Zapatero eligió para su segunda legislatura ha durado menos que un caramelo a la puerta de un colegio. Y, la verdad, ha dejado descontentos a tirios y troyanos. No he visto ni he oído en estas últimas horas a ningún tertuliano (ni de los considerados afines) bendecir esta operación del jefe del Ejecutivo.
A Zapatero se le estropeó la sorpresa el domingo a media tarde, mientras aún le quedaba en el omóplato la huella de la mano que Obama le había puesto mientras proclamaba su declarada amistad. Los digitales esbozaban a bombo y platillo la imagen de ambos dirigentes, pero el titular se lo llevaba el previsible cambio de Gobierno que preparaba el presidente español. Las quinielas se dispararon y comenzaron a llenar las casillas con media docena de nombres que, al final, han caído como estaba previsto en el lugar adecuado. Zapatero solo nos ha sorprendido con tres designaciones: el de la nueva ministra de Cultura, Angeles González Sinde; el de Trinidad Jiménez, que ocupará la cartera de Sanidad y Políticas Sociales; y el de Angel Gabilondo, que será titular de Educación.
Hete aquí que estos tres ministerios sorprendentes son los que mayor polémica han alcanzado, quizá porque llevamos 48 horas de asunción del resto de los relevos (Manuel Chaves, Pepiño Blanco y el ascenso de Elena Salgado). Zapatero ha cambiado de idea antes de que hayan transcurrido los doce primeros meses de su segunda legislatura. Quizá era evidente que Pedro Solbes saldría del Gobierno (lo ha reclamado tantas veces….) por el cambio de la coyuntura económica. Quizá se vea con resignación el desembarco de los pesos pesados del PSOE en el Ejecutivo (¿por cierto es el partido quien quiere controlar al Gobierno o es Zapatero el que quiere mantener más unidos a los compañeros socialistas?). Pero no me digan que no sorprende que se haya cansado de Bernart Soria, Angeles Cabrera y de César Antonio Molina . Otro caso es el de Magdalena Alvarez que apenas se aguantaba ya en ese gabinete, al que comprometía cada vez que daba una explicación concreta sobre retrasos, inauguraciones o problemas en las infraestructuras españolas.
Hay quienes aseguran que Zapatero ha pretendido dar un golpe de timón para capear de la mejor manera posible el temporal de la crisis. El presidente ha justificado la remodelación de su Ejecutivo por la necesidad de un “cambio de ritmo” ante el actual contexto político y la situación económica. Asimismo se ha mostrado convencido de que con los cambios anunciados se podrán afrontar los retos del futuro “con un nuevo impulso y más fortaleza”, y ha reiterado la prioridad del Gobierno de luchar contra la crisis económica.
En el Gabinete aparecen cinco caras nuevas, salen cinco ministros y se mantiene la paridad, con nueve mujeres y nueve hombres, incluido el propio Zapatero. Se mantienen 17 departamentos, aunque algunas competencias cambian de área. Así la Política Social será gestionada desde Sanidad y las Universidades vuelven a Educación. Sólo cuatro ministros de Zapatero se mantienen en el Gobierno desde 2004. María Teresa Fernández de la Vega (vicepresidenta primera y Presidencia), Elena Salgado, Elena Espinosa (Medio Ambiente, Medio Rural y Marino) y Miguel Ángel Moratinos (Exteriores) son los únicos que siguen acompañando a Zapatero desde que ganó las elecciones de 2004.