La tercera línea del metro parece ya una realidad. Eso debería contentar a todo el mundo, incluido al cascarrabias. Sin embargo, hay un pero. Como ya se anunció en su momento, el primer tramo de la línea cubrirá el trayecto Etxebarri-Txurdinaga (las obras cuentan con un presupuesto base de 65,5 millones de euros y un plazo de ejecución de 45 meses). Pero Rekalde sigue fuera del proyecto.
Con el inicio de las obras, los gestores del metro parece que ya han descartado sumar a toda esa población más cercana a las laderas del Pagasarri. La verdad es que no entiendo cómo si el crecimiento de Bilbao se ha dirigido hacia esa zona (incluido Irala o más recientemente Miribilla), se la margine de los beneficios del suburbano. Uno tiene mala leche, pero sabe reconocer que el metro tiene notables ventajas en el servicio de comunicación y más en una ciudad congestionada por el tráfico, como es Bilbao.
No vayáis a pensar que vivo en una de esas barrios que he citado. Ni mucho menos. Pero aspiro a que el metro de Bilbao se equipare (en su dimensión) a cualquier otro del mundo. Y si se mantienen trazados que no den servicio a toda la superficie (por supuesto que por debajo), nunca se alcanzará el nivel de otros metros como los de Barcelona, Londres o París. Entonces sí que podríamos hablar de una bilbainada más.
Confío en que se le encienda la luz al nuevo gobierno que salga de las urnas y reconsidere el trazado de la línea 3 (con un presupuesto global de 153 millones de euros, ofrecerá conexiones ferroviarias cada cinco minutos entre las estaciones de San Antonio de Etxebarri y Matiko) o presente unas ideas básicas para una línea 4 en la que puedan integrarse Miribilla (donde estará el nuevo Palacio de Deportes), Irala y Rekalde, por ejemplo. No sé qué sentido tiene incluir a unos vecinos de Bilbao (y demás pueblos) y dejar a otros sin el metro.