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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Lui (51): un mentiroso inocente

“Bunga bunga para todos”, esto es lo que dijo ayer Silvio Berlusconi tras su absolución en el ‘caso Ruby’, festejando con sus seguidores. Era broma, claro, pero es el mejor epitafio para esta historia. Que la fiesta continúe. El Tribunal Supremo italiano le absolvió la noche del martes definitivamente tras cinco años de sumario y tres juicios. Los tres magistrados se tiraron diez horas encerrados deliberando, fue una decisión difícil, y al final determinaron que el entonces primer ministro no cometió en 2010 ninguno de los dos delitos que se le imputaban: ni prostitución de menores ni concusión, abuso de poder. Pero la verdad es que además de no ser tan inocente ha quedado demostrado que ha mentido descaradamente. Sus propios abogados admitieron el martes el ejercicio de la prostitución en casa de su cliente. Como en casos anteriores, el peso político de la sentencia es enorme, o lo sería en otro país.

La noticia salió la medianoche del martes y se dio mal, y luego al día siguiente ya no interesaba demasiado, además de que todo lo relacionado con Berlusconi hace tiempo que aburre a las ovejas. Lo peor fue ver la inercia de agencias adocenadas, y de diarios digitales que copian y pegan maquinalmente sus textos, contando que este hombre es inocente y que ahora regresa a la política por la puerta grande. Son dos mentiras propagandísticas. A Berlusconi le habrán absuelto, pero inocente no es. Lo ha explicado muy bien su propio abogado, Franco Coppi: “Una de las primeras páginas de cualquier manual de derecho penal subraya la separación entre derecho y moral. No hay confundir nunca cuestiones de confesionario con cuestiones de derecho penal”. Y tampoco vuelve porque nunca se ha ido, lo que pasa es que ya parecía como si no estuviera, porque no pinta mucho. Su partido agoniza, muy dividido en guerras internas, y la derecha italiana está totalmente patas arriba.

Y lo cierto es que Berlusconi sigue inhabilitado para cargos públicos hasta 2019, pero no tiene nada que ver con el ‘caso Ruby’.  Se debe a su condena en firme a cuatro años por fraude -que se quedaron en tres por un indulto- en el ‘caso Mediaset’, lo que llevó a su expulsión del Parlamento en noviembre de 2013. El anciano líder, de 78 años, no puede presentarse a unas elecciones. Otra cosa es que siga ejerciendo de líder de la derecha, nadie se lo impide. Y otra cosa es que pueda hacerlo con ese currículum. La debacle de la derecha italiana, con el nuevo partido estilo Marine Le Pen de Matteo Salvini, se medirá en las regionales de mayo. Ahí se verá si algunos italianos siguen tragando con tanta trola.

En realidad en el juicio ha quedado probado que Berlusconi sí hizo exactamente esas dos cosas que señalaban los cargos: acostarse con una prostituta menor, la famosa ‘Ruby’, y abusar de su cargo presionando a un jefe de Policía de Milán, con catorce llamadas a su casa a medianoche, para que la soltara tras haberla arrestado por robo. Pero, tomando la ley al pie de la letra, faltan detalles esenciales para que se configure el delito como tal: no se ha probado, más allá de toda duda, que Berlusconi supiera que ‘Ruby’ era menor, y la nueva tipificación de la concusión exige ahora que el funcionario coaccionado no solo se vea amenazado o intimidado, sino que obtenga una ventaja de la vulneración de las reglas. Este delito fue modificado en 2011, con el juicio en marcha, de forma polémica por el Gobierno de Mario Monti. Se dijo, que en su nueva formulación salvaría a Berlusconi, y así ha sido.

Según la costumbre judicial italiana, el martes sólo se anunció la decisión, y a la espera del texto motivado de la sentencia, en las próximas semanas, a estas alturas ya está claro que todo lo más grave del escándalo era verdad. El líder de la derecha juró varias veces que no ha pagado en su vida por acostarse con nadie y que sus veladas eran “cenas elegantes”. Sin embargo los tribunales ya han establecido que, siendo primer ministro, organizaba orgías de prostitutas en su mansión de Milán, y entre ellas estaba la marroquí Karima el Mahroug, alias ‘Ruby’, de 17 años, que fue a ocho fiestas y se quedó a dormir al menos dos veces. En mayo de 2010 ‘Ruby’ fue detenida por robo y Berlusconi, que estaba en París de viaje oficial, levantó de la cama al comisario para que la pusiera en libertad. Aseguró, con una célebre trola, que era la sobrina del presidente egipcio Hosni Mubarak. La chica, en vez de ser enviada a un centro de acogida, como dispuso la fiscal de menores, fue entregada a una amiga del mandatario, Nicole Minetti, diputada regional, organizadora de las orgías.

El fiscal, que pedía la condena, argumentó el martes que Berlusconi tenía que saber que ‘Ruby’ era menor porque lo sabía todo su entorno y el amigo que la llevó a su casa. Acerca del embuste de Mubarak, dijo que era “digno de película de Mel Brooks y todo el mundo se ha reído de nosotros”. La presión sobre el comisario, sostuvo, “fue una violencia irresistible para obtener un resultado indebido”. Pero el tribunal no lo ha considerado así y ya explicará por qué cuando divulgue la sentencia argumentada.

Por otro lado, no debe olvidarse que hay otra investigación abierta contra él y otras 45 personas por la presunta compra de testigos para que mintieran en este proceso que acaba de terminar de esta manera. Entre quienes habría comprado Berlusconi para que mintieran o callaran está la propia Ruby, a la que ha seguido pagando hasta hace pocos meses, como ya hemos contado aquí. Ruby recibe ingresos periódicos en contante de hasta 15.000 euros y 21 de las chicas de sus fiestas, que negaron que allí pasara nada raro, siguen siendo mantenidas por este inocente magnate.

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