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Íñigo Domínguez

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En Grecia: “Ajustar las cuentas sin matar la democracia”


Me han mandado a Grecia, por quinto año, y vamos a ver qué pasa. Durante unos días dejamos Roma y hablaremos de lo de aquí.

 

Se acerca el día en el que a lo mejor Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda Syriza, es el nuevo primer ministro griego y no deja de lanzar mensajes conciliadores a Europa, preparando la pista para que no le reciban como si aterrizara un marciano. Las elecciones son este domingo y al día siguiente, si gana él como dicen los sondeos, puede cundir el nerviosismo en Europa y el descontrol en los mercados. La mañana del lunes promete ser muy muy movida. Tsipras, que no está dando entrevistas a medios extranjeros, se comunica con artículos. Ayer eligió el ‘Financial Times’, biblia financiera y conservadora, para asegurar que “un Gobierno de Syriza respetará las obligaciones de Grecia” y no hará locuras, sólo que tiene recetas muy distintas de las actuales. “Grecia puede ajustar sus cuentas sin matar la democracia”, promete. “La austeridad ha fracasado, no hay ninguna razón lógica para continuar con una medicina que propaga la metástasis”.

Lo cierto es que en las calles de Atenas, con cualquiera que hables, de derecha e izquierda, todo el mundo pide un cambio a gritos, porque siente que está llegando a su límite. Basta ver cómo la gente empieza a revolver en los contenedores de basura en cuanto cae la noche, o cómo señores trajeados buscan billetes de metro válidos en las papeleras de las estaciones. Syriza sería ese cambio, no sólo de política, sino de políticos. El conservador Nueva Democracia (ND), del primer ministro Antonis Samaras, gobierna con los socialistas, el PASOK, y son los dos partidos de toda la vida. Corruptos, responsables del desastre y que encima están gestionando su dolorosa solución, sin margen de maniobra. Les viene impuesta desde la ‘troika’, el trío de prestamistas formado por Comisión europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha impuesto las condiciones de los 240.000 millones concedidos en dos rescates.

Tras cuatro años de tremendos recortes que, por ejemplo, han dejado a tres millones de personas -en un país de once millones- fuera del sistema sanitario, hay una sensación creciente, o se confunde con el deseo, de que esta vez Europa va a aflojar la cuerda. De ahí la palabra clave del lema de Syriza, “esperanza”. No es como en 2012, con el terror a una salida del euro y una hecatombe general. Ahora la propia UE cambia hacia una mayor flexibilidad y se espera que hoy el BCE dé una señal con su esperada compra masiva de deuda, con la incógnita de si incluirá o no a Grecia.

También Syriza ha cambiado y ha pulido su discurso. No parecen ya una banda improvisada de rojos, sino unos socialdemócratas con estudios, aunque en la base siga habiendo de todo. Su ideólogo económico es Yanis Varoufakis, profesor de economía política en la universidad de Austin, Texas. Es el cerebro del programa de choque de Syriza, llamado Documento de Salónica y presentado en esta ciudad en septiembre de 2014. Ha sido un esfuerzo por dar concreción a lo que hasta ahora eran consignas vagas.

Leyendo el programa se comprende bien el dilema del votante griego. Por un lado Syriza promete salir al paso de la “crisis humanitaria” griega con un Plan de Reconstrucción Nacional: electricidad gratis -hay miles de vecinos sin luz porque no la pueden pagar- a 300.000 familias pobres, dar una vivienda a quien no la tiene, añadir una paga más a las pensiones inferiores a 700 euros, sanidad gratuita a los parados no asegurados… Sólo esto suma una inversión de 1.000 millones.

En cambio, respetar los compromisos con la ‘troika’ exige ya, con un ultimátum el 28 de febrero, que Grecia pegue otro palo de 19 medidas: total liberalización del despido, reducir aún más las pensiones, eliminar la moratoria que impide el desahucio en la primera vivienda, un tajo de 2.000 millones más en los presupuestos de 2015,… Si no, Atenas no recibirá la última cuota del rescate, 1.800 millones. Tampoco una línea de crédito del Mecanismo Europeo de Estabilidad que le permitirá financiarse en buenas condiciones. Y en marzo le vencen 5.000 millones en créditos y bonos. Más otros 15.000 en los próximos meses. En esta espiral diabólica ha vivido Grecia en los ultimos cuatro años.

Syriza propone romper ese círculo vicioso, porque lo considera un sinsentido que sólo masacra a los griegos. Creen que el problema real que no se quiere afontar es una deuda, el 175% del PIB, que es imposible de pagar y en un 80% es con la propia ‘troika’. Por eso plantean, y Tsipras lo volvió a repetir ayer, una gran conferencia europea sobre la deuda, similar a la que en 1953 perdonó la suya a Alemania, que salía diezmada de la guerra. “Grecia estaba entre los acreedores”, subraya el líder de Syriza. “No es la intención de la Comisión convocar una conferencia de este tipo”, replicó ayer el presidente de la institución, Jean-Claude Juncker. Ahora el pulso es hipotético. A partir del lunes puede ser real.

(Publicado en El Correo)

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