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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Vacaciones con canguro

 

Me despido durante el mes de agosto, pero estén tranquilos que no creo que vaya a cambiar nada, y de todas maneras aquí dejo a la tropa con canguro.

La gran reforma del Senado de Renzi se ha empantanado en el Senado, algo sorprendente si se piensa que pretende que voten su suicidio y disolución. Le han plantado 7.800 enmiendas, todas medio inventadas con el único fin de bloquear el trámite hasta el infinito: el primer día echaron mañana y tarde y sólo debatieron cuatro. Uno que pide la palabra, el otro también, un paripé divertidísimo. Renzi amenazó con dejarles a todos sin vacaciones y pasar allí el mes de agosto, de nueve a nueve, apretando 7.800 veces el botoncito de voto. Menos mal que entonces se inventaron lo del canguro.

La técnica del canguro -les juro que le llaman así y se habla de ello en la prensa con normalidad- es una estratagema para ventilar en bloque todas las enmiendas que se parezcan. De ahí derivan algunos términos de la espesísima jerga parlamentaria como norma ‘cangurabile’ y demás. La Junta de Reglamento del Senado se reunió el otro día tres horas y dijeron que sí que se valía. Entonces de un plumazo se cargaron 1.400 enmiendas. En los escaños del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) empezaron a agitar un  muñeco de un canguro en plan de coña y el presidente de la cámara ordenó de inmediato a los ujieres que apresaran el peluche. Pero los senadores lo escondían debajo de los bancos y no había manera. Al cabo de un rato el canguro volvía a asomar por otro lado. Un cachondeo, como en clase de sociales con un profesor lelo.

Así hemos llegado a la semana decisiva… creo que número 66, pero esta sí que es la buena, de verdad, para las míticas reformas. Se han puesto de límite el 8 de agosto, pero no sería raro que les dejaran a todos para septiembre. Porque luego llegan las votaciones secretas y en el feliz anonimato todos los cálculos saltan por los aires y surgen decenas de traidores.

De todos modos ¿estamos hablando de algo que note la gente en su vida diaria o arregle algún problema? Pues no, la verdad, su único efecto actual es un aburrimiento monstruoso. Me da una pereza enorme contárselo porque van a dejar de leer y es que además a lo mejor pasado mañana lo cambian todo y estamos perdiendo el tiempo. Pero ¿estamos hablando de algo importante? Pues sí, la verdad, si al final hacen algo se notará a largo plazo: quieren cambiar el Senado y luego el sistema electoral. Pero por eso mismo, porque es importante, da miedo dejarlo en manos de estos inútiles.

 

Una parte, el centro-derecha, son los mismos que aprobaron la nefasta ley electoral de Berlusconi en 2005. De hecho, el autor confeso del delito, Roberto Calderoli, que la bautizó directamente como ‘porcata’, cerdada, es uno de los próceres que ahora firma las nuevas reformas, cuando debería retirarse a las montañas de la Padania de la verguënza y no regresar jamás. Pero ahí está, partiendo el bacalao. Casi desde el día siguiente de aprobar este sistema desastroso, pensado por Berlusconi para arruinar el probable triunfo de la izquierda en las siguientes elecciones y que garantizaba la ingobernabilidad, empezaron a hablar de cambiarlo, y llevamos así nueve años. Eso debe de ser para Berlusconi pensar a largo plazo. Encima el tribunal constitucional lo declaró inconstitucional, aunque le llevó ocho años decidirlo, y tras desmontarlo lo dejó un sistema proporcional puro, que sería como convertir definitivamente el parlamento en un manicomio: imaginen uno con cien partidos o por ahí.

Hay que cambiar el sistema de voto como sea, porque no se podría convocar unas elecciones ahora. Con eso juegan ahora unos y otros, para ganar tiempo, para perderlo, para meter miedo… El problema siempre es el mismo: cada partido sólo quiere el sistema electoral que le beneficia. La diferencia ahora es que Renzi, que es muy listo, ha concluido que el único modo de hacer algo es pactando con el enemigo, con Berlusconi. Aunque ya es mala suerte que lo haga justo cuando empezaba a no pintar nada y encima le condenan por evasor fiscal. Así que entre los dos han pactado un sistema que premia al primer partido y le regala la mayoría, y además parece que será con listas cerradas. Es para garantizar estabilidad y, por tanto, que por fin alguien decida y haga cosas, no como en el último medio siglo. El problema es que en Italia que mande sólo uno da un poco de miedo, por Mussolini y tantos otros bonitos recuerdos, y también porque predomina un imperioso deseo colectivo de trincar todos del pastel.

La cosa se pone aún más interesante con la reforma del Senado, porque quieren dejarlo de adorno. El objetivo es que Italia deje de tener un bicameralismo perfecto, es decir, que las dos cámaras ya no tengan la misma importancia y todas las leyes no deban ser aprobadas dos veces. Un latazo que retrasa los trámites una eternidad. En realidad cuando quieren las aprueban a toda velocidad, pero claro, tienen que querer y eso es lo realmente difícil. Algunas leyes ‘ad personam’ de Berlusconi han sido muy rápidas. Y por otro lado aunque se den prisa con decretos ley luego deben darles efectividad. Renzi, por ejemplo, tiene quinientos y pico normas amontonadas de sus predecesores Monti y Letta esperando el visto bueno.

La cuestión es que con tanto compromiso con esta reforma están perpetrando una chapuza: no se cargan el Senado, pero lo dejan en un centenar de escaños que no se eligen, sino que los rellenan con diputados regionales, alcaldes y otros elementos para que se reúnan en las tardes libres para sesiones consultivas que en teoría no sirven para nada. Y que de todas maneras parece que tendrán inmunidad parlamentaria, que al final a muchos mangantes es para lo que les sirve.

La combinación de un solo partido que manda y con una sola cámara que cuenta de verdad, sin más contrapesos, es lo que está levantando ampollas. Porque de ese modo un solo partido podría elegir solito, por ejemplo, el presidente de la República y los jueces del tribunal constitucional. Por eso los gritos que se oyen estas semanas son: ¡deriva autoritaria! ¡golpe de Estado! ¡vamos hacia la dictadura! El diario ‘Il Fatto’ ha recogido ya 200.000 firmas contra estas reformas y juristas de prestigio están bastante preocupados.

¿Qué pasará? ¿Se hundirá el país? ¿En septiembre tendremos un régimen tiránico? ¿Caerá Renzi con todo el equipo presa de su desmedida ambición? ¿Se convertirá por fin en un bluff? ¿Habrá elecciones anticipadas? De momento todos a la playa de vacaciones y en septiembre ya veremos. Aquí en agosto todo se para.

Mientras tanto, con las instituciones distraídas, la gente se organiza por su cuenta:

 

Playa delle Pergole, en Realmonte, Agrigento, Sicilia… un año más, como siempre.

Les deseo unas felices vacaciones, si las tienen, y si no, un tranquilo mes de agosto.

 

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