Les explico lo primero la expresión del titular, marcarse un Gandolfini, y luego lo comprenderán todo. Todos ustedes recordarán al gran James Gandolfini, el protagonista de ‘Los Soprano’. Sabrán que, por desgracia, murió este verano en Roma, de repente, en un lujoso hotel del centro. Pues bien el detalle, digamos de sabor local, del asunto es que mientras se llevaban el cadáver alguien le robó su Rolex.

Marcarse un Gandolfini, expresión que se me ocurre sobre la marcha como homenaje póstumo, viene de otra que hizo fortuna, al menos entre mis amigos en algunas bodas. Es esa de ‘marcarse un Hannover’, en referencia a lo que hizo Ernesto de Hannover en la boda del príncipe Felipe: saltarse la misa e ir directamente a la comilona.

En nuestro caso, marcarse un Gandolfini sería algo así como que te puteen incluso después de muerto. Se puede llegar a pensar que fue un caso aislado, en absoluto representativo de un estilo de vida, pero el pasado 8 de septiembre volvió a ocurrir en Bérgamo (norte del país). Es una historia peor que la primera. Es un suceso complejo, pero lo esencial es que una ginecóloga de 44 años, Eleonora Cantamessa, se detuvo a socorrer a un hombre tirado en plena calle al que le habían dado una paliza durante una pelea. Pero fue atropellada por un coche y murió. Pues bien, de nuevo el detalle increíble del asunto es que uno de los agentes de los Carabinieri que acudieron al lugar, donde había dos cadáveres y otros heridos, robó un bolso que había por allí. Luego se fundió 300 euros de la tarjeta de crédito en las tragaperras.

En estos casos los italianos de bien se indignan, como es normal, y lamentan vivir en ‘il paese dei furbi’, el país de los listos. Pero es que están por todas partes. Por ejemplo, uno de esos italiano de bien vio venir a los listos desde muy lejos en la oposición por las plazas para la especialización del departamento de Cardiología del Policlínico de Roma (centro del país), de la universidad de la Sapienza. El pasado 13 de junio, un mes antes del concurso, escribió un mail a un periódico con los nombres y apellidos de las seis personas que sacarían la plaza. Bingo, clavó los seis. Uno de ellos era un ejemplar alumno de 27 años que durante tres años había hecho de chófer del catedrático del departamento, un tal Francesco Fedele. Pero así es la universidad en Italia, lo sabe todo el mundo.

También se marcaron, a su manera, un Gandolfini los protagonistas de un suceso donde el mundo vuelve a estar al revés. Unos ladrones entraron en la cárcel de Pavía (norte), pero no detenidos, sino a robar. Debe de ser que las medidas de seguridad se centran en impedir que alguien salga, no que entren. Entraron por dos túneles y pasaron dos puertas blindadas. Se colaron en las mismísimas oficinas y se llevaron, repito, se llevaron la caja fuerte. Dentro había entre 5.000 y 6.000 euros. ¿Dónde está el Gandolfini? Pues es que el dinero eran los ahorros de los reclusos. Te meten en la cárcel y encima te roban. Es que ni ahí estás seguro.

Así llegamos a Berlusconi. El otro día salió momificado en un vídeo dirigido a los italianos. Anda muy cabreado porque ya saben que le han caído tres condenas. En fin, que oficialmente, ya no solo oficiosamente, es un delincuente de tomo y lomo, lo ha dicho el Tribunal Supremo. Dijo que:

-Que los magistrados italianos son un “contrapoder” que quiere “la vía judicial al socialismo”.
-Que es absolutamente inocente.
-Que esto es intolerable, en Italia “no hay certeza del derecho” y la democracia italiana está “mutilada”.
-Que los jueces ya eliminaron a cinco partidos en 1992 y 1993, en las investigaciones contra la corrupción de Manos Limpias, y que luego han ido a por él en cuanto entró en política en 1994. (Como sabemos, es al revés, entró en política porque veía que le iban a pillar a él también).
-Que ha sufrido 50 procesos. (En realidad son 18, y ya habría ido al trullo si no se hubiera encargado de pararlos y burlarlos desde el poder).
-En fin, que el país “está al borde de la catástrofe”, “nuestra libertad y nuestra democracia están en peligro”, y la gente tiene que salir a la calle a protestar y luego, a la hora de votar, votarle a él, pero en masa, porque sin una mayoría absoluta no se puede hacer nada. Gran final: “Porque Dios, cuando creó al hombre, lo hizo libre”. Es decir, no en el trullo.

Moraleja: salvemos el culo a Berlusconi, como si fuera una organización en defensa de las ballenas. Ya ven que este pobre anciano embalsamado siempre se hace un lío entre sus problemas personales y los de los demás. Quiere hacer creer que si le han condenado por mangante es un problema nuestro. Con cierta gracia, el director de cine Paolo Virzi propuso al día siguiente que todos los italianos hicieran un vídeo hablando de sus movidas personales, no sé, la falta de aparcamiento en su barrio, el vecino que pone la tele a mil, como si fueran un gravísimo problema de todos los italianos y haya que llamar a todos a las armas.

¿Dónde está el Gandolfini? El Supremo ha condenado a este señor a cuatro años de cárcel por una gigantesca evasión fiscal y también le ha condenado a pagar 500 millones por sobornar a un juez para que le regalara la primera editorial del país, la Mondadori. Es decir,  ha robado a los italianos y ha engañado a la Justicia. Y ahora les pide que le echen una mano ante una injusticia. Además, según dice, la situación económica es terrible y esto solo lo arregla él, aunque se le olvida que ha estado mandando ocho de los últimos doce años y está ahora en el Gobierno.

He adjuntado la última foto del sujeto, con su chica. Es un caso interesantísimo a seguir de búsqueda de la armonía y el equilibrio temporal a través de la cirugía. Él parece cada vez más joven y ella cada vez más vieja, quizá para encontrarse en un punto virtual del tiempo. La pobre Francesca parece una señora de 60 que está bien, cuando es una chica de 28 que está fatal. En cuanto a nuestro héroe, de 77 años, se rumorea que va a pedir la nacionalidad china.