El título quizá les parezca un poco fuerte, pero no es mío, es del Economist. Ya lo conocerán, es el pernicioso semanario de extrema izquierda de la internacional comunista, que obviamente tiene manía a Silvio Berlusconi. Aunque yo creo que a él, en el fondo, el título le encantaría. Es como coronarle emperador absoluto del ‘bunga bunga’, nada menos.
‘The Economist’ le está dando desde hace diez años. Antes de las elecciones de 2001, que ganó de calle, hizo una portada advirtiendo que este señor no era adecuado para guiar Italia. Las principales razones eran su conflicto de intereses, las graves acusaciones que pesaban sobre él en algunos juicios y sus procesos pendientes. Al cabo de una década han hecho balance y no pueden dejar de constatar que tenían razón. A los motivos anteriores, que no han hecho más que agigantarse, le suman el ‘bunga bunga’ pero dejan incluso de lado este aspecto folclórico y lo que les parece realmente preocupante es su desastrosa gestión económica. Porque no nos engañemos, a estos rojos lo único que les interesa es la pela.
La revista hace una radiografía brutal de Italia de 14 páginas. Opina que sólo el rigor fiscal del ministro de Economía, Giulio Tremonti, ha salvado de momento a Italia de la especulación de los mercados (aunque justo ahora todo el Gobierno intenta convencerle de que baje los impuestos a ver si todavía engañan a alguien). Porque Italia no crece: entre 2000 y 2010 apenas lo ha hecho en un 0,25% del PIB al año. En todo el mundo, sólo lo ha hecho peor Haití y Zimbabwe. Esto agrava el mal crónico de la célebre deuda italiana, que siempre anda por el 120%, el tercero más alto de los países ricos. En estos diez años, prosigue la revista marxista, la productividad ha bajado un 5% e Italia bate otros récords: en el índice ‘Doing Business’ del Banco Mundial ocupa el puesto número 82, detrás de Bielorrusia y Mongolia. Tampoco está mal la lista de competitividad del World Economic Forum, un digno puesto 48 detrás de Indonesia y Barbados.
‘The Economist’ enumera otros problemas, de sobra conocidos y siempre cuidadosamente evitados: políticas que discriminan a los jóvenes en favor de los ancianos; aversión a la meritocracia, que causa una fuga de talentos y jóvenes preparados al extranjero; un 25% de paro juvenil, con sueldos anclados en los años ochenta en los primeros empleos y un 40% de menores de 30 años que viven en casa de su padres; participación de la mujer en el trabajo de sólo el 46%; declive de la formación media y superior; privilegios excesivos a pequeños grupos de trabajadores; ‘lobbies’ que impiden cualquier reforma y modernización en todos los campos; infraestructuras abandonadas; servicios públicos al límite; economía sumergida con un peso del 16% del PIB; enorme presión fiscal, en torno al 46%; la Mafia…
La revista maoísta acusa a Berlusconi de no haber hecho una sola reforma de las prometidas, salvo un poco la de las pensiones y la flexibilización laboral, y haberse dedicado a sus asuntos. Ah, todavía recuerdo el anuncio a bombo y platillo del gran puente sobre el estrecho de Messina. En fin, nada nuevo. Ya dijo el otro día la presidenta de la patronal, Emma Marcegaglia, que Italia ha perdido una década.
Bueno, todo esto se podía ver venir hace diez años. Desde fuera al menos parece que se veía. Dentro han tardado un poco más, pero este último mes ha sido revelador. como ya sabrán todos ustedes que son chicos bien informados.
Primero hubo elecciones municipales en parte del país, incluyendo ciudades como Milán y Nápoles. En Milán el candidato de la izquierda era Giuliano Pisapia, procedente del partido SEL (Sinistra Ecologia Libertà), de Nichi Vendola. Un rojazo, para entendernos. Berlusconi y compañía dijeron que, si ganaba, la ciudad se llenaría de gitanos, rumanos, gays, terroristas, musulmanes y no sé qué más. Para que se hagan una idea, vean lo que escribió un tal Rodolfo Casadei, un intelectual católico, en su blog de ‘Tempi’, la revista de Comunión y Liberación. Es uno de esos alegres grupos ultraconservadores que han pululado en los últimos años en la Iglesia católica, y que es una enorme bolsa de votos que en Milán controla Roberto Formigoni, el presidente de la región. En fin, el sedicente intelectual decía esto:
«Pisapia es portador de una visión del hombre y de un proyecto de convivencia civil diametralmente opuesto a la cristiana. Berlusconi es un pobre cristiano pecador. Pisapia es, metafóricamente hablando, un Anticristo».Así que ya lo sa
Bueno, al menos la revista se disoció de las opiniones de su autor. Pero esa era la línea de la campaña. También, si recuerdan, aparecieron esos jocosos carteles por Milán que decía «Fuera las Brigadas Rojas de la Fiscalía», en referencia a los magistrados que procesan a Berlusconi, comparados en este caso con el grupo terrorista de los setenta que, entre otros, asesinaba a esos mismos magistrados. Resulta que los puso un tipo del partido de Berlusconi, un tal Roberto Lassini, que iba en las listas de las municipales.
Total, que una vez establecida la línea de la campaña, marcada por la mesura y el buen rollo, Silvio Berlusconi se mojó en persona con declaraciones de este tipo:
«No es un voto ordinario. Es un voto sobre mí y sobre mi Gobierno, está en juego mi futuro y el de la legislatura».Es más, pidió que en la papeleta se especificara su nombre -las llamadas ‘preferenze’, preferencias, en listas abiertas-, para contabilizar literalmente su apoyo popular y soltó anuncios melosos en la radio que decían: «Si me quieres, escribe mi nombre en la papeleta». No especificaba si luego, enviando el resguardo te enviaban a casa un collar con forma de mariposa o un detallito, como a sus chicas. Y además añadió: «Si obtengo menos de 53.000 preferencias la izquierda me organiza el funeral». Pero bien mirado, peor fue lo del ex-ministro y príncipe de los chaqueteros golfos, Clemente Mastella. Dijo que se suicidaría si en Nápoles ganaba Luigi Di Magistris, el ex-fiscal candidato de la izquierda que le procesó en su día.
¿Qué pasó? Todos tuvieron lo suyo en el explosivo festival de las municipales. Gracias a que Berlusconi convirtió las elecciones en un referéndum sobre él, la derecha perdió en todas partes. Yendo a los detalles, las 53.000 preferencias de Berlusconi se quedaron en 27.972. Su correligionario Roberto Lassini, el de los carteles incendiarios, sacó exactamente 872. En cuanto a Mastella (en pose tétrica en la foto) se teme lo peor y cada día que pasa sin noticias suyas es un sinvivir.
Dos semanas después se celebró el referéndum sobre energía nuclear, privatización de la gestión del agua y ley del legítimo impedimento. También sabrán como acabó. Berlusconi dijo que era mejor no ir a votar y fue el 57% del censo. La verdad es que ha tenido mala suerte, otro de los síntomas de que su encanto se está apagando. Propone después de 14 años el regreso a la energía nuclear, le montan un referéndum y pasa lo de Fukushima. Es una conspiración y con toda probabilidad se trató de un tsunami comunista.
Pero lo más revelador, al margen de centrales atómicas y agua, es el tercer asunto: unos 27 millones de italianos, es decir, de todos los partidos y colores, del propio partido de Berlusconi y de la Liga Norte, votaron también contra la ley del legítimo impedimento. Como sabrán, es la ley por la que nuestro héroe puede decir que está ocupado en sus asuntos oficiales para no ir a un juicio y que, por favor, que se lo pongan otro día, con el fin de hacer correr el reloj para que prescriba el delito. En la práctica, el día que tenía un proceso se iba a inaugurar un túnel y santas pascuas.
Es una de las últimas leyes ‘ad personam’ -ya son 19 si no me equivoco, porque ya he perdido la cuenta-, que se ha fabricado en estos años para burlar la Justicia. Es muy importante porque desmonta de golpe el gran sofisma que Berlusconi ha esgrimido siempre para justificar todas sus trampas para no ser procesado. Lo hemos contado otras veces: a mí me ha elegido la mayoría del pueblo-la democracia se basa en la soberanía popular-si un juez quiere procesarme está atacando la soberanía popular-luego se trata de un golpe de estado. Pues bien, los italianos han dicho que de golpe de estado nada y que se siente en el banquillo como todo el mundo.
El resultado de estas palizas electorales es de una gran novedad. Por primera vez en diez años, una vasta mayoría de italianos de todas las ideologías dice claramente a Berlusconi que sus tonterías ya no cuelan. Una mayoría parece haber despertado y reaccionado y ya no parece que haya vuelta atrás.
Hay otros síntomas interesantes de que algo se mueve. Por ejemplo, cómo se ha gestado todo esto, al margen de los cauces tradicionales. La recogida de firmas para el referéndum del agua se hizo calladamente, a través de Internet, con movimientos y organizaciones ciudadanas, en parroquias, con mesas en la calle, sin ningún eco en los medios y, de repente, un día tenían ¡casi tres millones de firmas! Bastaban 500.000 para la petición de referéndum. A mí me parece muy significativo porque golpea directamente y sustituye al que hasta ahora era el vehículo clásico y principal de persuasión y propaganda política: la televisión. Que ya sabemos en manos de quién está. La tele italiana de Berlusconi refleja el país de las maravillas, pero ya no se la cree nadie, y su gran arma de seducción ya no le funciona. La gente se envía sus vídeos haciendo el mono por Internet. Da igual que ni uno solo de sus telediarios los haya dado nunca. Como en otras movidas recientes en todo el mundo, Internet cobra cada vez más protagonismo. Por ejemplo, la estrategia de demonizar a Pisapia en Milán, que quizá en el pasado hubiera funcionado, se transformó en un auténtico jolgorio en Internet y la gente se tomó a coña. Miles de personas se entretuvieron en seguir el juego y ver quién decía la barbaridad más gorda: “Pisapia mete gatos en la lavadora”, “Pisapia ha asesinado a John Lennon”, “Pisapia te regala jerseys horrendos en Navidad”, y en este plan.
El futuro se pone interesante, pero muy incierto. Si cae Berlusconi va a dejar un agujero muy gordo y a saber cómo se reorganiza la derecha, aunque la resaca de esta década y el precio que pueden pagar por haber mantenido a este personaje quizá sean notables. En la izquierda están muy emocionados, pero son muy capaces de cagarla, como bien saben sus votantes. El mensaje de estas elecciones, en realidad, es un bofetón al aparato del Partido Demócrata (PD), pues han ganado los candidatos a los que se había opuesto. Ha vencido gente nueva, desconocida, pero que parece que cree en lo que hace y transmite ganas de cambiar las cosas. Ahí está el nuevo alcalde de Cagliari, Massimo Zedda, un chico de 35 años, que para Italia es una auténtica revolución. Su lema en las primarias, “Ahora le toca a quien tiene más energías”. Sería el momento de que la vieja guardia tuviera sabiduría para leer lo que ocurre, visión de futuro para pensar más allá de las elecciones y se retirara, apostando por alguien nuevo. Obviamente, no parece que tengan la menor intención.
A ver qué tal salen los nuevos chicos, porque lo mismo no duran un telediario, pero lo cierto es que en este momento, por primera vez desde hace dos décadas, hay un gran capital político sobre la mesa en Italia: las ganas de cambio, la ilusión recobrada de un nuevo comienzo, la esperanza de una vida mejor. Pero es una sensación acompñada de una gran incertidumbre porque no se sabe quién se lo va a llevar. No tiene por qué ser el más bueno y puede que sea el más listo. En una situación similar de vacío de poder en 1993 apareció un tal Silvio Berlusconi. Hasta hoy.
Sinopsis: Es de ‘Il caimano’ (2006), de Nanni Moretti. Reunión en la empresa audiovisual de Berlusconi, en 1993, en plena operación ‘Manos Limpias’ contra la corrupción política. Un gerifalte dice que la magistratura ha borrado la clase política y que la empresa tiene que tomar una posición clara contra el protagonismo de los jueces. Los sondeos dicen que la izquierda ganará las elecciones y esto el país no se lo puede permitir. Interviene uno de los presentes: «¿No se lo puede permitir el país o esta empresa?». En eso entra él: «El año que viene habrá elecciones y esta vez nuestro grupo quiere intervenir directamente, y todos deben dar una mano, nuestras televisiones, nuestras estrellas y nuestros diarios. Los moderados de hoy son genrte desenfocada, mediocre, gente sin carisma y temo que la única solución sea una nueva fuerza política guiada por mí». Replica el periodista: «A usted no le importan nada los moderados. Usted lo hace sólo porque su empresa tiene 5.000 millones de deudas y los jueces están llegando a sus cuentas en el extranjero. Usted quiere entrar en política porque si no iría a la cárcel».
FIN
¿Y qué piensa de todo lo que está pasando nuestro hombre? Él a lo suyo, como siempre. De puertas afuera sonríe, pero el otro día en el funeral de un amigo se confesó con sus conocidos y reveló sus auténticas preocupaciones. A saber: «Pero ¿de dónde saco todo ese dinero si me condenan?». No se preocupen, ahora se lo explico.
Se refiere a la sentencia en segunda instancia del proceso civil del caso Mondadori, uno de esos chanchullos de Berlusconi que ya en 2001 estaban en los tribunales. En síntesis, sus abogados corrompieron a un juez para que en una disputa judicial por el control de la editorial Mondadori se la dieran a él. Así fue y a día de hoy es suya, la dirige su hija Marina. En el proceso penal Berlusconi se libró de la condena por la aplicación de atenuantes genéricas que permitieron que su imputación cayera en prescricpión. Sus abogados y el juez fueron condenados. Pero en el proceso civil, de momento, le va a tocar pagar un pastón: la sentencia de primera instancia condenó en 2009 a Fininvest, el imperio de nuestro prócer, a indemnizar con 750 millones de euros al empresario al que le birló la editorial de malas maneras, Carlo De Benedetti, actual editor de ‘La Repubblica’ y ‘L’Espresso’, entre otros. Así quizá se explicarán algo mejor la línea de estas publicaciones. A lo mejor recuerdan el castigo que se llevó el juez que dictó esa sentencia por tamaña osadía: ¡escarnio público por llevar calcetines azules!
En segunda instancia, no obstante, los peritos han calculado que la indemnización debería reducirse hasta en un 40%. Pero vamos, que seguirá siendo un pastón. Y a Berlusconi ahí le duele, en la pela, como al ‘Economist’. Aunque tiene todo ese dinero y más, pero es un llorón. Según la revista ‘Forbes’, su patrimonio es de 5.500 millones. Pero ya ven, al cabo de diez años, esto del chanchullo Mondadori le sigue persiguiendo, y da la razón al ‘Economist’. Al final parece que se ajustan las cuentas o, como se dice en Italia, los nudos llegan al peine.
Sin embargo, donde se equivoca el ‘Economist’ es en infravalorar el ‘bunga bunga’. Es algo importantísimo. Berlusconi, de hecho, lo sigue manteniendo con una rígida disciplina, para evitar cualquier perturbación del mundo real. La confirmación, lo que son las cosas de la vida, ha llegado de una de sus máximas mamporreras, la honorable Daniela Santanché (chica de la foto), aunque hasta hace nada lo ponía a parir, porque decía que sólo concibe las mujeres en posición horizontal. Hasta que la hizo subsecretaria de algo, claro. Desde entonces es una de las que más airadamente ha negado las orgías de nuestro hombre y hasta berreaba en la puerta de los juzgados de Milán contra la conspiración de los jueces comunistas. Pues bien, esto era lo que hablaba por teléfono con su amigo Flavio Briatore, que le dice que los fiestones de ‘bunga bunga’ siguen como si nada con todo lo que ha caído:
«Ya no son allí (en Arcore), sino en la otra villa. Todo como siempre, no ha cambiado una mierda. Los mismos actores, la misma película, proyectado en un cine distinto. Como antes, más que antes. Mismo grupo, alguna nueva, pero es lo mismo (…) ¡Está enfermo Dani! Lo que le gusta es ver a estas que, cansadas, quieren parar. Cansadas, dicen, porque estas ya se lo saben, después de dos empujones empiezan a decir que están cansadas, que las ha destrozado…»
«Me dejas sin palabras. ¡Pero entonces aquí se viene todo abajo!»Efectivamente, en eso estamos. Y a ver qué hace el domingo la Liga Norte y en qué acaba el nuevo escándalo de la P-4. Esa conversación, grabada porque investigaban a Briatore por evasión fiscal, acabó en la prensa. Es del pasado 3 de abril, aunque Santanchè ha seguido defendiendo al jefe a capa y espada en las semanas siguientes. Están un poco desesperados. Para entonces Berlusconi ya había trasladado sus fiestas, según la prensa, al castillo de Tor Crescenza, en el norte de Roma, porque Arcore ya cantaba mucho.
Así que no es una sorpresa lo que hizo Berlusconi y en qué estaba pensando mientras los italianos iban a votar al referéndum. El lunes pasó la mañana con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y en la rueda de prensa soltó uno de sus chascarrillos: «Me ha preguntado de quién es el cuadro que tenemos detrás. Es de Andrea Appiani y representa el Parnaso, el ‘bunga bunga’ de 1811». Luego se fue a una tienda de bisutería a comprar unos collares. Pero lo que hizo el día anterior, el domingo, lo cuenta hoy ‘L’Espresso’: estuvo en su villa de Cerdeña con, al menos, un par de chicas, metiéndoles un poco de mano.
Pero no olviden que es el hombre que jodió a un país entero, no lo van a parar hasta que no lo consiga. Quizá vaya por orden alfabético. Si es así, está ya muy adelantado, porque andaría por la “P”. Se especula que una de las chicas que están con nuestro ídolo puede ser Francesca Pascale, 25 años, ex-azafata de Telecafone (Telepaleto, programa de una tele local napolitana), donde bailaba la canción ‘Si te bajas las bragas sube la audiencia’. Es una de estas señoritas:
Con este fulgurante trampolín de lanzamiento la chica entró luego en política en el partido de Berlusconi y es consejera provincial en Nápoles. Su lema en los carteles electorales era «Es hora de cambiar». Desde luego, creo que todo el mundo ya está asqueado de que la política pase por vídeos como estos y yo, personalmente, estoy ya hasta el gorro de ponerlos. Pero creo que reflejan bien el ambiente. También ‘The Economist’ está de acuerdo con esta chica: pese a su negro diagnóstico, concluye de forma esperanzadora su análisis diciendo que Italia es un gran país, tiene un gran potencial y saldrá adelante, pero sólo si se quita de encima a Berlusconi.