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Joseba Martin Diez

Culocortos

“El caballero oscuro: la leyenda renace”. El testamento de Batman

Después de la brutal campaña viral perpetrada por la Warner por todo el mundo (excluyendo algún lamentable spot visto en España), despotricar sobre la película se iba a convertir seguro en casi una necesidad. En una moda. Y muchos estaban esperando como agua de mayo el estreno del final de la saga de Batman. Se nota.

‘El caballero oscuro: la leyenda renace’ no es una película perfecta. Pero sí consigue alcanzar la difícil misión de cerrar el círculo y regalar un final emocionante, de esos que hacen afición. Aquí radica uno de los grandes aciertos de Nolan. Sabe terminar las películas. Otros grandes maestros no lo suelen conseguir tan a menudo. ¿Cuántas veces se han criticado los finales de Spielberg? Nolan: tres de tres con Batman. ‘Batman Begins’ ofreció un final abierto, puente perfecto para llegar a la hipérbole que significo ‘El caballero oscuro’: otro final que ponía la carne de gallina y que dibujaba por dónde iba a ir el desenlace de la trilogía.

Un desenlace que es un auténtico ‘in crescendo’. Porque si algo tiene ‘La leyenda renace’ es que es un espectáculo de más de dos horas de duración que no se hace para nada largo. Puede que incluso uno de sus males sea que a Nolan se le queda la cinta corta para todo lo que quería contar.

Y para conseguir que esos más de 160 minutos se conviertan en una apasionante montaña rusa y no en una aburrida fiesta de cumpleaños, Nolan se apoya en una historia con grandes momentos inolvidables. Cien por cien cine. Espectáculo de otra casta. Desde la primera aparición de Batman en una enorme persecución en moto rodada de noche hasta la caída y renacer del héroe. Secuencias que a un verdadero ‘fan’ de Batman hacen levantar de la butaca y casi atreverse a aplaudir como un depravado.

Pero, con todo, la película ha concentrado opiniones para todos los gustos.  Incluso el reparto ha sido castigado. En alguna, hasta Caine se llevaba algún palo. De traca. El personaje de Michael Caine es uno de los grandes motores de la historia. Siempre el más cabal. Alfred es la ternura. También el sufrimiento. Deja de lado su papel de mayordomo y de fiel ayudante del héroe para convertirse en lo que de verdad es: la única familia que le quda a Batman.

El papel menos explotado, sin duda, el de Marion Cotillard. Nolan dibujó un gran personaje para ella en ‘Origen’, pero en esta ocasión no ha sido así. Culpa del montaje, del guión o de la propia Cotillard. Quizás también una mezcla de todo. Todo lo contrario lo logra con Catwoman. Anne Hathaway esconde en lo más profundo esa imagen de chica tierna que tenía en otros títulos más familiares para convertirse en una mujer de armas tomar. Su trabajo y entrenamiento le costó. Apenas necesita el erotismo desplegado por otras (Pfeiffer o Berry) para enfundarse en el apretado mono de cuero. Eso sí, Nolan olvidó su naturaleza ‘gatuna’ para mostrarnos a una simple pero perspicaz ladrona de guante blanco con ágiles habilidades. Sin ostentaciones. Sexy, lo justo.

Con Tom Hardy, Nolan se metió en un jardín. Era indudable que iba a haber comparaciones entre los dos últimos malvados: Joker y el propio Bane. Los dos personajes están igual de bien diseñados. Uno fijado en su psique y otro en su físico. Y curiosamente, Bane acaba siendo el más humano de los dos. Al final, todo lo que hace lo hace por algo. Joker, simplemente, por ver arder el mundo. Mero placer en la violencia. Casi pornografía.

Hardy, a la hora de encarar su personaje, tenía varios ‘handicaps‘. Superar al anterior malo-malísimo y olvidar la maldita máscara. Y es que el aparatejo que le permite vivir, también le impide a Hardy explotar toda la gestualidad posible del personaje. Y no nos olvidemos de la voz. Distorsionada. Una de las pegas que pusieron algunos críticos en el pase que se hizo del arranque del filme. Aquí en España, también se le puede poner alguna pega al doblaje del malo.

En la parcela monetaria, sin embargo, el último Batman no ha tenido el ‘boom’ inicial esperado. Sí, pero no. Las previsiones hablaban de algo más de 200 millones de dólares recaudados en el primer fin de semana (casi lo que ha costado hacerla), pero sólo se llegaron a superar los 160 millones. El filme de Nolan no ha llegado a superar, por ejemplo, a otra cinta de superhéroes (con muchos más efectos especiales) como es ‘Los Vengadores’.

Las causas de este feo en taquilla, al igual que las opiniones sobre la película, también son dispares. Los productores lo achacaban al arranque de los Juegos Olímpicos, pero tampoco hay que olvidar los trágicos sucesos de Aurora. De hecho, casi 90 cines de todo el mundo decidieron no estrenar la película por culpa de la masacre o retrasarla como sucedió en Francia. Aquí en España, en su primer fin de semana, el final épico de Batman superó los tres millones de euros. A la semana siguiente, la superó la tercera entrega de ‘Madagascar’, aunque con un taquillaje inicial menor al del hombre murciélago.

 

Lectura política

Porque no nos engañemos. Este Batman no ha llegado aún a todo el público. La saga creada por Nolan y compañía no es una película de superhéroes al uso. Mucha gente que aún no se ha atrevido a asomarse a esta nueva trilogía del caballero oscuro lo ha hecho por pereza y por miedo a encontrarse con algo típico y lleno de ‘clichés’. Aquel superhéroe que destrozó Joel Schummacher con George Clooney, Val Kilmer y compañía, es todo un ejemplo. También al Batman de Nolan se le ha acusado de ser demasiado trascendental, demasiado profundo, de tocar temas para llegar a rebanarse los sesos. Pero, a veces, cuando una película no tiene nada de eso es entonces cuando se la tacha, precisamente de lo contrario: de sólo rascar la superficie.

Nolan se atreve incluso a los homenajes. Sin querer, incluso. Hay guiños  (no sé si adrede o no) a la serie ’24’ de la FOX (ya lo hizo ‘El caballero oscuro’ con su final en la que el héroe se convertía en villano para salvaguardar un secreto)… La manera en que tiene Batman de salvar Gotham de la destrucción y la aparición también de un gran secundario (William Devane) en la piel del presidente de los EEUU (en ’24’ fue el secretario de Defensa Heller).

La aparición del presidente, del ejército, de la bandera de barras y estrellas, y del himno como música de fondo a uno de los actos terroristas de Bane son muestras de la intención de Nolan de acordarse (aunque sea de refilón) de la coyuntura actual, aunque él mismo haya querido quitarle hierro al asunto. Si ‘Batman Begins’ adolecía de toda esta parafernalia política (sólo se centraba en el origen del símbolo), ‘El caballero oscuro’ (el miedo a los ataques terroristas y las escaramuzas protagonizadas por EEUU en Irak y Afganistán) y ‘La leyenda renace’ tienen un montón de paralelismos con la situación en la que se hallaba y se halla el país y el mundo.

Y es que a Nolan siempre le ha gustado arriesgar. Ya lo hizo con ‘Memento’ o con ‘Origen‘, y lo volvió a hacer cuando decidió ‘tunear’ a Batman hace más de una década. A destacar, otra vez más, el trabajo de Wally Pfister en la fotografía de la cinta. Ya obtuvo su reconocimiento con el Oscar por ‘Origen’. Con ‘El caballero oscuro: la leyenda renace’, Pfister vuelve a demostrar que es uno de los mejores en su trabajo en la actualidad. El reto de ‘fotografiar’ a Batman de día ha sido uno de los aspectos más criticados. ¿Batman a plena luz? ¿A qué loco se le ocurre? Nolan se atreve a romper las reglas. Arriesga. Cosa que otros ni se lo plantean. Y arriesga hasta el final. Menudo ‘sprint’. Los últimos 25 minutos son de aúpa. El vello de punta. Un descenso que no quieres que acabe nunca. Pero llega, y una de las imágenes más bellas de la película (sino la más bella) es precisamente el plano final. Grabado a fuego. Con él se da carpetazo a una de las mejores sagas de superhéroes que ha dado el cine. Un bello plano que entierra un símbolo… aunque quizás no para siempre.

P.D: Muy a tener en cuenta también la música compuesta por Hans Zimmer y James Newton Howard para las dos primeras películas, y la última banda sonora realizada por Zimmer en solitario (su tema final ‘Rise’, de lo más bello de la trilogía).

 

 

 

 

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El culo de la pantalla, por Joseba Martín

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