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Joseba Martin Diez

Culocortos

'Buried (Enterrado)'. 90 minutos metido en una caja

Concepto arriesgado el que vende el director español Rodrigo Cortés con su filme ‘Buried (Enterrado)’. Una hora y media padeciendo el sufrimiento del protagonista de estar metido en un ataúd. No apto para todos los públicos. Toca fibras sensibles y eso es lo que, en definitiva, da morbo.

La historia llevada por un solo personaje.Eso sí, comentaba un crítico estadounidense que le hubiese gustado ver a Ryan Gosling en este mismo papel, pero no se le puede quitar mérito a un Ryan Reynolds que sorprende con un cambio de registro brutal, alejado de sus papeles de gracioso o de segundón en discordia. Reynolds se atreve con el papel de Paul Conroy, un camionero estadounidense que trabaja en Irak.

El arranque del filme es brutal. Atrapa. Conroy encerrado en una caja, y a lo MacGyver sólo cuenta con un ‘Zippo’, un teléfono móvil, una pluma y un frasco de alcohol. Horrible, claustrofóbica, aterradora… Y quizás muchos actores no hubiesen aceptado un papel en el que apenas salen guapos. En algunos planos, la cámara se le mete a Reynolds hasta las narices. Y, precisamente, ahí es donde radica otro de los éxitos del filme de Cortés: cómo nos presenta el escenario, dónde coloca la cámara, la luz… Aunque uno siempre piensa ¿qué hubiese hecho Hitchcock con esta idea en su cabeza? ¿Cómo la hubiese planteado el rey del suspense? Y es que Cortés (que podría haber sido perfectamente un Michael Bay a la española por sus montajes acelerados, adrenalíticos) consigue dejarte pegado al sillón sin necesidad de persecuciones, carreras. ‘La regla número uno que me impuse fue no salir nunca de la caja’, explicaba Cortés en una entrevista concedida a ABC.

Series como ’24’ nos descubrieron el valor cinematográfico del teléfono móvil, de las conversaciones teléfonicas a todo correr, de las últimas tecnologías en definitiva. Otra película como ‘Cellular’ ya demostró hace unos años que lo del móvil funciona en películas de este tipo en el que todo ocurre volando, a contrarreloj. Y aquí, Cortés eleva este concepto, este truco, hasta límites insospechados, a la máxima potencia.

Fue rodada en Barcelona en poco más de dos semanas a partir de un guión escrito por Chris Sparling y que nadie quería producir. ‘El libreto estuvo dando vueltas por Hollywood durante todo un año’, explicaba el propio Cortés a EFE este mismo mes. En definitiva, una idea muy sencilla que a muchos se les podría haber ocurrido, pero que pocos se atreverían a poner en marcha. Otro director atrevido este Cortés.

El culo de la pantalla, por Joseba Martín

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