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David Breashears: “¡Por supuesto que el Everest sigue vivo para el alpinismo!”

Hillary y Tenzing fueron los primeros en subirlo. Y Messner el encargado de demostrar lo que hasta entonces se creía imposible en el Techo del Mundo. Pero el que de verdad metió el Everest en el salón de las casas de medio mundo, el que lo acercó al gran público, fue David Breashears. Este alpinista, cineasta, explorador, escritor y orador profesional estadounidense de 58 años fue el encargado de transmitir, en 1983, las primeras imágenes de televisión en vivo desde la cima del Everest. Dos años más tarde se convirtió en el primer norteamericano en subirlo dos veces (lo ha escalado cinco veces en total) y en 1996 rodó la primera pelicula IMAX (alta resolución) sobre el Techo del Mundo. Sus más de cuarenta documentales, la mayoría sobre el Himalaya, le han valido cuatro premios Emmy.

Pero sus esfuerzos en los último años se ha centrado en sensibilizar al gran público acerca de las consecuencias del cambio climático en la gran cordillera. Para ello ha creado Glacier Works, una ONG que centra su foco en los glaciares himaláyicos. Una muestra de su trabajo se puede ver durante esta semana del Bilbao Mendi Film Festival en las estaciones de metro de Bilbao: Una serie de fotos comparativas de glaciares en la que se muestra el retroceso que han sufrido en los últimos años.

– ¿Qué es lo que quiere enseñar al público con la exposición de fotos de glaciares?
– Antes de nada quiero dar las gracias con la oportunidad que me ha dado el Mendi Film porque esta exposición es un resumen de todas las que he hecho y es la mejor de todas las que he hecho hasta ahora sobre los glaciares. Reconozco que al principio fui un poco excéptico cuando me dijeron que la exposición iba a ser en el metro, pero luego he comprobado que el metro de Bilbao no tiene nada que ver con lo que es un metro de una gran ciudad como Londres o Nueva York. También fue una sorpresa para mí fue saber que lo ha diseñado Norman Foster y comprobar que está tan limpio. Ha sido fabuloso.
Respecto a la pregunta, yo empece a escalar en 1979 y cuando vas tantas veces al Himalaya es dificil darte cuenta de los cambios que se van produciendo allí. Por eso la exposición está basada en imágenes comparativas en las que se ve la evolución de los glaciares en épocas distintas y muestra la regresión que se está produciendo en ellos por culpa del cambio climático y el calentamiento global del planeta.

– Por qué eligió los glaciares para sensibilizar sobre el cambio climático?
– El momento en el que desperté al problema es cuando en 2007 me pidieron una reportaje fotográfico sobre los glaciares de la cara norte del Everest. Hasta entonces, los científicos que trataban el cambio climático no se habian fijado en el Himalaya, lo hacian solo en los polos, que son sitios remotos donde solo viven los exploradores y científicos y la gente no ve el problema del deshielo. Sin embargo, en el Himalaya es una cordillera poblada, donde vive gente, y rodeada por los dos países más poblados del planeta. Y la rápida regresión de los glaciares lo convierte en un sitio perfecto para hacer llegar al mundo los problemas del cambio climático.
A partir del momento en el que fui a hacer ese reportaje sobre los glaciares y vi el problema decidí que había que hacer llegar a la gente ese problema y concienciarla sobre lo que supone. Las fotos no son solo para el publico, sino que sirven también de herramienta a los científicos, para estudiar la regresión de los glaciares. La zona del Himalaya donde trabajo es una área difícil, remota, fría, sin apenas oxigeno y es difícil llegar hasta allí, así que es un trabajo perfecto para alpinistas con experiencia o sherpas. Para los científicos es difícil estar allí, a pie de glaciar estudiando su evolución, pero mi experiencia de casi una veintena de expediciones trabajando muchas veces a mas de seis mil metros de altitud me permite obtener datos muy valiosos en lugares y latitudes de los que se desconocía toda información científica.

– ¿Cuál es el mensaje que pretende transmitir?
-Sobre todo intentamos llegar a políticos y educadores. Es un proyecto más científico que deportivo. El objetivo es buscar una concienciación en la gente que permita iniciar un debate público y abierto sobre el problema del cambio climático. Nos hemos dado cuenta que la gente esta bastante saturada de imágenes del Antártico sobre el cambio climático. La gente se ha acostumbrado a verlas y ya no tienen efecto. Es una tarea muy difícil porque la alarma lleva sonando mucho tiempo y la gente ha dejado de prestarle atención. Lo que busco es devolverle a la gente la curiosidad, que vea las dos fotos de un mismo glaciar, le llame la atención y se haga preguntas, que se pregunte cuales son las causas de porqué está ocurriendo eso.

– Pero los mandatarios no se deciden a tomar medidas serias. ¿Qué haría falta para que el mundo se tome en serio de verdad el cambio climático? ¿Quizás una gran catástrofe?
– Primero tenemos que fijarnos en la naturaleza humana, que desde hace millones de años, ha sido capaz de responder a las sucesivas amenazas que ha ido teniendo y sobrevivir a ellas. El problema es, y quiero que la gente lo entienda, que el cambio climático no es algo abstracto, sino que se trata de una amenaza real y perceptible. Me gustas poner el ejemplo del tabaco para explicarlo. Si la gente al fumar un cigarro caería fulminado no fumaría nadie, pero al ser algo muy lento y progresivo lo sigue haciendo. Con el cambio climático pasa lo mismo. Al ser algo a largo plazo -en la medida humana, porque en la del planeta no lo es- la gente no ve el peligro real que supone para la humanidad.

– ¿Puede ser entonces un problema de educación?
– Efectivamente, puede que estamos enseñando mal lo que es el cambio climático. La gente se asoma a la ventana y no ve un problema, sino nubes o un cielo azul. Así que lo más importante es crear leyes que permitan una manera de vivir más eficiente, en una sociedad que no use el carbón de una forma tan masiva y en la que las energías alternativas se vayan abarantando según aumente su consumo. Y cuando la gente vea que puede vivir igual de bien se estará empezando a ganar la batalla. Un buen ejemplo es el el río de vuestra ciudad, el Nervión. Hace 50 años estaba mucho más sucio y la gente no se quejaba, pero ahora que está mucho más limpio, seguro que los habitantes de Bilbao no aceptarían que volviese a estar tan sucio como antes.

– ¿Es optimista o pesimista sobre el futuro?
-Ser pesimistas es no tener ninguna motivación en la vida, así que yo soy optimista. Por naturaleza. El hombre tiene la capacidad de adaptarse. Lo ha demostrado desde que existe sobre la tierra, es lo que nos ha permitido llegar hasta aquí y, ahora lo debe de volver a demostrar. El problema es que lleguemos demasiado tarde. Por eso hay que actuar ya. Porque el planeta lleva ya muchos años enviándonos señales de alarma.

– Es uno de los pioneros del Everest en cuanto a popularizarlos con sus peliculas y su escaladas. ¿Se imaginaba que el Everest se podía convertir en lo que es ahora?
– No, desde luego que no. Yo fui por primera vez al Everest en 1981, por la vertiente tibetana. Y eramos la única expedición que había en el campo base. E hice cumbre por primera vez en 1983, por Nepal, y también estábamos solos en el campo base. Escalar en aquellos años el Everest era una actividad casi intima. Yo me convertí ese año en la persona número 137 que pisaba la cima desde que 30 años atrás lo lograran por primera vez Edmund Hillary Tenzing Norgay. Desde luego era inconcebible pensar que apenas 15 años después esa cifra sea superior ya a las tres mil personas, que suman además más de cinco mil ascensiones.

– ¿Qué es lo que ha pasado en ese tiempo para que se haya producido esa evolución?
– Ese cambio se ha producido porque ha cambiado la mentalidad. En esos años, el Everest era un gran desafío pero solo si se escalaba sin oxígeno. Alpinísticamente, sus vías normales no tenían ya interés. Hasta que llegaron algunas agencias y el Gobierno de Nepal vieron el negocio que podría suponer ayudar a gente normal a subir el Everest. Así nació el turismo de alta montaña. Así que entenderás que para mi, que he estado solo en el campo base del Everest con media docena de compañeros, ver que ahora se llegan a juntar más de mil personas en el el ,mismo lugar es difícil de entender.

-¿Sería partidario de establecer algún tipo de limite, de cupo, en el Everest para evitar tanto los problemas medioambientales como de accidentes que producen su masificación?
– El problema es que nunca se ha realizado un estudio serio del impacto que suponen tantas personas y en tan poco espacio de tiempo para la montaña. La basura, por ejemplo, es un problema más estético que mediambiental. El verdadero problema son los residuos humanos y su tratamiento. O que todos los equipos siguen la misma ruta. Además, cada vez hay más gente, porque las expediciones comerciales lo organizan todo tan bien que cada vez hay mas gente que hace cumbre. Y se produce una especie de efecto llamada. Cada vez quiere ir más gente porque cada vez mas gente hace cima. Y todo eso se produce, además, en un periodo muy corto de tiempo, que es cuando la meteo permite los ataques a cumbre, apenas una o dos semanas al año. Lo deseable sería evitar esas concentraciones, intentar repartir a lo largo de más tiempo la presencia de los alpinistas. Pero claro, a los que les tocara los periodos malos meteorológicamente hablando esa solución no les gustaría. Y si a ello le sumamos la importante fuente de ingresos que supone el Everest y el resto de ochomiles para las autoridades locales, que tendrían que ser las encargadas de establecer esas limitaciones, la solución en realmente complicada.

– ¿Como persona que popularizó el Everest no se siente un poco responsable de en lo que se ha convertido el Techo del

Fotos: Luis Ángel Gómez

Mundo?
– Es algo en lo que he pensado muchas veces. Desde luego, la masificación es innegable, pero el icono del Everest siempre ha estado allí. Efectivamente, la película de IMAX ha acercado la montaña a la gente, pero creo que sin ella también se hubiese producido. Es una cuestión de tendencia general, de que a la gente le atrae los retos, y el Everest lo es especialmente.

– Pero es que ha pasado de ser una montaña para alpinistas a serlo para turistas.
– La tecnología ha permitido acercarla a la gente. El material técnico, los equipos de oxígeno son tan buenos y las previsiones meteorológicas tan exactas que casi te garantizan la cumbre. Cuando a alguien le preguntas por qué va al Everest la respuesta el obvia… “¡es el Everest, la montaña más alta del mundo!”. Y cuando le peguntas sobre su capacidad técnica la respuesta es “¿si lo ha subido un ciego, un cojo, un niño o un anciano, porque no voy a poderlo hacer yo?” Y ahí es donde acaba el alpinismo y empieza el turismo de alta montaña.

– ¿Cree que el Everest ha muerto para el alpinismo?
– No. En absoluto. El Everest tiene muchas rutas, en realidad la mayoria, que están a salvo del turismo de altura. El problema es que la roca del Everest es de muy mala calidad y eso limita y hace muy peligroso intentarlo por otras rutas. Pero escalar el Everest sin oxígeno sigue siendo una gran desafío. O hacerlo en estilo alpino. ¡Por supuesto que el Everest sigue vivo para el alpinismo! ¡Y sigue siendo uno de sus desafíos más grandes! Hoy más que nunca, lo importante en el alpinismo no es la cima, sino la forma de llegar a ella.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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