Jordi Corominas (Barcelona, 1958) es una especie de leyenda viva del alpinismo nacional. Poco amigo del foco mediático –en realidad lo evita como los gatos al agua–, sus logros alpinísticos están rodeados de un halo de misterio que no hace más que engrandecer el mito. Y no son pocos: decenas de aperturas por todo el mundo, muchas en solitario y a montañas vírgenes, con una guinda reservada a los más grandes: la repetición (única hasta el momento) en 2004 de la ‘magic line’, la vía más difícil jamás abierta en el K2. Esta semana ha pasado por Bilbao con motivo del Mendi Film, donde el domingo participó en una charla sobre la escalada en solitario, su especialidad, junto con Hansjörg Auer y Remi Thivel. Su única petición al Festival fue «nada de prensa», aunque finalmente accedió a hablar con EL CORREO.
– ¿Por qué vas solo a la montaña, a escalar? ¿Qué buscas?
– Creo que la pregunta básica es por qué escalamos. Porque te da una serie de satisfacciones, y es algo muy personal. Y la escalada en solitario lleva todo eso al extremo. Casi nunca hay fotos, se habla poco de ello… es algo muy íntimo. Muchas escaladas en solitarias te las guardas para ti. Por eso existe y por eso hay gente que lo hace. Puede ser mas tarde o puede ser antes, pero yo creo que todos los alpinistas hay un momento en el que queremos subir solos a una montaña. Impregnarte mucho más del sitio donde estás. Eso, para lograrlo en su plenitud, tienes que hacerlo solo.
– Algunos definen la escalada en solitario como una especie de ruleta rusa. ¿Estás de acuerdo?
Jordi Corominas charla con Alberto Iñurrategi durante un receso de las proyecciones del Bilbao Mendi Film Festival (Foto: Enrique Moreno Esquibel)
– Por supuesto que no. Podemos estar un poquito trastornados por los efectos de la altitud, pero no llegamos a la locura (sonrisa). Estoy de acuerdo que cuando escalas en solitario discurres por una línea un poco más fina que en otros estilos de escalada. Pero cuando lo haces es porque estás totalmente convencido de que lo puedes haces. Creo que nadie escala para matarse. Y si lo haces en solitario menos aún.
– ¿Te gusta el ‘solo’ pero luego eres guía, que es la antitesis?
– Es la diferencia entre mi hobby y mi trabajo. Lo que pasa en mi caso ambos están en el mismo terreno. Pero son dos cosas totalmente distintas. Está claro que mi mentalidad y planteamiento de las cosas no tienen nada que ver cuando trabajo guiando a gente en la montaña, momentos en el que soy responsable de gestionar su seguridad, a cuando voy yo solo a esa montaña, que busco disfrutar de lo que más me gusta hacer.
– ¿En una sociedad que prima la seguridad por encima de todo, tes siente un poco como un bicho raro?
– Claro que somos unos bichos raros. ¿Y? Para mí al menos no es ningún problema.
-¿Un alpinista en solitario tiene miedo?
– Desde luego que tienes miedo. Y gracias a ellos estás vivo. Los alpinistas estamos vivos porque somos unos cobardes. Pero el miedo es algo que gestionas antes de meterte en la pared o en la montaña. Te concentras de una manera que lo dejas de lado. Antes sí; cuando ves la pared por primera vez o te planteas hacerla dices “ufff…” Pero luego, una vez que te preparas y te conciencias, el miedo queda al margen. Estás tan concentrado mentalmente que no lo sientes. Estás tan metido en lo que vas a hacer que pasa alguien junto a ti y ni te das cuenta. En el K2, por ejemplo, nunca tuve la sensación de miedo. Es algo que no puedes permitirte. Porque en lo único que piensas es en que tienes que salir vivo de allí. El cómo hacerlo te absorbe toda la energía.
– Las estadísticas de muertos entre los que escalan en ‘solo’ es mucho más alta. ¿Tan importante es escalar en solitario como para perder la vida en ello?
– Te respondo con otra pregunta: ¿Tan importante es hacer alpinismo como para matarte? Al final, el ‘solo’ es una modalidad más del alpinismo. Y el alpinismo te gusta porque entraña un riesgo, un reto, una incertidumbre. Son elementos de los que intentas aprender, saber gestionarlos, que es lo que realmente te atrae de este deporte. Esa lucha por hacerlo mejor, por superarnos y superar el reto propuesto. Si supiésemos que nos íbamos a matar ¿para qué ir? Te quedas en casa y ya está. Porque desde luego suicidas no somos.
– ¿Qué papel juega el ego en el alpinismo?
– Siempre se ha dicho que los alpinistas tenemos mucho ego. Pero yo creo que es un poco como la vida misma. A todos nos gusta que nos reconozcan lo que hacemos o que nos den una palmadita. Eso te hincha. Evidentemente muchas escaladas se hacen, en solitario o con compañero, para demostrar que puedo hacerlo o que soy el mejor. Pero cuando esa excusa la usas para hacer escalada en solitario es un juego peligroso. Porque tú tendrás un ego muy grande, pero a las piedras y a las grietas eso les da igual. Es una herramienta que todos tenemos y que sabiendo usarla es muy útil, pero que si vas a escalar solo te lo tienes que pensar bien. Tener la sangre fría de saber por qué lo haces, porque si es para hincharte un poco más, igual acabas explotando.
– ¿La culminación de ese ir solo a la montaña fue el K2?
– No. El K2 no fue una escalada en solitario. Lo acabe solo por una serie de circunstancias. Hay otras montañas en las que sí he elegido ir solo. En el K2 hubo un trabajo de cuatro personas en el que el punto final, la cumbre, por cosas que pasaron, lo tuve que hacer yo. Y como ya tienes ese habito pues tampoco me costó. Pero no fue una montaña que eligiese yo hacer expresamente en solitario.
– ¿Crees que la escalada en solitario exige más la existencia de pruebas, como fotos u otro tipo de documentación?
– A mí me da absolutamente igual. Ni lo voy a contar ni voy a hacer fotos, Para mí la escalada es una experiencia tan personal que no pienso que después lo tengo que contar a nadie. En todo caso a los amigos tomando una cerveza. Además, voy tan concentrado que ni me acuerdo de hacer fotos.
– ¿Qué escalada es de la que más orgulloso te sientes?
– Hay muchas montañas que tienen su historia para mí. El K2 fue desde luego importante, pero luego igual hay alguna que hice hace muchos años que en ese momento tuvieron un significado muy especial para mí. Mis primeras montañas, por ejemplo, quizá eran mas sencillas, pero me marcaron mucho porque fueron las que me hicieron darme cuentas de lo que me gustaba esto. O con quien has ido… hay factores que hacen que sean muchas las montañas que te marcan o te traen un recuerdo especial.
– ¿Por qué has hablado tan poco del K2?
-No es que haya hablado poco del K2. Es que he hablado poco de todo. El otro día, por ejemplo, me llamaron para hablar de él y le comenté al interlocutor que tengo ocho seismiles en solitario. Y eso nadie lo sabe. Para mi es algo muy personal, y el mundo de la montaña lo veo hoy en día con una parte de imagen y de vender como sea lo que haces que no me gusta nada. No quiero entrar ahí y por eso no hablo de nada de lo que yo hago. Lo cual no quiere decir que no reflexione sobre lo que hago y escriba. Eso es otra cosa.
– ¿Te gusta más escribir?
– Sí, sí. Sin duda. Puedo hablar con un amigo, pero hacerlo a un publico que está ahí, en una entrevista, no me sale. Escribir, sin embargo, sí. Y lo hago pensando en alguien concreto, en un amigo al que se lo estoy contando. Desde luego eso lo leerá mucha gente, pero me resulta más comodo hacerlo con esa idea. Al escribir te metes en tu mundo, cuentas exactamente lo que quieres contar y queda ahí, sin intermediarios. El que quiere lo lee y el que no quiere no lo lee.
– ¿Pero se trata de un problema de comunicación? De publicidad?
– Una cosa es que yo voy, hago algo y lo cuento, pero otra cosa es que hoy se vende demasiado. La gente parece que da más importancia a contar lo que has hecho que a hacerlo. Marco Pretzl comentó hace no mucho que el pertenecía al pequeño grupo de alpinistas que solo cuentan lo que han hecho. Hoy en día hay un mundo alrededor del alpinismo que le hace perder parte de su misterio, de su incógnita.
– ¿Esa concepcion clásica del alpinismo como una actividad personal y de compromiso ha muerto o está en vías de extinción?
– No. Cuando vas al Himalaya o a una gran cordillera y ves todo lo que hay para hacer, o hablas con alpinistas como Thavel o Auer (sus compañeros de coloquio el domingo en el Mendi Film) ves que no. Lo que si es verdad es que siempre será un reducto pequeño. Quererlo hacer grande o convertirlo en algo de grandes medios yo creo que no va con el alpinismo. Pero que existirá ese núcleo de gente?, por supuesto. Y hablo de gente joven, de veintitantos años, así que la sucesión está asegurada. Mientras haya montañas habrá el alpinismo en esta concepción que te digo.
Corominas observa la exposición sobre la Copa Regil de esquí de montaña en la Sala BBK (Foto: Telepress)
– ¿Pero el turismo de montaña no tiene el peligro de comerse el terreno de ese alpinismo del que hablas? Y lo que está pasando en el Everest estos últimos años es el ejemplo más claro.
-Pero eso pasa en todas las montañas famosas. Existe el turismo de montaña desde luego, pero yo acabo de llegar del Nepal, de ir a una montaña que hay cerca del Cho Oyu, en un valle en el que hacía 10 años que no entraba nadie. Hay tal cantidad de montañas que eso no debiera ser un problema. No hay que irse tan lejos, aquí en Euskadi, si vas al Gorbeia vas a encontrar a cientos de personas. Pero seguro que hay un monte cercano, o incluso el propio Gorbeia por otra ruta, donde estás solo y no encuentras a nadie.
– Desde hace un par de años Jordi Tosas y tú trabajáis con Kilian Jornet ¿Cual es vuestro papel en el proyecto ‘Summit of my life’ del corredor de montaña catalán?
– El de ser sus maestros en el tema de la altitud. Enseñarle con nuestras experiencias las claves necesarias para desenvolverse en altitud. él es un corredor de fondo y ha escalado un poco, pero es lo que menos ha hecho y ahora quiere hacer más alpinismo, más montañas altas, y nuestro papel es transmitirle lo que para nosotros es el alpinismo. Que lo logremos o no es otra cosa.
– ¿Qué te parece Kilian Jornet?
– La primera vez que hablamos con él vimos que podía entender nuestro mensaje, nuestra idea de lo que es el alpinismo. Otra cosa es qué va a hacer ahora. Él ha ido logrando récords, pero ahora está en un momento de duda. Tiene que competir,,, este tema de los récords, que se le acaba ahora… Qué va a hacer el año que viene, si va a tender más hacia el alpinismo o hacia la competición. Está en esa encrucijada, pensando “igual me gustaria más hacer alpinismo, pero yo vivo de la competición…”.
– ¿En qué punto está su proyecto de batir el récord de velocidad de ascenso al Everest?
– Está en el mismo punto en el que están los demás récords que ha hecho. El tiene claro que a lo que va a ir al Everest es a batir un récord, no a hacer alpinismo. Él tiene claro que el itinerario será lo más fácil posible y que lo intentará hacer de la forma más autónoma posible. Casi es una escalada en solitario.
– ¿Crees que lo puede hacer?
– Sí. Lo puede hacer. Y de sobra. El problema es que el Everest te da poco margen. Una montaña más baja te da más opciones en cuanto a la meteorología, pero en el Everest tienes uno o dos días, y ese día tienes que encontrarte bien. Y encima ir rápido. Ahí es donde puede estar la duda, que pase algo. Pero si los elementos le respetan, no pasa nada externo y todo va normal, él lo puede hacer. Físicamente, en cuanto a resistencia, es un máquina.
– ¿En el mundo de la montaña Jordi Corominas esta considerado como una especie de gurú. Las pocas veces que habla se le escucha como si lo hiciera el gran oráculo. ¿Te ves a ti mismo así?
-Yo no me veo así, desde luego, pero no es la primera vez que me lo dicen. Gente joven que me sigue… Pero yo no soy ningún gurú de nadie. Quizá eso implica una responsabilidad sobre lo que hago, como lo hago y lo que digo… Igual es que tengo que escalar más en solitario y no decir nada…