Mingma (Sankhuwasabha, valle del Makalu, 1978) es el modelo de sherpa del futuro. Su mentalidad e imagen nada tiene que ver con aquellos porteadores analfabetos de cara sucia y en chanclas que durante tantos años han estereotipado al pueblo sherpa. A sus 35 años, dirige una de las principales agencias de tekking de Nepal (el año pasado facturó 2 millones de euros), habla cuatro idiomas y viaja con dos teléfonos en el bolsillo a la búsqueda de clientes allá donde puedan estar, como por ejemplo Euskadi, hasta donde ha venido para cerrar una expedición a un ochomil.
Pero todo ello no habría sido posible si en 2011 no se hubiera convertido en el primer sherpa en completar los 14 ochomiles. Rompió así otro de los tópicos de su etnia: que solo les interesa el Everest. Y en parte es verdad, aunque él explica los motivos: “Nosotros escalamos para dar de comer a nuestras familias, no por la fama. Y en el Himalaya, donde más trabajo hay es en el Everest”.
– ¿Por qué decidió hacer los 14 ochomiles?
– En mis primeros años como porteador trabajé con varios de los alpinistas que estaban intentando completar los ochomiles, como Juanito Oiarzabal, Edurne Pasaban, varios coreanos… fueron mis profesores y en parte me inculcaron ese veneno de escalar todos los ochomiles. Por todo ello, por lo que aprendí con ellos, les estaré agradecido siempre. Todo lo que tengo hoy en gran parte se lo debo a ellos.
– ¿Recibió ayuda del Gobierno nepalí o de algún patrocinador?
– No. Todas las expediciones me las pagué yo, con mi dinero. Fue un proyecto totalmente personal
– Reynhold Messner fue el primer alpinista en completar los 14 ochomiles, en 1986. Usted lo consiguió en 2011, 25 años y 23 personas después. ¿Por qué ha tenido que pasar tanto tiempo para que un sherpa, la etnia del Himalaya por excelencia, aparezca por fin en la lista de conquistadores de los 14 ochomiles?
– Tradicionalmente, siempre se ha pensado que los sherpas solo servíamos como porteadores, para llevar cargas. Y efectivamente, así ha sido durante mucho tiempo, en el que nuestro único interés era llevar las cargas para ganar dinero. Por eso solo nos interesa el Everest, que es donde está el trabajo. Porque nosotros escalamos para dar de comer a nuestras familias, no por la fama. Pero esa mentalidad está cambiando con las nuevas generaciones y yo pensé que era bueno para nuestra etnia que el resto de alpinistas se diesen cuenta de que también podemos escalar todos los ochomiles.
– El segundo sherpa en completar los 14 ha sido su hermano Dawa, el año pasado. ¿Veremos próximamente a más nepalís en esa carrera o se quedará un tema de ‘familia’?
– Espero que sí. Es muy importante para el pueblo sherpa que otros sigan nuestro camino, aunque por desgracia me temo que tendrá que pasar bastante tiempo.
– ¿La llegada de los occidentales al Himalaya ha llevado más beneficios o más perjuicios al pueblo sherpa?
– Es indudable que la llegada del turismo de montaña al Himalaya ha sido bueno para los sherpas. Ha traído riqueza y progreso para nuestros pueblos.
– ¿Pero no está perdiendo el pueblo sherpa sus esencias?
– Desde luego ese peligro existe. Pero es que las nuevas generaciones no miran por las tradiciones como lo hacíamos nosotros o nuestros padres. A las nuevas generaciones les gusta Internet, la televisión por satélite y las comodidades del progreso. Todo esto tiene un peligro, que las nuevas generaciones no sean tan duras, no estén tan ‘curtidas’ como nosotros, para trabajar en las grandes montañas. Yo, por ejemplo, nací en un pueblo del valle del Makalu a casi cuatro mil metros, sin ninguna comodidad, tenía que ayudar a mi padre en el campo e ir andando a la escuela, que estaba a diez kilómetros. Mi hijo sin embargo, ha nacido y vive en Katmandú. Va al colegio en autobús y tiene todas las comodidades a su alcance. La mayoría de los sherpas, en cuanto ahorran algo de dinero, se van a vivir a Katmandú, donde la vida es más fácil. Así que efectivamente, es muy posible que las nuevas generaciones de sherpas no sean tan fuertes como nosotros. Por eso estamos pidiendo al Gobierno que cree escuelas de alpinismo en los valles y los pueblos del Himalaya, para que los jóvenes puedan seguir vinculados a las grandes montañas y con una preparación mucho mejor que nosotros.
– ¿Qué opina de la masificación del Everest?
– El Everest es la montaña más alta del planeta y como tal todo el mundo quiere escalarla. ¿Alguien tiene derecho a quitar ese sueño a los demás? El dilema no es tanto que haya mucha gente como el tomar las medidas necesarias para que eso no se convierta en un problema. Y eso es lo que estamos haciendo últimamente, como montar dos líneas de cuerda fija o repartirnos los días de cumbre.
– ¿La masificación no puede traer una gran tragedia como la de 1996, en la que murieron 12 personas por su inesperado cambio de tiempo, que haga peligrar el ‘negocio’?
– No. Hoy en día una tragedia como la de 1996 no es posible. Todo ha cambiado mucho. Los partes meteorológicos son mucho más precisos y los clientes están más arropados. En mi agencia, por ejemplo, en el ataque a cumbre cada cliente va con un sherpa y en el collado sur hay otros diez a la espera por si se produce alguna emergencia. Y todos ellos están permanentemente comunicados por radio. Entre ellos y con el campo base. Sinceramente, hoy en día no veo posible una tragedia como la de 1996.
– ¿Qué opinión tiene del intento de linchamiento a Simone Moro y Ueli Steck la pasada primavera en el Everest?
-Antes de nada quiero decir que respeto profundamente a Simone y a Ueli como escaladores, por su estilo, habitualmente en alpino, y porque son de los mejores del mundo. Escalan muy bien y son muy buenos montañeros. Dicho esto, yo planteo lo siguiente: En el Everest hay 300 alpinistas con otros tantos sherpas trabajando para ellos. Y frente a ellos hay dos o tres alpinistas que escalan por libre. Si coinciden en una vía ¿Quién tiene que dejar hacer a quién? Por lo demás, pienso que se cometieron errores por los dos lados. Los occidentales por no respetar el trabajo de los sherpas y los sherpas por tener una reacción demasiado violenta.
– ¿Pero le parece normal lo que pasó en el campo 2, donde un centenar de sherpas estuvieron a punto de linchar a los alpinistas occidentales?
– Aunque la falta de respeto de Simone y Ueli hacia los sherpas fue muy grave en la pared, es verdad que la reacción en el campamento 2 de los sherpas, entre los que por cierto no había ninguno de mi agencia, fue desproporcionada. Fue un error.
– Para muchos, esa reacción de los sherpas es la prueba de su hartazgo tras años y años de humillaciones y desprecios por parte de clientes y alpinistas occidentales. ¿Está de acuerdo?
– Aunque haya casos puntuales de lo que dices, no se puede generalizar. En todo caso, pienso que esa reacción, más que por viejas rencillas, se produjo por la presión con la que trabajan casi siempre los sherpas en el Everest.
– ¿Puede volver a suceder algo parecido?
– No. Nunca más. En el Himalaya no volverá a pasar. Los sherpas han aprendido la lección. Son trabajadores que no quieren problemas y no cometerán más errores como ese. De todas formas, creo que los occidentales tampoco pueden olvidar que lo que son se lo deben al Himalaya. Simone, por ejemplo, no es famoso por ser italiano o por lo que ha escalado en los Alpes, sino por lo que ha hecho en las montañas del Himalaya. Por eso es bueno que todos, los alpinistas y los sherpas, respetemos las leyes de la montaña, del Himalaya.
El alpinista infalible
Según las estadísticas oficiales de Elizabeth Hawley y Eberhard Jurgalski, los notarios de los ochomiles, Mingma Sherpa es la vigesimocuarta persona que escaló las catorce cumbres más altas del planeta (la lista, a día de hoy, se acerca ya a las cuarenta). Acabó en el Kangchenjunga el 20 de mayo de 2011 y se convirtió además, en el alpinista más joven en lograrlo (un mes antes de cumplir los 33), arrebatando el récord, curiosamente, a Alberto Iñurrategi, que los acabó con 33 años y seis meses.
Por lo demás, sus ascensiones no tuvieron en ningún caso un mérito alpinístico especial. Fueron todas por rutas normales, en expediciones tradicionales y en cinco de ellas se ayudó de oxígeno artificial para lograrlo (Everest, K2, Kangchenjunga, Lhotse y Dhaulagiri). Sin embargo, Mingma atesora un curioso récord del que, por cierto, se siente muy orgulloso. Es la única persona que ha escalado cada uno de los catorce ochomiles al primer intento. Su infalibilidad fue del 100%.
Eso da muestra del cuidado con el que planifica las ascensiones. Una meticulosidad que ha trasladado a su actual agencia Seven Sumit Treks, que fundó tras escalar los catorce y que en apenas tres años se ha convertido en una de las más importantes de Nepal. Sus porcentajes de éxito son asombrosos. El año pasado, sin ir más lejos, llevó a 200 alpinistas a los ochomiles, con un éxito superior al 90%. En el Everest, por ejemplo, tuvo 65 clientes, de los que solo cuatro no pisaron la cumbre, cuando el porcentaje habitual de los que logran hollar el techo del mundo (sherpas al margen) ronda al 60%.
Cuando se le pregunta por las razones de su éxito sonríe, pide un papel y un lapiz y dibuja el organigrama y la estrategia de las expediciones que organiza su agencia. El secreto de ese éxito en cifras se entiende mejor cuando explica que esos 200 clientes tuvieron a su disposición a 300 sherpas para ayudarles en la escalada.
Los ochomiles de Mingma Sherpa
1. Manaslu (8163 m)………………. 2000
2. Cho Oyu (8201 m)……………… 2000 (2ª ascensión 2002)
3. Makalu (8463 m)…………………2001
4. Shisha Pangma (8027 m)……. 2001
5. Lhotse (8516 m) ……………….. 2002
6. Broad Peak (8047 m)………… .2003
7. Gasherbrum II (8035 m)…….2003
8. Everest (8848 m)………………..2004
8. K-2 (8611 m)………………………2004
10. Dhaulagiri (8167 m)………….2010
11. Nanga Parbat (8125 m ………2010
12. Annapurna I (8091 m) ……..2010
13. Gasherbrum I (8068 m) ……2010
14. Kanchanjunga (8586 m)…… 2011