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Krzysztof Wielicki: “Valen más cinco minutos de emoción en la montaña que un año de vida en la ciudad”

“Krzysztof es el alpinista perfecto”. La frase no viene de uno de esos aduladores que pululan en torno a los deportistas fuera de serie engordándoles los oídos a diario. En absoluto. La pronuncia el alpinista polaco Leszek Cichy en el documental ‘Art of freedom’, que relata las gestas de los alpinistas polacos durante las década de los ochenta del siglo pasado y que se ha estrenado en el Bilbao Mendi Film Festival esta semana. Y se refiere a Krzysztof Wielicki (63 años), su compañero de ascensión en la primera invernal al Everest. Y es que Wielicki es, junto con el desaparecido Jery Kukuczka, el más claro exponente de ese himalayismo extremo, curtido en las carencias de la Polonia comunista y que escribió durante esos años algunas de las páginas más brillantes de la historia de los ochomiles. Su currículum es abrumador. Se convirtió, en 1996, en el quinto hombre en ascender las 14 montañas más altas del planeta. Y no lo hizo precisamente por rutas normales. Tres los logró abriendo nuevas rutas, otros tres en invierno (Everest, Kangchenjuga y Lhotse, tres de los cuatro más altos), dos en solitario…

-¿Por qué los alpinistas polacos decidieron empezar a subir ochomiles en invierno a principios de los años ochenta del siglo pasado?
-En realidad nadie la sabe muy bien por qué. Ni siquiera nosotros. Y efectivamente muchos se preguntan por qué. Polonia vivió una postguerra muy difícil. Durante muchos años, no pudimos salir del país, así que cuando conseguimos los pasaportes por fin, los que nos dedicábamos a escalar estábamos deseando conocer montañas de fuera de nuestro país. Pero entonces descubrimos que los ochomiles estaban ya todos escalados y se nos ocurrió que podríamos subirlos en invierno, algo que nadie había hecho hasta ese momento. Y qué mejor forma de empezar que por la montaña más alta , el Everest. Conseguimos hacer cima en el 80 y cuando bajamos pensamos “hombre, si hemos subido al más alto, seguramente podremos hacer lo mismo con los demás”, así que continuamos con los otros, Manaslu, Dhaulagiri, Cho Oyu, Kanchnejunga, Annapurna…Y así es como a finales de los ochenta habíamos subido ya la mitad de los ochomiles en invierno y había incluido al alpinismo polaco en la historia del

Krzysztof Wielicki.

alpinismo.

-¿Y por qué después de conseguir siete no siguieron, de pronto lo dejaron? ¿Tuvo que ver la tragedia del Everest de 1989 en la que murieron 5 alpinistas polacos?
-Desde luego nadie va a las montañas a morir, pero es parte del himalayismo, del alpinismo, aceptar que esas cosas ocurren. Solo un par de personas lo dejaron tras aquella tragedia. Y yo no fui uno de ellos. Para mí el alpinismo es una pasión aunque si es verdad que el himalayismo polaco vivió un cierto trauma tras el accidente. Sin embargo, y aunque suene un poco duro, yo soy de los que pienso que  no hay que parar por una tragedia de esas. Después de aquello fuimos a diferentes sitios. Hicimos algunas ascensiones estúpidas pero nosotros subimos a la montaña porque queremos conocer cuales son nuestros límites y desde luego no vamos por dinero. Yo siempre digo que vale más la emoción que puedes vivir en cinco minutos en las montañas, que lo que puedes vivir aquí, en la ciudad, durante todo un año. Lo que nos motiva es la emoción. Es nuestra elección. El camino de la montaña es imparable. Muchos lo comparan con una droga. Quizá sea una comparación exagerada, pero en todo caso es muestra pasión. Y la diferencia entre un hobby y una pasión es que un hobby se puede aparcar o cambiar por otro, pero una pasión no. Una pasión nos dura para siempre. Volviendo al ochomilismo invernal, es verdad que lo aparcamos, pero yo seguí haciendo muchas otras cosas, terminé los catorce ochomiles, hice otras cosas, me fui a Alaska, a Sudamérica a explorar… seguí haciendo expediciones, aunque no solo alpinas, sino de exploración, porque también me apasiona y es lo que más me gusta ahora.

-¿Y por qué ahora han vuelto a los ochomiles en invierno? ¿Quizás han sentido invadido un territorio que consideran suyo con la oleada de intentos de ascensión  que está habiendo con la entrada del nuevo siglo?

Denis Urubko y Wielicki, en el Bilbao Mendi Film Festival.

-En estos momentos está habiendo una cierta competitividad por ascender los ochomiles que quedan en invierno y la verdad es que no me gusta demasiado. En cuanto a nosotros, la verdad es que estamos intentando terminar algo que empezamos en los ochenta. Prácticamente están ya ascendido todos los ochomiles y lo que queremos es volver a las tradición que empezamos y poner fin a esta competitividad evitando que esto se convierta en una carrera por países, como sucedió en algunos ochomiles con su primera ascensión. Por eso mi sueño es hacer una expedición internacional que reúna a los alpinistas que estos últimos años están demostrando ser muy fuertes en invierno y acabar de subir los ochomiles que quedan.

-Sin embargo, el precio pagado en esta vuelta a los ochomiles en invierno está siendo muy alto para el alpinismo polaco, con cuatro muertos en las tres últimas expediciones. ¿Merece la pena?
-Desde luego el momento más duro fue cuando perdimos a nuestros dos compañeros en el Broad el pasado invierno, pero lo más duro fue saber que iban a morir, porque yo mantuve el contacto por radio con ellos hasta el último momento. Fue muy duro, tanto que el pelo se me puso blanco. Yo era el líder de la expedición y estaba en el campo base y ver que no puedes hacer nada por ellos es realmente duro. Sin embargo, después, reflexionando, te das cuenta que las montañas no matan a nadie. Que somos las personas las que morimos en ellas debido a los errores que cometemos. Ya sé que puede sonar algo duro, y más cuando los fallecidos son compañeros, pero tenemos que ser sinceros con las montañas y con nosotros mismos y es así. Es el eterno dilema que te sucede cuando

Wiekicli y Adam Bielecki, el mejor exponente de la nueva generación de alpinistas polacos.

estar cerca de una cumbre y has llegado a tus límites. Dejarte llevar por la emoción y seguir adelante o mantener la cabeza fría y darte media vuelta. Por eso el ser conscientes siempre de lo que estamos haciendo y del riesgo que corremos es fundamental, aún más en una ascensión invernal.

-Los últimos años han demostrado que los ochomiles del Karakorum también se pueden ascender. ¿Pero el K2 también se subirá algún día?
-Sí. Yo creo que sí. Estoy seguro que algún día, más cercano que lejano, se subirá el K2 en invierno. Estamos trabajando en la forma de conseguirlo. El problema principal es lo escasas y breves que son las ventanas de buen tiempo en el Karakorum, que apenas vás más allá de los dos o tres días. Así que de lo que se trata es de conseguir un equipo bien aclimatado, que sea rápido y que sea pequeño, en una ascensión relámpago, ya que otro de los problemas del invierno en el Karakorum es que desgasta mucho y cuanto más se alargue una expedición menos posibilidades de cima tendrán. Creo que una buena estrategia sería que primero un equipo potente equipase la ruta hasta los 7.500 u8.000 metrosy luego un equipo pequeño y de refresco realizase el ataque rápido a cumbre.

-Que les diría a los que critican el himalayismo invernal como una forma de alpinismo que técnicamente no aporta nada y solo muestra sufrimiento?
-Cada uno elige su camino. Yo tampoco puedo entender lo que hacen otros pero les respeto. Quizás esos deberían intentar entender lo que yo hago antes de opinar. En todo caso, el sufrimiento es muy subjetivo, porque te puede aportar ciertas satisfacciones y te devuelve el placer íntimo de intentar un reto y superarlo. Evidentemente, te tiene que gustar ese reto, pero al final ese sufrimiento es parte de ese objetivo que nos marcamos de saber dónde está nuestro límite. En toco caso, cada uno elige su camino y yo no soy quién para criticar a otros si eligen ir a uno u otro sitio a escalar y hacerlo en unas condiciones concretas. Nosotros elegimos el alpinismo invernal, que por cierto, entre las cosas que más valoro de él están los vínculos que desarrolla entre los compañeros  de cordada y expedición.

-¿No le pide el cuerpo subir con sus compañeros ahora?
-La verdad es que a veces sí se me hace difícil quedarme en el campo base mientras veo a mis compañeros alejarse hacia la montaña. Pero en esos momentos me inspiro en Zawada, nuestro líder en tantas expediciones en los años ochenta y que nunca subió ni al campo 1. Ahora me toca a mí ese papel, pero no puedo negar que mi alma de alpinista se rebela en esos momentos, que en esos momentos en mi interior luchan dos Krzysztof. Sin embargo, también creo que es el momento de dar paso a las nuevas generaciones y mi papel desde el campo base es importante para ayudarles.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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diciembre 2013
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