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“Dónde voy a estar ¡en la cumbre del Lhotse, ja, ja,ja!”

“¡Aupa! ¿Me escucháis? ¿Sí? ¿Que dónde estoy? Pues dónde voy a estar: en la cumbre del Lhotse, ja, ja». Alex Txikon es de los que no pierden el buen humor ni a 8.516 metros de altitud y 25 grados bajo cero. Así respondía el vizcaíno a su equipo en Euskadi por el teléfono vía satélite cuando les llamaba pasadas las doce del mediodía (cuatro horas menos en España) para darles la buena nueva: Acababa de llegar a la cima de su décimo ochomil: el Lhotse.

Sin embargo, la procesión iba por dentro: «He hecho cumbre hace unos 20 minutos», explicaba entre los jadeos y la tos causados por la altitud, el cansancio y la escasez de oxígeno. “Ha sido muy duro, pero esto es precioso, la paliza ha merecido la pena”, añadía el líder de la expedición ‘Bizkaia Gailurretan/Bilbotik Lhotsera Euskaraz’. Más tarde, ya en la seguridad del campo II (6.400 m.), explicaba que “ha sido muchísimo más duro de lo que pensaba, y eso que pensaba que iba a ser durísimo. En dos o tres ocasiones he estado a punto de darme la vuelta. No sé, es posible que haya acusado un poco la altitud, porque llevaba tiempo sin estar por encima de los 8.000 metros, y quieras o no, no es lo mismo estar a 7.500 metros que a 8.300, y menos aún sin oxígeno. El cuerpo lo nota. Además, hacía muchísimo frío, he visto algún tramo peligroso, sobre todo por las piedras que caían desde lo alto, he ido casi todo el rato solo… Ha habido momentos muy duros, pero todo el esfuerzo ha merecido la pena. El día ha sido muy largo, porque la bajada ha sido también larguísima, pero estoy contento, feliz, con ganas de volver a casa, que ya son muchos días fuera y la expedición se ha hecho muy larga… Pero ha sido una gran expedición”.

Sus otros dos compañeros, José Carlos Tamayo y Juanra Madariaga finalmente no pudieron acompañarle hacia la cima por distintos problemas físicos, así que Alex tuvo que buscarse sobre la marcha nuevo aliados: el asturiano Jorge Egocheaga, el rumano Horia Colibasanu, el eslovaco Peter Hamor y el italiano Marco Confortola, un potente grupo que suman una treintrena de ochomiles. “Unos 45 minutos antes que yo ha hecho cumbre Jorge, después han llegado Horia y Peter, y ahora estoy yo aquí, solo, en la cumbre. Voy a esperar 20 minutos a Marco, y seguido me bajo para el Campo II. Andamos más o menos bien de tiempo, porque son aquí en torno a las 12 y cuarto, pero no me puedo confiar”, relataba desde la cumbre.

Al final, las cosas no han sido tan sencillas como preveía el alpinista lemoarra. Alex ha permanecido casi hora y media en la cima del Lhotse esperando a su compañero italiano, con el que ha completado un largo y penoso descenso que, por suerte, se ha saldado sin daños irreparables, pero que durante unas buenas horas, debido a la falta de información, ha mantenido en vilo a sus compañeros en el Campo Base, que solo tenían noticias de él, algunas demasiado confusas, a través del relato de otros montañeros. Por suerte, Alex alcanzaba la seguridad del Campo II hacia las 16:50 horas en Euskadi, casi las nueve de la noche en Nepal, es decir, 19 horas después de abandonar el Campo IV, a 7.850 metros, con destino a la cumbre.

La larguísima jornada había comenzado para él a las dos de la madrugada. “Hemos salido cinco, Egocheaga, Hamor, Colibasanu, Confortola y yo. Al final, el sherpa que iba con Confortola no ha subido. La noche no era del todo buena, y me he parado unos minutos para hacer en directo una conexión con un programa de radio, y a partir de ahí he tenido que hacer la subida en solitario, lo que lo ha complicado todo”, pese a que las cuerdas fijas instaladas por las expediciones comerciales han facilitado la tarea. “Desde el Campo IV hasta el Lhotse, todo el trayecto es un corredor precioso, que por momentos se estrecha tanto que es complicadísimo. Además, la caída de piedras es una constante aquí. Teníais que ver los agujeros que tienen las tiendas. Además, nosotros mismos, al escalar, también vamos soltando piedras, y eso lo hace aún más peligroso. Tras mucho esfuerzo, he llegado a la cumbre pasadas las ocho de la mañana. No he podido disfrutar del todo de las vistas, porque no estaba muy despejado, pero lo poco que se veía era precioso. Lo peor ha sido que nos hemos encontrado un cadáver en la cima. Una pena. En la cima me he acordado mucho de Benantzio Irureta y de Alexei Bolotov, a los que siempre echaré de menos. Y también de Juanra Madariaga y de José Carlos Tamayo, que por motivos de salud no han podido estar hoy conmigo. Les he echado un montón de menos, pero las montañas siguen aquí, y nos estarán esperando”, decía el alpinista vasco.

Alex Txikon tiene previsto descender hoy mismo al campo base y volver a casa cuanto antes. A finales de junio iniciará un nuevo reto: viajar de nuevo al Karakorum para escalar el Laila Peak, esta vez en verano, y el K2, el segundo ochomil más alto del planeta y el considerado más difícil, que Alex ya ha intentado en 2004 y 2011. Si lo logra, será su undécimo ‘ochomil’. Antes de conquistar el Lhotse, Txikon ya había hollado nueve ‘ochomiles’: Broad Peak (2003), Makalu (2004), Cho Oyu (2004), Shisha Pagma (2007 y 2010), Daulaghiri (2008), Manaslu (2008), Annapurna (2010), GI (2011) y GII (2011).

Mientras el pleno era total en el Lhotse para el alpinismo nacional, con las cimas de Alex Txikon y el asturiano Jorge Egocheaga, que sumaba así su duodécimo ochomil en su objetivo de coronar Los Catorce (le faltan el K2, que él da por ascendido tras quedarse a pocos metros de la cima, y el Kangchenjunga), en el Kangchenjunga (8.586 m) el éxito era sólo parcial. El catalán Oscar Cadiach hacía cima también -su duodécimo ochomil-, pero su compañero de cordada Lluis Rafols no lo lograba.

Tampoco el veterano Carlos Soria (74 años), que se quedaba a apenas trescientos metros de ella. Después de 13 horas ininterrumpidas de ascensión, el alpinista madrileño decidía darse la vuelta un poco por encima de los 8.200 metros de altitud, al parecer al estar justo de oxígeno artificial con el que habiía decidido afrontar el exigente día de ataque a cima.

La amplia ventana de buen tiempo que se ha abierto estos días en el Himalaya ha llevado la efervescencia a todos sus ochomiles. En el Lhotse, el catalán Ferran Latorre espera hacer hoy cumbre; en el Everest el aragonés Carlos Pauner busca completar los catorce ochomiles en los próximos días, mientras que la cima del Dhaulagiri espera también en las próximas horas al andaluz Lolo González y al catalán Juanjo Garra.

Alex Txikon en el campo II. Detrás, el Lhotse.

 

El Lhotse, desde la pared del Nuptse, a 7.200 metros de altitud.

 

El Valle del Silencio del Khumbu, con el Everest (izquierda) y el Lhotse (al fondo).

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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