>

Blogs

Juanito Oiarzabal: «Me avergu?enzo de la forma en la que he hecho esta ascensio?n»

Juanito Oiarzabal consumió el lunes una más de las muchas vidas que guarda en una recámara que parece no tener fondo. Un colapso por agotamiento y deshidratación durante el descenso del Lhotse le hizo llegar en camilla al campo base prácticamente inconsciente. Aunque ayer por la mañana ya daba órdenes y gruñía a todo el que no le hacia caso, su debilidad aún era manifiesta. Quizás por ello, sus reflexiones eran las de un hombre cansado de ser noticia no por sus cumbres, sino por sus rescates. No por sus récords deportivos, sino por sus frases altisonantes.

-¿Qué le pasó en la Cascada de Hielo?

-Lo que me pasa siempre, que no me hidrato ni me alimento. Que paso siete días en altura y no meto nada al cuerpo, que me despreocupo. Y luego me da el bajonazo. Sé que tengo que ser más severo con lo que hago, más responsable. Pero claro, ahora, con 55 años… Siempre me ha pasado lo mismo, siempre. Y luego también me he dado cuenta que los últimos años, en los ‘ochosmiles’ altos, esos que pasan de 8.400, lo paso fatal. Sin embargo los ‘ochomiles’ bajitos… hasta los ocho mil metros voy como la seda. Así que eso es lo que pasa. Que hay falta de hidratación por un mal comportamiento mío, de no saber cuidarme.

-Pero la ascensión la hizo bien. De hecho fue el primero de su grupo en llegar a la cumbre y volver al campo 4.

-Sí, aunque fue un recorrido largo que nos costó más de lo previsto. Por cierto por una vía preciosa. De todas formas, yo no vuelvo aquí jamás. Es la expedición en la que menos he disfrutado de todas las que he hecho. La situación que se vive aquí es la de sentirnos campistas, no montañeros.

-Pero es porque ustedes quieren, porque han estado esperando a que la montaña estuviese equipada para subirla.

-Precisamente por eso. Porque no me he sentido montañero. Yo me avergüenzo ahora mismo de haber hecho la ascensión de la forma que la hemos hecho. Estoy casi casi arrepentido de haber venido a esta montaña para haberla subido en estas condiciones. Es que no te sientes alpinista. De nada. Y ya la humillación por mi parte, es haber estado esperando días y días para subir a la cumbre porque te están diciendo que van a colocar la cuerda. ¡Pero si yo eso no lo he hecho jamás! En mi vida. ¡Jamás! Esperar a que una expedición comercial te lo coloque todo… Para mí es humillante. No valemos una mierda. Nada. Y eso es lo que se vive aquí, en el Everest y en el Lhotse.

-¿Es la vez que peor lo ha pasado en un ‘ochomil’?

-No. El peor recuerdo lo tengo del K2. Allí estuve a ocho mil metros, solo, perdido y congelado. Allí sí que pensé que me quedaba. Aquí me ha pasado cerca del campo base, rodeado de compañeros y con la ayuda de los sherpas de Edurne y luego de su equipo, que me llevaron en la camilla, por lo que les estoy muy agradecido. El problema que yo tengo es el que siempre me recordaba mi mejor amigo, el difunto Mikel Apodaka, y es que a la semana de pasarlo mal se me olvida. Y acabará volviéndome a pasar.

-¿Cuando empezó a notar que le fallaban las fuerzas?

-No es que te fallen las fuerzas. Notas cansancio porque has hecho una montaña alta, de ocho mil quinientos. Y quiero recordar a la gente que no tienen nada que ver una montaña con oxígeno a hacerla sin oxígeno. Es que lo hemos podido ver estos días, con una persona de 72 años que ha subido y ha bajado, cansado, por supuesto, pero en la mitad de tiempo que nosotros y sin ninguna secuela. ¿O qué crees que Carlos Soria es san dios en esto de la montaña?.

-¿Y usted no se plantea seguir haciendo los ‘ochomiles’ con oxígeno?

-Ahora ya no. Ahora ya en absoluto, porque solo me quedan los pequeñitos, me he quitado los gordos. Y los más complicados, todos. Quizá el Dhaulagiri cuando vaya me lo plantee porque es una montaña complicada… pero no. A mí ahora la gente me dirá “es que Juanito ha subido con oxígeno al Lhotse” y les dire “pues no”. He subido sin oxígeno y he utilizado oxígeno medicinal para bajar. Porque si no, no bajo. Pero lo acepto. Lo acepto totalmente. No tengo ningún problema. Y si tengo que volver a tirar de oxígeno para no morirme, tiraré. Que ha sido por cierto el caso de Carlos Pauner, que por no utilizar oxígeno ha puesto su vida en peligro. En mucho peligro. Pero tenemos un proyecto, estamos metidos en él, y si lo podemos solventar…

-¿No cree que le están sacando de demasiadas montañas últimamente?

-No. Mira, te voy a contar lo que ha pasado los últimos años. Porque la gente puede llegar a pensar que me están sacando, pero no es verdad. Después de las graves congelaciones del K2 en 2004, volví a los ‘ochomiles’ en 2006 en el Yalung Kang, donde se me abrieron los pies y me vine para casa. Después estuve en el Makalu, donde subí como nunca, aunque me tuvieron que sacar de allá porque tenía los pies congelados. Pero la ascensión, impecable, vamos. Luego me fui con Edurne al Kangchenjunga, donde nadie me sacó de allí.

-Pero en el Annapurna…

-Allí es donde empieza todo este bulo de que si siempre me rescatan. Porque yo hago una ascensión al Annapurna seguramente más limpia que la de 1999. Lo que pasó es que la situación fue la que fue. Se mató un compañero y luego varios medios de comunicación se encargaron de dar caña. Caña a no sé qué. Porque yo lo único que hice allí fue intentar salvar la vida a un compañero. Nada más. Y qué ocurrió, que aprovechando que ese helicóptero estaba en la búsqueda de Tolo, a alguien, no a nosotros, y ahí tienes a Carlos Pauner para que te lo confirme, se le ocurrió la brillante idea de decir “coño, ya que no hemos encontrado a nadie, vamos a intentar un rescate a siete mil metros”. Porque si no, hubiéramos bajado igual andando. Que no te quepa la menor duda. Y luego, del Annapurna vengo aquí. Y eso sí, yo pensaba que se iba a dar la misma situación con Lolo. Y esa es la única preocupación que tenía. Encontrar con vida a Lolo. Pero mira, gracias a Dios, o gracias en este caso a Damian Benegas, que lo bajó y por lo que le estoy absolutamente agradecido.

-¿Entonces no tiene la sensación de que lo está pasando mal en las montañas últimamente?

-No. Lo que me da la sensación es que en los últimos años estamos montando muchos shows con el tema de la montaña. Esa sensación sí que tengo. Y me molesta. Sobre todo una persona que lleva toda su vida en este negocio, una persona representativa de la montaña. Y que ahora por ‘h’ o por ‘b’ su imagen, no sé si para bien o para mal, se está desgastando. Y por otra parte, no sé si me interesa ya todo esto, pues me lo estoy pensando.

-¿Se refiere a dejar el proyecto de repetir los 14 ‘ochomiles’?

– Me refiero a que es mucha acumulación de muchas cosas, de demasiada televisión, de demasiados medios de comunicación. Demasiado mundo mediático. Y la gente al final se cansa de uno. Pero bueno, también es verdad que al final es de lo que me gano la vida.

-Primero lo del Annapurna y ahora esto, han sido dos años seguidos en los que ha vivido situaciones parecidas, aunque con final bien distinto por suerte. ¿No le hace reflexionar?

-Si hay algo que me hace reflexionar es que a partir de ahora voy a elegir muy bien con quién ir a los ochomiles. Porque yo tengo 55 años ya y lo que no puedo andar es cuidando a mis compañeros. Bastante tengo con lo mío como para cuidar de los demás. Precisamente, lo que siempre he dicho es que me tengo que rodear de personas que me suban, entre comillas, y no al revés. Gente que en un momento dado me puedan sacar a mí de un problema y no al revés.. Ese es el planteamiento que me tengo que hacer. En vez de compartir el permiso con este o aquel, me voy solo. Me contrato a un sherpa y me voy solo. Y eso es lo que me tengo que replantear. Y luego también es verdad que no ando como antes, que me cuesta más. Y entonces alguno dirá ‘pues retírate cabrón’. Pues no. Ahora lo hago precisamente para joder a todos esos que dicen que me retire.

Juanito Oiarzabal en la cima del Lhotse.

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

Sobre el autor


mayo 2011
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031