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Envenamiento mortal con amanitas de pequeño tamaño

He leído en nuestro periódico que “un hombre de 73 años de Mataró (Barcelona) falleció el pasado viernes en el Hospital Clínic de Barcelona tras consumir una seta tóxica que él mismo recogió en un pinar de su localidad, según ha confirmado el jefe de Toxicología del Clínic, Santiago Noguè”.
El hombre había ingerido una seta de la especie ‘Lepiota subincarnata’, común en los bosques catalanes y que prolifera más o menos en función de las condiciones climáticas. Las lluvias de los últimos días alargarán la temporada de recogida de setas de dos a tres semanas más, ha especificado Noguè.
Es el primer muerto por consumo de setas tóxicas esta temporada. El fallecido ingirió la seta nueve días antes de morir y desencadenó los síntomas de una intoxicación alimentaria, como son vómitos y diarreas, pero que en este caso persistieron más allá de las 24 horas, lo que obligó su traslado al hospital. Con el citado caso, el Clínic ya ha atendido cuatro casos por intoxicación por setas, aunque ninguno de ellos de la gravedad mortal del hombre de Mataró. Especifica la nota que “en 2010 no hubo muertes por intoxicación de setas, aunque el anterior se sucedieron dos casos”.
La Lepiota subincarnata es un hongo basidiomiceto, de la familia Agaricaceae. Es pequeño, de 3 a 5 centímetros, parece una galamperna pequeña (de ahí su peligro) y crece en grupos desde el verano hasta muy entrado el otoño, tanto en bosques como en prados y jardines. Es muy tóxico puesto que contiene amanitina y su ingestión puede provocar la muerte, con una sintomatología similar a la producida por la Amanita phalloides.
Todos los años se producen intoxicaciones con este tipo de lepiotas enanas: helveola, brunneoincarnata, josserandi, etc. Los seteros las confunden con la lepiotas grandes (Macrolepiota procera, la clásica galamperna, apagador, matacandelas o parasol), que pueden llegar hasta los 40 cm de diámetro del sombrero y es comestible sin más. En conclusión, nunca hay que coger lepiotas pequeñas. Sólo grandes y a ser posible abiertas. Es cuando no hay peligro de confusión.

Fotos JAVIER MUÑOZ

Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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