A la vuelta de vacaciones, leyendo periódicos atrasados, me he tropezado con la esquela de Basilio Etxebarria, el ‘pastor del Gorbea’. Tenía 86 y falleció el 19 de agosto. Triste noticia que trae a la memoria viejas historias de una cima en la que me hice montañero. Con Basilio se van una gran parte de mis recuerdos del Gorbea, montaña a la que subí por primera vez de chaval guiado por mi padre José Luis (Munitibar) y algunos montañeros del Bilbao Alpino de los que he olvidado el nombre.
Nació en 1924 en el caserío Elexartza, en el barrio Uribe de Zeanuri (Vizcaya). A los catorce años dejó la escuela, comenzó a cuidar el rebaño de su padre Basilio. Entre los años 1960 y 1992, además de cuidar el rebaño, se encargó del refugio de
Solíamos pernoctar en el refugio del Juventus de Egiriñao (el de Arraba aún no se había construido) y además de monte a mansalva, no faltaban las visitas a las chabolas de Olabarria, Basilio y algún otro pastor de los muchos que patrullaban los rasos del Gorbea. Para un chaval bilbaíno era como penetrar en otro mundo, no mágico, sino extraordinario donde lo primero que me sorprendía eran los olores. El principal a humo. Las chabolas estaban mal ventiladas o sencillamente no tenían chimenea, por lo que la humareda se filtraba por las grietas y tejas. Lo impregnaba todo. Cuando volvíamos a Bilbao, el tufo que despedíamos dicen que era insoportable.
Otras ‘pestes’ accesorias eran la de la leche cruda, la de cagarruta de oveja, de boñiga de mulo y vaca y una especial, que se metía muy dentro. Era el que desprendían los quesos (todos diferentes y auténticos de Gorbea y no de Idiazabal) que se maduraban en un rincón oscuro de la chabola, ese habitáculo secreto donde no faltaban las pulgas, los ratones y los lirones ‘mitxarroak’, enemigos de quesos y hogazas.
Además nos intrigaba el viejo euskera vizcaíno, la lengua de aquellos hombres, que a los bilbaínos (finales de los 50) nos sonaba extraña. También se desenvolvían en castellano. Los pastores alaveses de la otra parte del Gorbea: Zuya, Zárate, Barambio, Ciorraga, etc. desconocían el euskera y los de Arratia y Orozko tenían que cambiar de idioma para entenderse con ellos
Basilio era el chamán de aquel microcosmos donde había otros muchos personajes cuanto menos singulares. A vuela pluma citaré a José María Olabarria ‘El Rubio’, el último pastor de Itxina. Mantiene su chabola en Landanagusieta, Lexardi; Tomás Etxebarria y Juan Astondoa, que se asentaban en Andremariourtu; Epelde, de Zubiaur, que tiene (¿tenía?) una gran chabola cerca de Anekoarri; José Canales de Areatza; Pablo Sagarna ‘el astrónomo’, que pastoreaba en Zanburu y era muy conocido por sus aciertos meteorológicos (no confundir con Jacinto Sagarna ‘El pastor del Gorbea’, nacido en los caseríos de la curva de Barazar, de profesión vinatero, que vive en Tudelilla,
No llegué a conocerlo y desconozco su edad en aquella época, pero no me resisto a citar al famoso ‘Petróleo’. Era un pastor de Jaureguía (Orozko) que tenía chabola en Itxingote (Itxina). Dicen que el mote le venía de su afición al anís. Los pastores aseguraban que estaba aliado con la ‘gente mala’ (lamias, brujas, los enanitos ‘ireltxoak’, etc.).
Una parte de lo que queda de aquel mundo que se reduce día a día se nos ha escapado con Basilio ‘Pastorea’. Goian Bego