Ya lo decía hace unos días. El mundo alpino gira su mirada hacia el Karakorum tras la llegada, este año prematura, del monzón en el Himalaya. Los cinco ochomiles de Pakistán se aprestan a soportar el asedio de decenas de expediciones y centenares de escaladores. El Gasherbrum II y el Broad Peak se vuelven a llevar la palma en su condición de ochomiles ‘fáciles’, pero como viene sucediendo en los últimos años, ni tan siquiera el otrora sagrado K2 se libra de la presencia en su base de un numero de expediciones (casi una docena) impensable hace apenas un lustro. La mejor evidencia de que el alpinismo comercial ha perdido el respeto hasta a las más temidas cumbres.
Y es que, salvo honrosas excepciones, las rutas normales, cosidas con cuerdas fijas, serán las vías mayoritarias de acceso a las cumbres. Pero como he dicho, algunas excepciones hay. A la cabeza de ellas vuelve a estar el gran Valery Babanov, el único alpinista que ha recibido dos veces el Piolet de Oro, el máximo premio del alpinismo mundial. El ruso ya dejó muestras de su clase el año pasado al abrir en apenas quince días dos nuevas rutas en estilo alpino en el Broad Peak y el Gasherbrum I. Su idea era completar una trilogía de aperturas con el Ghasherbrum II, pero el tiempo se les echó encima. Así que este año vuelve para completar el reto. No ha dado detalles de la vía elegida, pero seguro que no decepcionará.
El resto de actividades singulares se centran en el K2, con el intento de sueco Fredrik Ericsson de descender desde la cumbre en esquí y el objetivo de una nueva vía a cargo del equipo que dirige el austriaco Gerfriend Goschl.
Pero donde el Karakorum echará chispas en los dos próximos meses será en la carrera por completar los 14 ochomiles, tanto en su versión masculina como en la femenina. Hasta media docena de alpinistas a los que les faltan uno, dos o tres ochomiles para completar la carrera se darán cita en los campos base de los cinco colosos pakistaníes. El que mejor lo tiene es el finlandés Veikka Gustafsson, que si asciende en las próxima semanas el G-I se convertirá en el decimoséptimo hombre en completar Los Catorce.
El pelotón se amplía con los alpinista a falta de dos ‘grandes’ para acabar la serie. Los jóvenes kazajos Maksut Zhumayev y Vassili Pivtsov tienen el permiso para el K2 (el otro que les falta es el Lhotse) pero tras la reciente muerte de su compañero Serguey Samoilov precisamente en las faldas del Lhotse cuando intentaban la famosa travesía Everest-Lhotse su presencia en el campo base del Chogori es más que dudosa. El portugués Joao García, por contra, sí que ha confirmado su intento en el Nanga Parbat en busca del que sería su decimotercer ochomil (le quedaría el Annapurna).
También estará en la base del K2 la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner, que intentará ascender por la ruta de los vascos (pilar SSE). Si lo consigue, sólo le faltará el Everest para convertirse en la primera mujer en completar Los Catorce. PEro ni ella ni Edurne Pasaban se pueden descuidar. Al acecho se encuentra la coreana Eun Sun Oh, que se ha plantado en Pakistán con el firme propósito de subir el Nanga Parbat y el Gasherbrum I de una tacada y acudir así en otoño al annapurna para acabar su sprint final. Para ello, ya tiene a sendos equipos trabajando en ambas montañas donde no escatimará medios en forma de porteadores u oxígeno artificial.
Otro que se plantea un esprint final endiablado es el nepalí Serap Jangbu, empeñado en convertirse en el primer sherpa en completar Los Catorce. Su reto este verano no tiene desperdicio: ascender el Nanga Parbat, el Gasherbrum I y el Broad Peak, con lo que le quedaría únicamente el Makalu. El reto es descomunal, pero si hay alguien capaz de hacerlo es este szherpa que el 25 de julio cumplirá 40 años y que además de diez ochomiles ascendidos cuenta con repeticiones al Everest, K2, Lhotse y Cho Oyu.