No por conocida la noticia es menos impactante: los glaciares de los Pirineos desaparecen . La novedad en este caso es que les han puesto fecha de defunción: dentro de 50 años. Y eso sí que impresiona. Da que pensar. A mí por lo menos. Qué derecho tenemos los hombres (como género) a alterar de esta forma tan brutal, tan determinante, el lógico discurrir de la Naturaleza.
Los de siempre dirán que no, que la raza humana no es la culpable del cambio climático, que es algo cíclico que la Tierra vive periódicamente a lo largo de su ya larga existencia y que ahora toca calentamiento, estemos o no nosotros sobre ella.
Vale. De acuerdo, les concedo el beneficio de la duda. Pero aún así, ¿tanto nos cuesta ser un poco más respetuosos con ella? Aunque sólo sea si ‘por si acaso’ sí que somos (yo-tu-él-nosotros-vosotros-ellos) los causantes de tan magno desaguisado.
Hace unos años viajé a Noruega. Allí visité el glaciar Jostedal, el más grande del Europa. La aproximación se realiza por su frente, remontando el valle de retirada. Según te acercas a la masa de hielo, vas viendo en unos cartelitos hasta dónde llegaba el hielo por décadas: primero 1900, una decena de metros más allá, 1910. Más o menos la misma distancia: 1920. Y así hasta llegar a los años más recientes y acercarse a su frente. En las tres últimas décadas, hay que recorrer cerca de 50 metros entre cartelito y cartelito. La evidencia es tan visual que impresiona. Y por supuesto invita a la reflexión.
La retirada de los hielos también se aprecia de forma más que evidente en las dos fotos de Greenpeace que adjunto. Las imágenes corresponden al glaciar de Monte Perdido, uno de los más emblemáticos del macizo, sobre todo para los montañeros, junto con los del Aneto y el Vignemale. La de blanco y negro es de 1910 y la de color, de 2004. En 2060 será sólo historia. Sobran las palabras. Más bien las fotos te dejan mudo.