En mi anterior blog sobre los neveros y glaciares del Balaitús hice una breve mención a las marmotas y su colonización de Formigal. En 1970 estos simpáticos y voraces -con el medio ambiente- roedores aún no habían aparecido en el Circo de Piedrafita. Luego llegaron con fuerza y lo hicieron para ocupar pedreras y terreros y quedarse.
Picado por la curiosidad, he consultado la bibliografía existente al respecto. Pues bien, Ricardo García González en ‘Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Ibéricos’ escribe y lo cito textualmente que «La introducción de la marmota alpina en el Pirineo francés data de 1948 y fue obra del cazador y naturalista Marcel Couturier (1955). Su finalidad fue disminuir la presión de depredación del águila real (Aquila chrysaetos) sobre el sarrio (Rupicapra p. pyrenaica). Posteriormente, estas sueltas fueron alentadas y llevadas a cabo por el Parque Nacional de los Pirineos, en parte para proporcionar fuentes alternativas de alimento al oso pardo (Ursus arctos), amenazado de extinción (Chimits, 1979). No se realizaron estudios sobre su posible impacto ecológico ni se siguió un protocolo de control sanitario de los animales introducidos (desparasitación y cuarentena). Ninguna de las recomendaciones internacionales relativas a la traslocación de especies se cumplió en el caso de la marmota alpina en el Pirineo (Consejo de Europa, 1985; UICN, 1987). Tampoco se ha estudiado, aún hoy en día, la consecución de los objetivos que alentaron las introducciones. Ninguna de las sueltas realizadas tuvo un seguimiento de su éxito o fracaso por lo que no pueden sacarse conclusiones respecto de la metodología adecuada para realizar traslocaciones de marmotas (Ramousse y Le Berre, 1993). Por el momento, la única enseñanza que se puede extraer de las sueltas en Europa, es sobre aquellas que han fracasado por haberse realizado en macizos demasiado bajos como la Selva Negra o los Montes Jura (Neet, 1992).
Debido a las numerosas introducciones realizadas en la vertiente norpirenaica, tanto a partir de ejemplares procedentes de los Alpes como de los mismos ejemplares pirenaicos, la marmota se halla hoy ampliamente distribuida por toda la cadena, tanto en Francia (Jean, 1979), como en España (Herrero et al., 1992; Herrero y García-González, 2002). El número de ejemplares introducidos en el Pirineo francés, provenientes fundamentalmente del Parque Natural de la Vanoise y en menor medida del de Mercantour en los Alpes franceses, superó los quinientos ejemplares (Ramousse et al., 1992). En principio parecen ser los únicos lugares de origen.
En España la primera cita de su presencia parece que es de 1968 en el valle de Otal, en Huesca. El ICONA realizó una primera encuesta sobre la distribución de la especie a principios de los años setenta del siglo pasado, aunque no se tomó ninguna medida particular al respecto (García-González et al. 1985a, 1985b). La especie aparece en Cataluña a partir de 1974 (Canut et al., 1989) y en Navarra probablemente poco antes de 1985, a partir de ejemplares provenientes de la Hoya de la Solana en Ansó (Huesca).
Aclarada la reintroducción, nos queda por saber si fue acertada o es un grave error que pasará factura a la fauna y flora de las zonas colonizadas por las marmotas. Personalmente no me molestan, sino todo lo contrario. El pasado junio subía hacia el Anayet por el barranco de Culivillas. Hacía mucho calor y los silbidos de estos roedores me distrajeron del bochorno y de los tábanos, que acribillaban a los montañeros en la ascensión hasta los ibones. Se le veía gordas y relucientes, con el forro invernal en la mayoría de los ejemplares. Había algunas de tamaño descomunal. Otras en cambio parecían ardillas saltarinas que se asomaban entre los canchos y las matas de los rododrendos.
Es un caso similar al de los rebecos que han sido reintroducidos en el Alto Asón. En otro tiempo tuvieron un hueco en el ecosistema. No veo la razón por la que no puedan volver a recuperarlo.