La Coordinadora Ecologista de Asturias denunció el pasado día 5 lo que considera el pufo de las estaciones de esquí asturianas y, en este sentido, señaló que el desastroso inicio de la campaña invernal en Valgrande Pajares y Fuentes de Invierno la razón a los que en su día se opusieron a la creación de lainstalación allerana. Según los representantes de este grupoecologista, fue absurdo equipar la montaña en una cota tan baja y en esa ubicación y lamentaron que sólo haya servido para generar un fuerte impacto en el paisaje.
La meteorología les está dando la razón. Fuentes de Invierno no ha abierto aún (ayer tenía 5 centímetros de nieve sobre sus pistas) y el mal ya está hecho. Quizá, y esperemos que caigan, las nevadas sean pródigas en lo que resta de campaña invernal, pero el caso es que Fuentes ha comenzado con mal pie.
El centro invernal de Aller aún no tiene nieve esquiable y por esta razón los defensores de la estación que está en proyecto en el valle de La Lechada, San Glorio, (León), deberían tentarse la ropa y archivar la idea. Montañas salvajes quedan muy pocas y estaciones de esquí en desuso, que siembran de ferralla las laderas, hay unas cuantas.
Los socios del Club Deportivo Bilbao aún nos acordamos del arrastre que funcionó a tope en La Sía (Burgos), en los años que nevaba. Entre sus monitores estaban Moisés y Basora, recientemente fallecido. Aún se puede localizar algún poste caído y cubierto por la argoma en la cuesta del pico La Rasa (Imunia). Aquel minicentro de esquí fue una forja de buenos deportistas, pero ahora ha quedado en el olvido.
El próximo centro de esquí de Lunada, que ha ocupado la vaguada del Pico de la Miel, lleva un camino similar, como en su día lo hizo el arrastre de Barruello de Santullán. Muy cerca está el fantasmagórico refugio de Golobar, en la falda del Valdecebollas. Se construyó para parador de cazadores y ha sido desaprovechado. Ahora se utiliza como corral cubierto y cuando la nieve acabe por hundirlo, que será muy pronto, no servirá para nada. Son algunos de los indicadores de que el tiempo está cambiando. No es momento para discutir quién tiene la culpa, pero está claro que sembrar de estaciones de esquí la cordillera cantábrica es una osadía.