Desde la primera vez que se convocó este concurso, el adjudicatario ha sido Euskaltel, para enfado de sus competidores. Más bien hay que decir competidor, ya que salvo Telefónica nadie ha querido acudir al concurso.
Hay, cuando menos, expectación ante lo que pueda suceder. De un lado, ha cambiado el Gobierno y es ahora un gabinete del Partido Socialista de Euskadi el que tendrá que decidir. La primera vez que esto sucede, ya que hasta ahora lo había hecho el PNV, auténtico fundador de la compañía, en aquella negociación que dirigió con mano firme Juan José Ibarretxe: tú me das autorización para crear una telefónica vasca y yo te garantizo los votos del PNV a la investidura de Aznar. Burgos, 1996. Ya es historia. Para los iniciados en la materia no ha pasado desapercibida la reunión, fotografía incluida, que mantuvieron recientemente el presidente de Telefónica, César Alierta y el lehendakari Patxi López. Intuyo que generó algunos nervios en la ‘naranja mecánica’.
Así las cosas, ¿qué pinta todavía el Gobierno vasco en el accionariado de Euskaltel, donde tiene un 8% de las acciones, a través del EVE y de EITB? Nadie ha sabido darme una respuesta que suene coherente. La participación no es desmedida en lo económico. Si mis cálculos no fallan, el valor nominal de las acciones suscritas por el Gobierno asciende a unos 27 millones de euros –en realidad nominal más prima de emisión- y su valor contable a finales de 2008 no llegaba a los 37 millones. Es el ‘chocolate del loro’ del patrimonio público, pero comienza a parecer como una gran mancha en el horizonte.
Euskaltel es ya una empresa madura, que ha alcanzado una cuota de mercado más que sobresaliente y con una gestión que ya la quisieran para sí muchas otras empresas privadas. Un servicio –al menos en lo que hace referencia a la telefonía fija, acceso a internet y oferta de televisión, que me atrevo a calificar de excelente- aunque en la telefonía móvil, cuestión de tamaño, se ha tenido que conformar con el mercado residencial ya que la estrechez de oferta le limitan el acceso a los requerimientos de muchos clientes empresariales. No digo yo que Telefónica lo haga mal, simplemente que Euskaltel es un digno competidor en esos segmentos de actividad y, además, tiene su centro de decisión en el País Vasco. Un valor que algunos no aprecian cuando se tiene, pero lamentan cuando se pierde. Me da en la nariz que a estas alturas del partido, la presencia del Gobierno vasco en el accionariado resta y no suma.
No coincido con quienes piensan que Euskaltel se ha sustentado sobre el favoritismo de la Administración vasca. Me suena a mensaje fundamentalista poco acomodado a la realidad. Es indudable que lo ha tenido, pero también que ese impulso ha servido para ganarse un hueco en el mercado, en el que priman las decisiones privadas. Si ir más lejos, la inversión que los poderes públicos van a hacer en el campo de San Mamés es mayor que la que han hecho en Euskatel y dudo mucho que el Athletic sea capaz de obtener la más mínima rentabilidad económica de ese esfuerzo. De la satisfacción del cliente……. mejor ni hablamos. Pese a todo, el futuro de Euskaltel, de nuevo cuestión de tamaño y de limitaciones a la expansión, está lleno de incógnitas pero, ¿quién está exento de ellas?
Tampoco creo que Euskaltel, como corporación, lo haya hecho todo bien. Tener un presidente que, presa de su pasado y de su corazón, se pasea sin pudor por todos los actos que convoca la oposición –sí, es que el PNV ahora es oposición- no tiene igual. ¿Se imaginan al presidente de Telefónica en todos los actos públicos que convoque el PP y, en primera fila, incluso pidiendo el voto para Rajoy? Y admito que José Antonio Ardanza ha aportado elementos muy positivos a la compañía, a la convivencia entre los accionistas e incluso a la interlocución con la Administración central.
Por qué no recordar también que el presidente del equipo ciclista que financia la compañía aprovechó un acto público, organizado con dinero de la misma empresa, para pedir el voto a Ibarretxe en las últimas elecciones autonómicas. Los hay que son incapaces de distinguir telecomunicaciones, deporte y política. Quizá me equivoque, pero Euskaltel puede valerse por sí misma, sin estos ‘abrazos de oso’.
Pero, ser juez y parte nunca es bueno. A saber. Si eres accionista de una fábrica de tornillos y tienes que comprar tornillos, lo lógico es que le adjudiques el pedido a esa compañía. De lo contrario, si se lo adjudicas a otra, tú mismo estás señalando a todo el mundo que la empresa en la que participas no es la mejor o la más competitiva. Mal rollito. Pero, si como es el caso, todo esto se produce en la esfera pública, con leyes de contratación rígidas, que no entienden de ese criterio de participación accionarial y exigen transparencia y competencia, el asunto pinta fatal. Una mala imagen que el Gobierno debería resolver cuanto antes. Cualquier decisión que adopte en ese concurso, siendo accionista de uno de los que optan al mismo, estará sometido a interpretaciones bajo sospecha.