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Manu Alvarez

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Las intervenciones de Imaz no reciben aplausos. Son ovaciones

He asistido esta semana a una conferencia de Josu Jon Imaz. Ha sido en el marco de la asamblea anual de Cebek, la patronal vizcaína. Es la segunda conferencia suya a la que asisto desde que volvió de Estados Unidos y, como pasó en la primera, algo me dejó realmente impactado. Más allá del contenido –novedoso y atractivo-, o del estilo del orador –cercano, desenfadado y hasta emotivo- hubo un algo que me dejó pensando durante bastante tiempo. El aplauso que recibió de los asistentes al acto.

Y no por lo ruidoso del mismo, no. Mi sorpresa fue la duración. Fue largo, muy largo, extraordinariamente largo para lo que se estila en una ponencia de un empresario, un directivo o incluso un político. Alguien cercano a mí y que asistió recientemente a una conferencia suya en la Cámara de Comercio de Gipuzkoa me confirmó, cuando le comenté este detalle, que allí sucedió lo mismo. “Es que Josu Jon, en sus conferencias –me dijo- no cosecha aplausos. Son auténticas ovaciones”. Coincido con la apreciación pero…. creo que hay algo más.

En la primera ocasión –creo que fue en su intervención en el Foro Europa- creí encontrar una explicación lógica a aquel aplauso extendido que uno creía reservado a cantantes, actores de teatro, artistas del Cirque du Soleil o asimilados. Al finalizar su intervención, el ‘presentador’ del acto tocó una tecla emotiva. “No comparto la idea de que eres un mal ejemplo para la juventud vasca, -creo recordar que dijo entonces Ignacio Marco-Gardoqui dirigiéndose a Imaz- sino más bien todo lo contrario. Eres un magnífico ejemplo para toda la juventud vasca”. Y los asistentes estallaron en una ovación.

Me pareció lógico. Después de aquellas manifestaciones gratuitas, injustas y vengativas de Xabier Arzalluz y Unai Ziarreta, creí ver en el aplauso el desagravio necesario para ayudarle a curar la herida. Al político, la acusación le resbala; al directivo empresarial también. Pero intuyo que al padre de tres hijos, para los que sabe que sí es un ejemplo, aquello le cayó como una puñalada.

Pero ayer no hubo interruptor emotivo alguno. Simplemente terminó su exposición y las aproximadamente 300 personas que le habían escuchado en el Euskalduna le gratificaron con una ovación larga, muy larga. De las de cantante a la que le piden un ‘bis’ o un ‘beste bat’ en formato autóctono. Y eso que hablaba de crisis económica y que él tampoco ve brotes verdes.

Tengo para mí que ahí hay mensaje. Probablemente no uno, sino muchos y distintos. Intuyo que cada uno de los que estábamos sentados allí, en alguna de esas conferencias, quisimos mandarle un recado con ese aplauso prolongado. Quizá un simple “qué bueno lo tuyo”; o un “tú sí que vales”; por qué no un “tú eres el Obama vasco”; o un “gracias, valiente” o “que buen ejemplo eres para todos los ciudadanos de este país”…. Como no lo sé pero me interesa el asunto, propongo que una empresa de sondeos de opinión haga uno entre los asistentes a la próxima conferencia de Imaz, preguntando, directamente, qué quisieron expresar con su aplauso. Habrá que comenzar a buscar un sponsor para pagar al ‘Ikerfell’ de turno. De lo que estoy seguro es de que al PNV no le interesa lo más mínimo y no van a ser ellos los que abonen la factura.

Por Manu Alvarez

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