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Manu Alvarez

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Tres 'megapifias' empresariales de la Diputación de Vizcaya

Si mi memoria no falla, en los últimos 19 años la Diputación de Vizcaya ha protagonizado tres pifias monumentales en el terreno empresarial. Me refiero a las han tenido por derecho propio el carácter de ‘mega proyecto’ y en las que, con un poco de perspectiva histórica, se han reproducido algunos elementos comunes. Me refiero al proyecto de construir una planta para fabricar alas de avión con destino a McDonnell Douglas; a la soñada fábrica de ensamblaje de vehículos de López Arriortua y ahora, aún calentito sobre la mesa, al proyecto de casas modulares de Habidite. Un amigo me insiste en que debería meter en este mismo esquema aquella gloriosa aventura de Jon Azua y la “piscifactoría de engorde de rodaballos”, pero como esa locura correspondió al Gobierno vasco la voy a dejar fuera. La media aritmética me sale a una ‘megapifia’ cada seis años.

Como el último caso está de plena actualidad no incidiré en los detalles del mismo. Son de sobra conocidos. Para los más jóvenes y los más desmemoriados daré algunas pinceladas de los dos primeros.

Alas de Avión: En 1990 la empresa de fabricación de máquina-herramienta de Durango, Duñaiturria y Estancona (DYE) convence a la Diputación de Vizcaya y al Gobierno vasco para que la respalden en una iniciativa desorbitante: Montar en Vizcaya una fábrica de alas de avión, con destino al MD-12 de McDonnell Douglas. La inversión estimada rondaba los 1.000 millones de euros (actualizada la cifra resultarían unos 1.925 millones de euros al día de hoy) y por extraño que parezca la mayor parte de ese dinero iba a ser desembolsado por la Administración vasca. No me voy a detener en su discurrir. Tan sólo recordaré que DYE no existe, quebró a principios de 1992 y McDonnell Douglas también desapareció, absorbida por Boeing. Por supuesto, el MD-12 jamás llegó a fabricarse. Algunos políticos, de estos que jamás saben reconocer un fracaso, se defenderían tiempo después asegurando que de aquella iniciativa nació más tarde el proyecto –este sí coronado con éxito- de Gamesa (hoy Aernnova) para fabricar alas de avión en Vitoria. Ellos y yo sabemos que no existía la más mínima conexión entre ambas operaciones. Ni en los promotores ni en los clientes. Y menos aún en la cuantía de la inversión.

Coches: En 1991 el ingeniero vaso José Ignacio López Arriortua convenció a la Diputación de Vizcaya para que comprase unos terrenos en Amorebieta –su localidad natal- para ubicar allí una planta de producción de turismos de Opel. Arriortua era entonces máximo responsable de compras de Opel en Europa y en 1992 se trasladaría a Estados Unidos como vicepresidente de General Motors. Opel sondeó la cuestión pero abandonó pronto la idea. López Arriortua fichó entonces por Volkswagen, volvió a Europa y rescató su sueño. La crisis que azotó al sector del automóvil primero y las acusaciones sobre el presunto espionaje industrial practicado por el ingeniero vasco después, acabaron por tumbar el proyecto. El terreno, que efectivamente fue adquirido por la Diputación, es hoy un magnífico parque industrial en Amorebieta, aunque sin rastros de la ‘mega fábrica’ de coches. ¿Les suena? Revisen la comparecencia de esta semana de José Luis Bilbao y verán cómo ha telegrafiado el futuro con los apuntes del pasado. López Arriortua fue procesado en Estados Unidos por espionaje industrial, aunque la Audiencia Nacional denegó su extradición. La salud del ingeniero había quedado seriamente dañada en un desgraciado accidente de automóvil.

En un análisis casi de urgencia, uno encuentra algunos elementos comunes entre todas estas batallitas:

– La primera, que el éxito de un proyecto empresarial es inversamente proporcional al “entusiasmo” que demuestra por él el diputado general de turno. Corolario: si la regla funciona, el proyecto Habidite quedó arrasado aquel día en que José Luis Bilbao, el empresario Jabyer Fernández y Fernando García Macua lo presentaron oficialmente en el palacio foral.

-La segunda, que cuanto más grande es el proyecto, más grande son los desastres que suceden a continuación a sus protagonistas. Me temo que en el caso de Habidite, la batalla campal desplegada en su entorno puede acabar en un auténtico descalabro que se va a llevar por delante 1.500 puestos de trabajo –no los que se iban a crear, sino los que ya existen en el grupo Afer- y que muchas familias pueden salir dañadas del sinsentido en que se ha convertido este asunto. Cada uno deberá asumir su responsabilidad. Unos en el terreno mercantil, otros en el político. Quizá todos en el judicial.

-La tercera. Permítanme acabar con un toque de humor porque lo que he visto en los últimos meses en torno a este tema me tiene un poco deprimido y reírme de mí mismo es lo único que le va bien a mi organismo en estas circunstancias. Me declaro ‘cenizo oficial’. Yo he escrito mucho de los tres proyectos y… ya ven como han acabado.

Un consejo final para los empresarios y promotores que tengan en sus portafolios un gran proyecto empresarial: Manténgase alejados de la Diputación de Vizcaya, no vaya a ser que en palacio se “entusiasmen” con la idea y….. hagan lo imposible para que yo no me entere del asunto.

Por Manu Alvarez

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