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Manu Alvarez

Bank Notes

Aterrizar en la crisis

Me asomo a esta parcela del cyberespacio con la misma mezcla de humildad, temor, inquietud, nerviosismo, ilusión y ganas de comerme el mundo con que aquel ya lejano 1 de Agosto de 1980, sentado ante una vieja Olivetti, escribí mi primera cuartilla en el Diario El Correo. Igual que entonces, tengo la sensación de que comienza una parcela interesante de mi vida. “Bank Notes” -billetes de banco-, será a partir de hoy mi pequeño hueco para hablar de economía y del mundo de la empresa. El epicentro, casi la obsesión, de mi trabajo como periodista en los últimos 24 años y una materia de máxima actualidad.

¿Por qué el nombre de “Bank Notes” para este blog? Es un guiño emocional, una muestra de agradecimiento a una persona que me devolvió, hace cinco o seis años y con tan sólo un par de frases, la ilusión necesaria para seguir en este trabajo cuando una especie de cansancio estructural y alguna que otra piedra en el camino me estaba forzando a abandonarlo y cambiar de rumbo. “Bank Notes” era, hasta hace tan sólo unas semanas, el título de la columna que mi buen amigo Richard Stovin-Bradford escribía cada semana en el Sunday Times sudafricano. Hoy, de vuelta a la capital del Reino Unido, Richard forma parte del grupo de articulistas que elabora cada día en el Financial Times –la “biblia” del periodismo económico mundial- la sección de opinión “Lex”. Sí, precisamente esa en la que el pasado mes de septiembre caricaturizaban a la economía española con el título “Pigs in muck” –cerdos en el barro- y que levantó un considerable revuelo a este lado del Canal de La Mancha.

Licenciado en Oxford, Stovin-Bradford dirigió sus pasos hacia el mundo de la banca. Primero fue el Banco de Londres, para más tarde especializarse en la banca de negocios –fusiones, adquisiciones y otras guerras empresariales-, en entidades como Warburg o el Hambros Bank. Nos conocimos en Bilbao, en el verano de 1989. Él había sido fichado por una empresa local para defenderse de una OPA hostil y yo perseguía por los pasillos cualquier dato relevante sobre aquella batalla. De aquel primer contacto profesional nació una gran amistad que aún perdura.

Siempre vi en él al prototipo del triunfador. Cuando yo iba a Londres y él venía a recogerme al hotel con aquel Mercedes deslumbrante cedido por la empresa; o le oía hablar con alguna de sus dos secretarias; o intuía que su salario podía ser como el mío, pero multiplicado cinco o seis veces, no me cabía duda alguna que él había tocado el cielo. Lo admito, sentía envidia. Sana, pero envidia. Y en esas andaba yo cuando Richard se hartó de andar por las nubes, comprando y vendiendo empresas en nombre de otros y, para cortar por lo sano, decidió poner tierra de por medio y así recaló con sus huesos en Sudáfrica. No sólo cambió de país, también de profesión. Abandonó la banca y se reconvirtió al periodismo. Tuve que pellizcarme dos veces para verificar que no estaba soñando. “¡¡Pero Richard, que has hecho!! –recuerdo que le grité por teléfono- “Tú, el ejecutivo agresivo de la banca de negocios europea…¿por qué te ha dado por el periodismo?”. “Pues la culpa la tienes tú –me respondió? siempre me dio mucha envidia lo que hacías y, ya ves, he decidido imitarte”. Aquel día renové mi vocación por el periodismo y desde entonces le debía a mi amigo Stovin una señal “profesional” de agradecimiento. Eso es “Bank Notes”.

Por Manu Alvarez

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