Cómo sabéis yo llegué a la isla la madrugada del 19 al 20 de enero a bordo del BIO Hespérides. Llegué a mitad de campaña porque veníamos a relevar al Dr. José Antonio Peña y la Dra. Teresa Teixidó, que habían estado realizando la vigilancia sismovolcánica durante la primera mitad de la campaña. Ellos fueron los que “abrieron” la base e hicieron algo de suma importancia que es el protocolo de apertura.
Todo comienza con un reconocimiento visual desde el barco. El barco da una vuelta a la isla y se comprueba que no existe ninguna evidencia de que el volcán esté en erupción (fumarolas, columnas de ceniza, fuentes de lava…). Una vez que se comprueba esto, se procede al desembarco de los responsables de sísmica y al jefe de base y a otro militar de apoyo para establecer el primer semáforo volcánico. Para obtener información suficiente para dar este primer semáforo se realizan dos acciones: por una parte se instala una estación sísmica para tener un registro de la isla en tiempo real y por otra, se descargan los datos de la estación permanente, aproximadamente del último mes y se procesan para ver que ha ocurrido en este tiempo y saber si hay un incremento de actividad sismovolcánica.
Entonces, una vez que se tienen todos los registros, el actual y el del último mes, se establece el semáforo. Si está verde, si hay luz verde, se procede al desembarco de todo el personal, del material y se comienza a abrir la base.
Lo mismo pasa al final de la campaña, por eso debe de quedar como mínimo un responsable de sísmica y por eso me he quedado yo hasta el final de la campaña. Si los registros sísmicos son normales, no hay problema. Pero si comienza a haber una reactivación del sistema, si el número de eventos aumenta o empiezan a haber signos de una posible erupción, debería de comunicárselo al jefe de la base para que adelantásemos el cierre de la base o, en el peor de los casos, empezásemos a pensar en una evacuación.
Este año y por primera vez (y yo como responsable del cierre de la base también tengo este objetivo) se va a dejar una estación sísmica durante el invierno y estará conectada vía satélite. La idea es que la estación “se despierte” unos días antes de la apertura de la base. Mediante satélite se conectará con la estación y se observará en tiempo real el registro, es decir, lo que está pasando en la isla. Así, días antes de la apertura sabremos cuál es el estado del volcán, lo cual supone un gran adelanto a la hora de la apertura de la base y por supuesto, es una medida de seguridad. Este año es el primero, así que aún estamos en fase de prueba, veremos a ver si funciona. Ahora mismo no es factible una estación que registre y se pueda interrogar a tiempo real porque no hay manera de alimentarla.
Yo ya me estoy despidiendo de la base Gabriel de Castilla… En unas horas acabará mi aventura en la Antártida, pero os seguiré contando cómo ha sido esta gran experiencia que nunca podré olvidar.