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El mejillón cebra, bivalvo plaga

Cuando pensamos en plagas animales, los que nos vienen a la cabeza suelen ser insectos, como cucarachas o langostas, por ejemplo. Pero esas no son las únicas especies que pueden formar plagas. Entre ellos, hay también un bivalvo, y muy dañino además.

En agosto de 2007 se detectó la presencia de larvas de un bivalvo de agua dulce en el embalse guipuzcoano de Lareo; me refiero al mejillón cebra. El descubrimiento encedió la alarma, puesto que esa fue la primera ocasión en que se han encontrado larvas de esta especie en algún cauce o masa de agua de la vertiente cantábrica. Afortunadamente, parece que no hay motivo de alarma, no por ahora al menos; según las investigaciones que se realizaron después de ese descubrimiento inicial, no se han vuelto a detectar esas larvas en el pantano.

El nombre científico de este bivalvo es Dreissena polymorpha, y aunque su nombre común es mejillón cebra, no es un mejillón. No tiene nada que ver con los mejillones tan bien conocidos entre nosotros. De hecho, Dreissena se encuentra más próximo a las almejas y bivalvos similares que a los mejillones. El nombre común obedece al hecho de que tienen cierta semejanza con los mejillones en la forma, aunque el mejillón cebra es más pequeño que los mejillones marinos. También se parecen a los mejillones en que se adhieren al sustrato del mismo modo a como lo hacen los mejillones, con un “biso”, hebras de naturaleza protéica que se adhieren a superficies sólidas y que tienen una gran resistencia. Y el apelativo “cebra” se refiere al dibujo a rayas de la concha, que recuerda a las líneas de las cebras.

Dreissena polymorpha es un bivalvo de agua dulce de pequeño tamaño; puede alcanzar los 5 cm de longitud. Procede de los lagos del sudeste de Rusia, pero es una especie invasora, y se ha distribuido por muchísimos lugares del planeta. Tolera durante periodos prolongados aguas de diferentes salinidades y en lo relativo a la temperatura, tiene un rango de tolerancia bastante amplio. Además, desde el punto de vista biológico es muy eficiente, puesto que produce cantidades de huevos altísimas, más altas que las que suelen producir otros bivalvos de agua dulce.

Durante el siglo XIX se extendió por los canales del continente europeo hasta llegar al Mar del Norte y a Gran Bretaña. Al sur de Europa llegó más tarde; durante el último cuarto del pasado sigló alcanzó las penínsulas ibérica e itálica. En 1988 llegó a Norteamérica, a los Grandes Lagos y desde entonces no ha dejado de expandirse, poco a poco, por toda Norteamérica. Esa gran extensión se ha producido gracias a los traslados de pequeñas embarcaciones de pesca o de recreo entre distintos ríos o lagos; las larvas y pequeños bivalvos van adheridos al fondo de las embarcaciones, lo que dificulta su detección. Al parecer eso es lo que ocurrió en el pantano de Lareo. No obstante, aunque se encuentra en el Ebro, todavía no ha alcanzado los ríos de la vertiente cantábrica.

Dreissena produce daños tremendos. En muchas ocasiones ha desplazado a las especies autóctonas. Son capaces de asentarse encima de las poblaciones de bivalvos preexistentes, matando a los que quedan debajo. Surgen de esa forma nuevos asentamientos de mejillones cebra. Además, causn grandes daños cuando se adhieren a estructuras de madera o de otros materiales empleados en obras propias de lagos, pantanos o ríos, como tuberías, canales, vigas de soporte y bombas de trasiego. Si penetran en el interior de una tubería, en pocos años pueden llegar a cegar su luz. Ello hace que se deban gastar importantes cantidades de dinero en limpiar y restaurar esas estructuras.

Se conoce un pez que come mejillones cebra, es el pez de agua dulce Rutilus rutilus. En algunas localidades, Dreissena representa hasta el 90% del total ingerido por esos peces. Sin embargo, todavía no se conoce ningún lugar en el que Rutilus haya llegado a limitar las poblaciones de mejillón cebra.

No es ninguna exageración afirmar que Dreissena polymorpha una peligrosa plaga. Además de ser un enemigo de la biodiversidad de ríos y lagos, los daños económicos que puede causar son tremendos.


Por Juan Ignacio Pérez

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